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África, un reto para el sector del motor

La industria tiene mucho recorrido en un continente donde se produce en unos pocos países y se venden pocos coches nuevos

Fernando Gualdoni
Montaje de un modelo de Seat en Argelia
Montaje de un modelo de Seat en Argelia

Africa es el último gran continente por conquistar para la industria automovilística. A pesar de la histórica presencia del sector en Sudáfrica y la fuerte expansión en Marruecos, en toda la región se producen menos de un millón de coches (el 60% en Sudáfrica) y se matriculan en torno a 1,5 millones al año. Estas cifras son solo una muestra de un mercado que está poco desarrollado frente a otros emergentes como el de América Latina, donde se cuentan unos 180 vehículos por cada mil habitantes frente a los 44 registrados en África, según la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA).

Sin embargo, en los últimos años ha habido interés de algunos Gobiernos y de las marcas para potenciar el negocio. El objetivo es llegar a vender 10 millones de unidades para 2030, una cantidad que más de un análisis no la considera descabellada y que ya recoge un informe elaborado en 2014 por la oficina de Deloitte en Johannesburgo. “La producción local de vehículos tiene múltiples efectos en economías en desarrollo como las africanas, ya que supone un catalizador para la industrialización y la diversificación de la actividad. El sector es una opción atractiva para los Gobiernos que quieren impulsar el empleo industrial y diversificar las exportaciones”, afirma el análisis de la consultora.

VW acaba de abrir un planta en Argelia, país que quiere rivalizar con Marruecos por el sector

En Sudáfrica, esta teoría se ha visto con los años en la práctica. De los 600.000 coches que se fabrican en el país, más de la mitad se exportan y el sector, que aporta el 7,5% del producto interior bruto (PIB), da empleo a unas 113.000 personas directamente. La actividad es de tal relieve en Sudáfrica que el ministro de Comercio, Rob Davies, se apresuró en abril pasado a afirmar que “el país no se podía permitir el lujo de dejar de apoyar a la industria automovilística”. Lo dijo para despejar cualquier sospecha de que el sector algún día podía correr la misma suerte que en Australia, donde en el último mes Ford, Toyota y General Motors cerraron las plantas que quedaban operativas tras 92 años de presencia de la industria.

A pesar de que la situación política sudafricana no es la más estable, el polémico Gobierno de Jacob Zuma ha mantenido al sector al margen de fricciones y las marcas han respondido con una cascada de inversiones para aumentar la producción en el país. Desde sus bases sudafricanas, las grandes marcas europeas y japonesas están intentando coordinar el salto a Nigeria, un mercado de 180 millones de habitantes donde seis fabricantes llegaron a producir casi 150.000 unidades anuales entre 1970 y 1980. Más tarde solo hubo altibajos que terminaron con un plantón del grupo PSA en 2010. En los últimos dos años, sin embargo, las autoridades han intentado impulsar la producción local elevando los aranceles a las importaciones y cortejando a las empresas para que vuelvan a fabricar en un mercado con grandes perspectivas de crecimiento.

Lo que ha comenzado a buscar Nigeria sí lo ha logrado con creces Marruecos y lo persiguen con afán Argelia y Egipto. El Gobierno de Rabat confía en que para 2021 se hayan instalado en la zona de Tánger dos grandes fabricantes (uno de ellos sería Fiat) aparte de Renault y el grupo PSA, cuyas operaciones comenzarán el próximo año. Con estas inversiones, el consejero de la agencia de inversiones marroquí, Khalid Qalam, espera que el país pase de producir casi 350.000 vehículos al año a un millón para 2025, según declaró al portal Automotive News.

Lo gobiernos restrinjen las importaciones y dan apoyo fiscal al sector para atraer a las fábricas

Por su parte, Argelia parece decidida a apostar por la industria del automóvil como parte de su plan para reducir la dependencia del gas y el petróleo, que suponen más del 90% de los ingresos de exportación. Como otros Gobiernos africanos que intentan impulsar la industria local, Argel ha restringido las importaciones de vehículos y ha aprobado medidas de apoyo para tentar a las marcas a establecerse en un país con un gran mercado para el automóvil. Hace tres años Renault comenzó a operar una planta en la ciudad de Orán, y en julio pasado el grupo Volkswagen inauguró su planta en Relizane, a 280 kilómetros al suroeste de Argel.

“El Gobierno argelino está haciendo grandes esfuerzos fiscales e industriales para impulsar el ensamblaje de coches. Argelia y África, en general, son mercados sobre los que tenemos grandes expectativas”, explica el portavoz de Seat Ezequiel Avilés. VW se ha asociado con el grupo local Sovac para poner en marcha la fábrica multimarca que comenzó con la construcción de los modelos VW Golf, Caddy, Seat Ibiza y Skoda Octavia, a los que añadirá el VW Polo y el Skoda Fabia en 2018.

En Egipto, donde la industria del automóvil se inició en los años sesenta y cuenta con más de 15 plantas de ensamblaje para automóviles, autobuses y camiones, el sector sufrió un fuerte retroceso por la primavera árabe. Sin embargo, en 2016 registró un repunte tanto en producción como en matriculaciones, por lo que el país reforzó su plan para aumentar la producción local a unas 500.000 unidades de todos los tipos de vehículos para 2020.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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