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Draghi retrasa a octubre la retirada de estímulos por la fortaleza del euro

El eurobanco deja intacto el programa de compras de activos por la fortaleza del euro

Mario Draghi llega a la rueda de prensa del BCE en Fráncfort.Vídeo: KAI PFAFFENBACH (REUTERS) / REUTERS-QUALITY
Claudi Pérez

El optimismo era la filosofía económica de la década previa al estallido de la Gran Recesión. Los sabios de hoy, sin embargo, son decididamente pesimistas: la recuperación de la eurozona es la más sólida en 10 años, ha vuelto la confianza, mejora incluso —por barrios— el empleo y aun así el Banco Central Europeo sigue encontrando razones para dejar intacto su ambicioso programa de estímulos. Mario Draghi retrasó este jueves una vez más lo inevitable y anunció que el BCE recalibrará “probablemente en octubre” el programa de compras de activos, el multimillonario QE. La inflación no termina de aparecer. Pero a Draghi le preocupa sobre todo la fortaleza del euro, al que este jueves le bastó conocer ese calendario para volver revalorizarse a todo tren.

En lo peor de la crisis, los banqueros centrales empezaron a navegar en aguas no cartografiadas. Dejaron caer un diluvio de liquidez sobre la banca. Rebajaron los tipos de interés hasta llegar a terreno negativo: hasta ese nivel alcanzó el miedo a una segunda Gran Depresión en menos de un siglo. Y se atrevieron incluso con los anatemas: la Reserva Federal de EE UU (Fed) diseñó un programa de compra de activos, incluida la deuda pública, para tratar de revivir la economía global, y el resto de grandes bancos centrales terminó haciendo lo mismo.

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Incluso el BCE, que llegó tarde a casi todo por las dudas alemanas, pero que una vez embarcado en esas políticas ahora no quiere abandonarlas para no debilitar una recuperación que, ahora sí, es la más sólida en una década.

Draghi se educó con los jesuitas, y de vez en cuando lo demuestra ante la prensa: “Paciencia. Hacen falta paciencia y perseverancia”, dijo para justificar el juego de engaños que mantiene con los mercados desde hace meses. Los inversores esperaban novedades en junio, en la reunión del BCE en Sintra: Draghi decepcionó. Los mercados siguieron con atención su intervención en Jackson Hole, el aquelarre que organiza la Fed de EE UU: de nuevo, el anticlímax. Pero este jueves, por fin, preparó el terreno para el esperado repliegue de las medidas extraordinarias. El jefe del BCE admitió que ese debate ya ha empezado en Fráncfort, y anunció que recalibrará “en octubre” el QE europeo a la vista de la mejoría económica. Aunque dejó claro que retrasará una vez más la retirada si algo se tuerce: en particular, el tipo de cambio del euro.

Divisas al alza

Mario Draghi acompañó ese calendario con un torrente de palabras para asegurar que el BCE no permitirá sorpresas negativas. Buscaba así tranquilizar el mercado de divisas. Pero los inversores ya tenían lo que querían: el euro subió con fuerza hasta superar con creces los 1,20 dólares por unidad.

El BCE está metido en una trampa de difícil salida. El PIB, el empleo, la confianza y las exportaciones van francamente bien y facilitan el repliegue del BCE, que necesitará munición cuando aparezca otra crisis. Pero, en el fondo, el legado de la Gran Recesión sigue ahí. La inflación está lejos del objetivo. Y el euro complica las cosas: una moneda más fuerte perjudica la exportación, dificulta la subida de precios (por el petróleo, más barato) y endurece las condiciones financieras, con una banca que sigue enganchada a la respiración artificial.

“Hemos discutido los escenarios de plazos y volumen de compras mensuales del programa de adquisición de activos, pero aún de una forma muy preliminar”, recalcó el italiano.

El BCE compra 60.000 millones al mes dentro de un programa que expira el próximo diciembre: si el euro da una tregua, los analistas esperan una rebaja del volumen mensual de compras, con una extensión del horizonte del programa de al menos seis meses. Draghi negó que ese programa —que ha gastado 2,3 billones desde 2015— haya contribuido a hinchar burbujas. Y reiteró que el QE “no tiene efectos negativos”, a pesar de la urticaria que provoca en Alemania. “No hay evidencias que justifiquen esa angst [angustia] suya”, espetó con afilada ironía ante las reiteradas preguntas de la prensa alemana.

Previsión optimista y tipos a cero

Tipos en mínimos. El Banco Central Europeo decidió este jueves en su reunión celebrada en Fráncfort mantener los tipos de interés en el mínimo histórico del 0%. También dejó sin variación la facilidad de depósito el -0,4% (es lo que los bancos que depositan dinero en el BCE deben pagar) y la de crédito, en el 0,25%.

Programa de compras. El llamado 'quantitative easing', el programa QE, se mantiene en unas compras netas de deuda de 60.000 millones de euros mensuales hasta el final de diciembre de 2017, o incluso "hasta una fecha posterior si fuera necesario".

Más crecimiento. Mario Draghi revisó al alza este jueves las previsiones de crecimiento de la zona euro para 2017. Elevó el crecimiento del PIB desde el 1,9% hasta el 2,1%. Mantuvo la previsión del 2018 en el 1,8%. En cuanto a la inflación, la perspectiva sigue en el 1,5% de cara a este año pero para el año 2018 fijó la subida de los precios en el 1,2%, una décima menos de lo augurado hasta ahora.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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