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Los vales de comida pasan al móvil

Edenred impulsa el pago por ‘smartphone’ para seguir líder en el sector de beneficios a empleados

Uso de un vale de comida a través del móvil.
Uso de un vale de comida a través del móvil.
Thiago Ferrer Morini

Todos los días laborables, de una a tres, las empresas españolas tienen un problema: la comida. En las grandes ciudades no hay tiempo para volver a casa a almorzar, por lo que muchos empleados se ven obligados a comer en o cerca de su lugar de trabajo. Una orden ministerial promulgada en 1938 obliga a las empresas con más de 50 empleados a tener un comedor que, conforme el lenguaje seudofascista de la época, debe tener "condiciones de higiene, sencillez y alegría".

Pero para 15.000 empresas y 464.000 empleados en todo el país —las últimas cifras de la Asociación Española de Empresas de Vales de Comida y Otros Servicios (AEEVCOS)— existe otra opción: los vales de comida. Edenred, la líder del mercado español con su marca Ticket Restaurant, facturó el año pasado 1.139 millones de euros en los 42 países en los que está presente (en España, desde 1976) Y pretende ahora conservar ese liderazgo a través de la incorporación del pago por el móvil.

Edenred se desgajó de la multinacional francesa de servicios Accor en 2010, cuando esta decidió centrarse en su negocio hotelero. En ese momento, con la economía española en plena crisis, la empresa procuró esquivar la nueva situación diversificándose más allá del ticket restaurante, implementando tarjetas de transporte y guardería.

Sin embargo, el mazazo más grande fue en 2013, cuando dentro de las medidas de austeridad del nuevo Gobierno del PP, todos los vales de comida pasaron a pagar Seguridad Social. Según AEEVCOS, en cuatro meses 14.000 empresas y 42.000 trabajadores dejaron de recibir sus vales.

Pero más preocupantes para el negocio fueron las consecuencias a largo plazo, como explica Manuel Asla, director de marketing de Edenred España: "En un estudio de una veintena de países europeos con ayudas, la tasa de penetración de los vales de comida en el mercado español es muy baja si tenemos en cuenta el tiempo que llevan en el mercado", explica. "Para que el sistema funcione, la exención de pagos a la Seguridad Social es una de las palancas, junto a su consideración en grado de IRPF". Aun así, Asla considera que la empresa, que no facilita datos desglosados de sus operaciones españolas, "no ha sufrido mucho durante la crisis".

La recuperación de los datos macroeconómicos ha vuelto a cargar de optimismo a empresas de servicios como Edenred, a pesar de que el modelo de crecimiento de esta recuperación, basado en mecanismos contractuales más precarios, no incentiva precisamente el uso y la distribución de vales de empresa. Asla reconoce que ahora mismo su empresa no hace ningún movimiento específico para ir detrás de estos nuevos perfiles laborales, aunque reconoce que "si salen adelante las iniciativas para equiparar los derechos de los autónomos con los asalariados daríamos palmas con las orejas".

El peso de las pymes

Otro problema para la compañía es el peso de las pymes en la economía, lo que dificulta su adhesión a los programas de incentivos, aunque Asla se declara "convencido de que estamos convenciendo un sector importante de las pymes, y más en las grandes ciudades".

Pero, fundamentalmente, en lo que la empresa afirma estar centrándose es en convencer a los clientes a que vuelvan a dar el salto a la aplicación móvil, tras el cambio de los tickets de papel por tarjetas en 2007. Según la compañía, la apuesta por el móvil en España se centrará por ahora en los vales de restauración. "Tenemos una cartera bastante amplia, con tarjetas de transporte y guardería", explica Asla. "Estamos poniendo el foco en el ticket restaurante porque es una transacción diaria, mientras que las otras suelen ser mensuales. Hay pocas tarjetas que se utilicen tanto como esta". Aunque, "por supuesto", el objetivo de la empresa a medio y largo plazo es ampliar la distribución, "empezando por las dietas de desplazamiento".

Para el director de marketing de Edenred, el salto al smartphone facilita la vida al usuario. "El móvil es donde tenemos todo, y en consecuencia somos más conscientes de donde está y se pierde menos". Aunque, matiza, no cree que la sustitución acabe siendo total. "Si tenemos una empresa con un pequeño grupo de empleados con jornada de ocho a tres y se les paga una ayuda para comer en casos excepcionales, es más fácil arrancar un ticket que configurar un móvil", explica. "La experiencia nos dice que cuando uno tiene una tarjeta para usarla solo tres o cuatro días al año lo más normal es que, para empezar, no sepa a donde ir, y si sabe, que se le haya olvidado la clave de usuario y que nos acabe llamando".

Para los demás, Asla habla de tres ventajas fundamentales. "Cuando va la gente a comer no suele tener tres horas; necesita algo que sea muy rápido", considera. "Con el móvil, pones el dedo en el lector de huellas, y ya está". Para el restaurante, lo mismo; "A la hora de comer tengo muchísimas mesas y muchísimas facturas; con el contactless, llego, pongo el terminal encima de la mesa y que lo pasen uno por uno".

Otra de las ventajas, continúa explicando Arla, es el "pago justo", tanto para el usuario —"Si la comida cuesta 11,95 euros no tienes que estar juntando tickets de 1,25"— como para el comercio ("Tener que juntar una pila de tickets para que te los reembolsen nunca puede ser tan rápido como un sistema digital, donde se te paga en 24 horas"). Y por último, la seguridad. "Es un medio de pago muy securizado", considera Asla.

El objetivo es que el 80% de los restaurantes españoles acepten tickets vía contactless. "Nunca se llegará al 100%, creo", considera Asla. "Hay que pensar en restaurantes de menú y en toda España, yo no veo al restaurante de menú de mi pueblo teniendo contactless, más que nada porque en los pueblos y en las ciudades pequeñas no hay ventajas para el uso de vales de comida; la gente se va a comer en su casa".

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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