La cuarta revolución de la banca y otros avatares
El curso de verano de la UIMP centrado en el sector habla de la modernización de la industria y la crisis del Popular
Destacaba el subgobernador del Banco de España, Javier Alonso, la necesidad de mantener la confianza del ciudadano como un axioma de la actividad bancaria. Esta afirmación, en principio, va al hilo de la revolución digital y su incidencia en la banca, el tema este año del curso organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander con el patrocinio del BBVA. Pero también hacía hincapié, seguramente a sabiendas, en otra cuestión que voló durante los cinco días del curso: la liquidación y venta del Banco Popular.
También despejó Alonso, que se estrenaba en una rueda de prensa en el cargo, algunas incógnitas sobre la famosa decisión de la noche del 6 de junio en la que el Mecanismo Único de Resolución (MUR) liquidó el Banco Popular y se lo traspasó al Banco Santander. Como, por ejemplo, que la entidad tenía más activos con los que podía haber conseguido más liquidez. Pero, a la larga, de poco habría valido, porque la suerte del grupo presidido en ese momento por Emilio Saracho estaba echada y su futuro casi cantado.
Las palabras de Alonso, que clausuraban el citado curso santanderino, venían precedidas de muchas referencias a la operación del Popular en los días anteriores, como la acusación de "concentración del 72% del mercado en manos de cinco bancos" tras el rescate, de José Ignacio Goirigolzarri; la referencia a la "retirada de depósitos de minoristas en los días previos", o el calificativo de la venta como "la acción menos mala para el banco", de Luis de Guindos. Pero, quizá, la sal y pimienta fueron puestas por el exdirector general del Banco de España, Aristóbulo de Juan, quien un día antes había responsabilizado a gestores, auditores, y al supervisor de la mala situación de la entidad y advertido de que se tenía que haber empezado a atajar la sangría cuando estalló la crisis inmobiliaria con el concurso de acreedores de Martinsa Fadesa (en la que el Popular estaba muy enfrascado) en julio de 2008. "Han pasado nueve años desde entonces", un lamento tardío.
De Juan, que a sus 86 años sigue sentando cátedra en materia financiera, había subrayado también "que la supervisión es mucho más importante que la regulación, porque una buena supervisión subsana una mala regulación". Sus palabras fueron tenidas muy en cuenta por los actuales dirigentes del Banco de España, como se demostró en la intervención de Alonso.
Pero no fue solo el Popular el que centró la intervención de este seminario. La llamada cuarta revolución, que supone una sucesión de cambios vertiginosos y globales a la banca ("Estamos en un nuevo ecosistema, una revolución tecnológica a la que se une un cambio en la demanda", según José María Roldán, presidente de la AEB) afecta también a otros sectores de la economía, de la industria y al comportamiento de los ciudadanos.
De todo esto, el ministro responsable de la agenda digital, Álvaro Nadal, subrayó la necesidad de prestar más atención al asunto. "¿Cómo conseguimos que en España haya más industria digital? ¿Y cómo hacemos para que se impliquen el resto de los sectores?", se preguntó, para después incidir en que "nuestro sistema no está preparado para la revolución tecnológica; necesitamos más gente formada en ciencias y un esfuerzo mayor para ver cómo se pueden financiar proyectos de este tipo".
Sin duda, el ministro apuntaba a la creación de un clima de pactos en educación y formación continua en un mundo que no está pensado para la economía digital, motivo por el que, según explicó, se ha creado un grupo de trabajo dirigido por el ministro socialista Tomás de la Quadra-Salcedo y compuesto por juristas, sociólogos y tecnólogos que permitan cubrir las deficiencias.
Pero como también es ministro de Energía, Nadal recordó que "estamos en otra revolución, la energético-climática", que afecta igual o más, y que inevitablemente se entrelaza con la digital. Así se constató por ejemplo en la intervención de José Bogas, consejero delegado de Endesa, quien reseñó que "no hemos alcanzado la madurez política para tener puntos de encuentro". Así ocurre con la transición energética y la definición del futuro parque eléctrico, con especial atención a la vida útil de las centrales nucleares. Ahí quedó el asunto.
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