Europa se acerca a una solución para el euro
El destino ha dado a Europa una oportunidad única para poner su casa en orden
El “Documento de reflexión sobre la profundización de la Unión Económica y Monetaria” de la Comisión, publicado el 31 de mayo, señala el camino hacia un acuerdo global para resolver la crisis del Euro. Sin embargo, aún faltan elementos clave. La Comisión establece, de forma ambiciosa, 2019 como fecha para completar la Unión Bancaria, con la creación de un sistema común de seguro de depósitos y un respaldo común para el Fondo Europeo de Resolución bancaria (el mecanismo que ha resuelto el problema del Banco Popular esta semana sin recursos públicos). Estos dos elementos son cruciales para evitar que los grandes bancos puedan suponer un riesgo existencial para los estados en los que operan, como Bankia, Caixa Catalunya y las cajas gallegas lo fueron para España.
Pero evitar el “bucle diabólico” entre los bancos y los Estados también requiere cortar el vínculo en la dirección contraria, la que lleva de la insolvencia del Estado hacia crisis bancarias. Varios años tras la observación de que los bancos nacionales eran los principales prestamistas de sus estados y del riesgo que esto suponía para el sistema financiero griego o italiano, las carteras de préstamos bancarios están aún más concentradas que entonces en la deuda soberana de sus países de origen. Es esencial asegurar que los bancos cuenten con una cartera diversificada que resista un fuerte deterioro en la capacidad de pago del gobierno de su país de origen.
Para lograr este objetivo de diversificación, la Comisión propone la creación de un nuevo activo seguro: los “valores respaldados por bonos soberanos”. Esta idea se basa en una propuesta que hicimos en 2011 un grupo de economistas encabezados por Markus Brunnermeir, y del que formé parte. Los denominamos European Safe Bonds o “ESBies”.
Sugeríamos que una agencia de deuda europea compraría bonos soberanos de la zona euro y emitiría dos valores. En primer lugar, emitiría European Safe Bonds, con prioridad a la hora de recibir el reembolso de los bonos soberanos de la cartera. De esta manera, el cobro estaría asegurado incluso en el caso de un incumplimiento por parte de Grecia, Portugal e Irlanda y una pérdida parcial en deuda italiana y española. Segundo, emitiría el tramo “junior”, también respaldado por la cartera de bonos soberanos, pero con una garantía menos segura, ya que absorbería las primeras pérdidas que se produjeran.
Este sistema en dos niveles haría más seguro el sistema financiero de Europa, ya que los bancos tendrían ESBies en lugar de la deuda de su propio gobierno. Evitaría los pánicos al asegurar que una posible huida de los inversores hacia los activos seguros beneficiaría a todos los países del Euro, no sólo a Alemania. Y, fundamentalmente, haría todo esto sin introducir responsabilidad solidaria, es decir sin que un país fuera responsable de las deudas de otro, aumentando así su viabilidad política. En definitiva, en las áreas bancaria y financiera, el paquete propuesto por la Comisión tiene cierta imprecisión, pero es un claro paso hacia adelante.
Donde este paquete de reformas deja mucho que desear es al abordar el fracaso político y económico de la política fiscal europea y del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (SGP), un fracaso que ha sido determinante para la debilidad percibida del proyecto europeo en los últimos seis años: la deuda ha continuado explotando y la política fiscal agregada ha sido pro-cíclica, con más ajustes en los países en el peor momento de su ciclo. Últimamente, el SGP incluso ha caído en la irrelevancia, como demuestra la multa de “0 euros” impuesta a Portugal y España por ignorarlo.Para remediar este fracaso, la Comisión sólo propone, para el período 2020-2025 una “simplificación de las normas para el pacto de estabilidad y crecimiento”.
En lugar de simplificar las normas, la Comisión debería proponer abandonar el SGP, por razones tanto económicas como políticas. Es económicamente razonable que los diferentes países pongan en marcha políticas fiscales diferentes, y anti-cíclicas, para compensar los efectos de una política monetaria común requerida por la moneda única. Pero también es políticamente necesario poner fin al SGP. La razón es que este involucra a la Comisión Europea de manera excesiva e infructuosa en la función central de un parlamento democrático: la aprobación de un presupuesto nacional. En consecuencia, la Comisión, y, por extensión, Europa, es impopular en el Sur (¡”hay que impedir la austeridad impuesta por Europa”!) y en el Norte (“la Comisión no controla a los irresponsables del sur”).
Para reemplazar el SGP, necesitaríamos un nuevo dispositivo descentralizado que imponga disciplina a las políticas fiscales nacionales. La solución sería un procedimiento de quiebra soberana en la Eurozona, que permitiera una renegociación ordenada de las deudas soberanas con los acreedores privados. Tal mecanismo reintroduciría la disciplina de mercado, facilitando la flexibilidad necesaria en la política fiscal, sin reglas absurdas. Una vez establecidos los nuevos European Safe Bonds (ESBies) y los fondos europeos de resolución y de garantía de depósitos, el sistema financiero sería lo suficientemente robusto como para hacer creíble tal procedimiento de insolvencia.
Es económicamente razonable que los diferentes países pongan en marcha políticas fiscales diferentes, y anti-cíclicas, para compensar los efectos de una política monetaria común requerida por la moneda única
Por último hasta ahora no ha habido en el presupuesto Europeo ningún elemento de estabilización o para compartir los riesgos económicos entre estados. La Comisión, muy tímidamente, sugiere que tomemos la “decisión sobre el diseño, preparación de la implementación y el inicio de las operaciones” de una “función central de estabilización” para el período 2020-2025, y aborda dos ideas: un plan de protección de inversiones, y un fondo de reaseguro por desempleo que respaldaría los planes de seguro de desempleo de los Estados miembros.
Aquí la Comisión es demasiado tecnocrática y demasiado tímida. El paquete actual debe incluir un calendario para la implementación de un presupuesto del Euro, con un auténtico seguro de desempleo europeo con normas europeas, basado en los principios de flexi-seguridad. Este esquema no sólo sería anticíclico, sino que ayudaría a hacer posible cambios estructurales en los Estados miembros. El desempleo es el área en el que donde Europa puede afectar de forma más positiva a la vida de los ciudadanos. Este sistema podría financiarse mediante un recargo (pequeño) europeo sobre el impuesto de sociedades. Un beneficio adicional de este sistema sería la armonización de las bases imponibles de las empresas, que en este momento están siendo erosionadas por la ingeniería fiscal y la competencia entre estados. Políticamente, un paquete que no implique responsabilidad conjunta sobre la deuda soberana, con un procedimiento de insolvencia soberana, debe ser suficientemente tranquilizador hacia el “Norte”. A cambio, el “Sur” debe exigir un tesoro común, un seguro de desempleo europeo y un seguro de depósito único.
El destino ha dado a Europa una oportunidad única para poner su casa en orden. Si no aprovechamos esta oportunidad, el aumento del populismo será inevitable. Lo que seguiría a continuación es demasiado triste para imaginar.
Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics y vicepresidente de la Alianza de Partidos Liberales Democráticos en Europa (ADLE). Una versión en inglés de este artículo apareció en The Economist bajo el título ‘Saving the euro área: Europe inches closer to a plan for fixing its financial flaws’
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