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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ministra Báñez tiene buena razón

Los salarios son farolillo rojo respecto del PIB, del ritmo del empleo y de las rentas empresariales

Xavier Vidal-Folch
La ministra de Empleo, Fátima Bañez, junto al portavoz de Economía de Ciudadanos, Toni Roldán.
La ministra de Empleo, Fátima Bañez, junto al portavoz de Economía de Ciudadanos, Toni Roldán.ULY MARTÍN

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, tiene razón: los salarios deben subir. Pero esto no es nuevo. Otras voces potentes lo urgieron antes, como el presidente del BCE, Mario Draghi, o la OCDE (Subir salarios..., EL PAÍS, /2/3/17).

Por razones económicas, pues llevan años creciendo mucho menos que la productividad. Y porque su aumento impulsa el consumo privado, que afianza la recuperación.

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Y también por razones de equidad. Estamos por cuarto año con el PIB progresando al 3%. Con la creación de empleo, al 3,8%, y con las rentas empresariales, viento —mejor dicho, huracán—, en popa.

Si al principio de la crisis las rentas salariales (salarios y cotizaciones) suponían más de un 48% del PIB, en 2016 habían bajado al 47,2% (y en la locomotora industrial, Cataluña, al 45,9%). Si hasta 2016 no se situaron de nuevo en el listón de 2007, las rentas empresariales superaron su nivel precrisis en un 12% (Cámara de Barcelona).

Los beneficios de las empresas del Ibex aumentaron el año pasado un 48% sobre 2015: buena noticia para todos. Y los dividendos a repartir este año por cuenta del pasado superarán los 23.000 millones, buena noticia para sus cúpulas (en algunos casos los aumentos remunerativos superan el 30%).

Pero Báñez no solo ha dicho que conviene aumentar sueldos sino también cuándo y de qué manera: cuanto antes y “con la fortaleza de la recuperación del empleo”.

Aunque rápidamente matizó que no propugnaba aumentos similares a los que registra el ritmo del empleo, del 3,8%, todos entendieron que se situaba más cerca de la horquilla propuesta por los sindicatos (1,8% a 3%) que la defendida por la patronal (1% a 2,5%).

Ahora bien, aumentar las rentas salariales no es solo fruto de la negociación colectiva patronal/sindicatos o empresas/trabajadores.

En su descenso absoluto (y relativo en referencia al PIB) ha desempeñado un papel clave durante la crisis la rebaja del poder de negociación de los representantes de los trabajadores: por el miedo a perder el puesto, inducido por la recesión, y por la reforma laboral.

Resulta obvio que la resultante precarización del empleo ha presionado a la baja las rentas salariales. Más del 40% de los cotizantes al régimen general de la Seguridad Social (SS) tienen un trabajo temporal (frecuentemente por semanas o días), o a tiempo parcial, o ambas cosas a la vez.

La moderación salarial, primero, y la depresión salarial, después, contribuyeron a rehacer la competitividad de la economía española. Impulsaron, en buena medida la exportación. Pero el esfuerzo no es elástico, y el sacrificio acaba encontrando su propio techo.

Si seguir fiándose de los bajos salarios para ser competitivos ni es conveniente (las bajas cotizaciones ponen en jaque a la SS), ni es razonable (otros pueden luchar mejor ahí) ni resulta infinitamente posible (por la resistencia social), habrá que basarse en un crecimiento más intensivo en I+D.

Y ahí palmamos. Del 1,24% del PIB en 2014 bajamos al 1,22% en 2015. Frente a una media del 2% en la UE (a 28) y del 2,2% en la eurozona. Son nuestros mercados principales.

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