El español Álex Cruz, jefe de British Airways, en el ojo del huracán por la crisis
El ejecutivo bilbaíno se niega a dimitir. Es objeto de duras críticas por su gestión de la crisis provocada por una caída del sistema informático que dejó a miles de pasajeros en tierra
En el ojo del huracán del caos aéreo provocado este fin de semana por un fallo informático en British Airways, se encuentra un ejecutivo español. Ese dato, su nacionalidad, es el más relevante del currículum de Álex Cruz, bilbaíno de 50 años con más de 10 de experiencia en el sector, para el influyente tabloide Daily Mail. Ese es, al menos, el adjetivo que acompaña al ejecutivo en la portada de la edición de este lunes del diario. “Llamadas a la dimisión del jefe español que externalizó 700 empleos informáticos a India después de que un fallo informático afectara a 300.000 viajeros”, dice el antetítulo de la información que ocupa la portada de un diario que encarna la voz del Brexit y del nacionalismo inglés. Álex Cruz, por su parte, asegura que no piensa dimitir.
El presidente de British Airways ha asegurado esta mañana en la cadena Sky News que las cancelaciones y los retrasos han afectado a 75.000 personas. Tras el caos absoluto del sábado y el domingo, este lunes la empresa asegura que en el aeropuerto de Gatwick ya operan con normalidad. En Heathrow, el mayor aeropuerto británico, las conexiones de largo radio también han comenzado a operar con cierta normalidad, pero siguen acumulando problemas en los vuelos de corto radio, es decir, dentro de Europa.
En las páginas interiores del Daily Mail, se acusa al “controvertido” y “acosado” Álex Cruz de tratar de "amordazar" al personal de la aerolínea. El diario reproduce un correo electrónico supuestamente enviado por Cruz a sus trabajadores, en el que les pide que se abstengan de hacer comentarios públicos. La cobertura se completa con un editorial y un artículo, firmado por el biógrafo de la reina Robert Hardman, que propone eliminar la palabra “British” de British Airways.
Iberia y British Airways se fusionaron en 2011 para crear el holding International Airlines Group (IAG), el sexto grupo de aerolíneas más grande del mundo por ingresos. El grupo es propietario también de Vueling y Aer Lingus. Tiene su sede corporativa en Londres y su sede social en Madrid.
Álex Cruz asumió el cargo de presidente de British Airways en abril del año pasado, tras una exitosa carrera en Vueling, la compañía cuyas riendas asumió en 2009. A esta llegó tras la fusión con ClickAir y después de años como analista especializado en el sector. Ha sido siempre un entusiasta de las aerolíneas de bajo coste y de cómo sus estrategias han cambiado el sector aéreo a una velocidad de vértigo. El éxito de Vueling, señalan en el sector aéreo, fue convertirse en una especie de bisagra entre el low cost más agresivo de Ryanair y las compañías tradicionales como Iberia. Ya desde el anuncio de su nombramiento al frente de British Airways, en enero de 2015, el hecho de que la joya de los cielos británicos quedara en manos de un español levantó ciertas ampollas.
Pero no solo la prensa sensacionalista ha criticado su gestión de la crisis que, este fin de semana, provocó la cancelación de centenares de vuelos debido a una caída del sistema informático, aún sin esclarecer. Las explicaciones de Cruz, dice un editorial del Financial Times, son “completamente inadecuadas”. “Cruz debe ser implacable con sus subordinados que la pifiaron, pero como presidente él es el último responsable”, añade.
Bromas por sus apariciones en vídeo
Cruz se dirigió a los clientes perjudicados en unos vídeos explicativos que se difundieron por las redes. Básicamente, pedía disculpas e invitaba a los afectados a no acercarse a los aeropuertos y a no llamar a los servicios de atención al cliente. Su decisión de salir en los vídeos vestido con un chaleco amarillo reflectante, como si la grabación le hubiera pillado en plena faena a pie de obra, ha sido objeto de chanza, en el mejor de los casos, en los medios y las redes sociales.
Algunos sindicalistas y medios británicos vinculan el desastre de este fin de semana a los recortes que ha realizado el español en British Airways. Antes de llegar a esta compañía, ya alertaban de que era probable que aterrizara con las tijeras, porque en Vueling una de las claves de su gestión fue la contención de gastos. Así, tras su llegada, British Airways ha reducido aún más el espacio para las piernas y ha eliminado comidas gratuitas. En el caso concreto del caos por la caída del sistema, los críticos señalan la reciente decisión de la compañía de externalizar empleos de informáticos a Tata. Una empresa india, como se encarga de recordar el Daily Mail.
Cruz, por su parte, ha asegurado este lunes en la BBC que no piensa dimitir y que los problemas causados por el fallo informático no tienen nada que ver con los recortes.
Un ejecutivo experimentado
Casado y con cuatro hijos, hijo de un capitán de la marina mercante, Cruz no es un hombre “sin experiencia” en el sector aéreo, como critican algunos tabloides británicos. Aunque British Airways es la mayor empresa que ha capitaneado, experiencia en el sector, precisamente, es justo lo que más atesora.
Comenzó su carrera como analista y consultor. Estudió ingeniería industrial en Michigan (Estados Unidos) y realizó un MBA en Dallas. Trabajó diez años como analista en American Airlines primero y como socio especializado en aviación después en Accenture. En 2006 comenzó a pisar el terreno aéreo en primera fila: se hizo cargo de ClickAir, uno de los primeros intentos del low cost español, impulsada por Iberia, pero que después acabó fusionada con Vueling. Ambas empresas crearon en 2009 la actual Vueling que, capitaneada por Álex Cruz, acabó en manos del conglomerado IAG.
Su salida de Vueling también incluye algunas sombras: el pasado verano la aerolínea convirtió el aeropuerto de Barcelona-El Prat en un caos. Cierto es que Cruz la había abandonado unos meses antes. Pero la directiva de entonces señaló que la excesiva expansión planeada por el bilbaíno era en parte responsable de la batería de retrasos y cancelaciones que se vivió en la capital catalana, porque el plan de crecimiento era excesivo para los medios de Vueling.
Pero British Airways, en Reino Unido hoy, son palabras mayores. En un momento en que el país negocia su salida de Europa, en busca de una nueva posición preeminente y global en el mundo, el deterioro de un gigante nacional es un golpe al orgullo. Robert Hardman, que como miles de británicos vio sus vacaciones arruinadas por culpa de la compañía, expresa ese sentir en su artículo del Mail. “¿Por qué el país debe seguir teniendo su nombre manchado por esta payasada corporativa? ¿Por qué seguimos refiriéndonos a ella como la aerolínea británica cuando su compañía madre está domiciliada en España?”, se pregunta, antes de sugerir que los olímpicos y futbolistas que representen a Reino Unido viajen, a partir de ahora, en Flybe.
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