Por qué China debería preocuparse por una empresa de condones
La adquisición del segundo mayor fabricante de preservativos del mundo por un consorcio del país asiático muestra que los chinos prefieren el sexo seguro a la natalidad
El aumento de la demanda de preservativos en China es una buena noticia para los negocios, pero no tanto para Pekín. Un fabricante de medicamentos y una empresa de adquisiciones de participaciones mayoritarias van a comprar el segundo fabricante de preservativos más grande del mundo por 600 millones de dólares. La inversión podría merecer la pena porque las parejas chinas invierten más en sexo seguro. Pero también pone de manifiesto las dificultades que tiene el Gobierno para convencer a la clase media de que tenga más hijos.
En el acuerdo monetario, que se hizo público el jueves, las empresas chinas Humanwell Healthcare y CITIC Capital China Partners se asocian para adquirir la división de preservativos de la empresa australiana Ansell. El precio de casi 16 veces el ebitda del año pasado, según cálculos de Morgan Stanley, es relativamente elevado. Pero el interés de Humanwell es comprensible.
Transparency Market Research calcula que el sector nacional de los preservativos crecerá aproximadamente un 12% al año hasta 2024 para llegar a unas ventas anuales de 5.000 millones de dólares. Eso se debe, en parte, al cambio masivo de actitud hacia el sexo recreativo. Las tiendas de juguetes sexuales abundan abiertamente en las ciudades chinas, que antes eran remilgadas, y muchas tiendas de barrio venden una selección de preservativos y de vibradores en el mostrador. Se considera que la marca Jissbon de Ansell – que suena como "James Bond" en mandarín – es de mayor calidad, por lo que Humanwell debería poder conseguir una enorme cuota de crecimiento.
Sin embargo, el Gobierno, al que ya le preocupan las adquisiciones extranjeras, puede tener sus dudas. Por una parte, su excesiva dependencia histórica del aborto en vez de los preservativos para el control de la natalidad facilitaba la transmisión de enfermedades. Y, por otra, el que haya más anticonceptivos podría significar que haya menos niños.
Al igual que en otras sociedades del este de Asia, la tasa de natalidad en China es muy inferior a la tasa de reemplazo media de 2,3 hijos por mujer. La infame política del "hijo único" de Pekín, que se empezó a aplicar en 1979, combinada negativamente con la preferencia cultural por los hijos, hace que la República Popular se esté quedando sin trabajadores y sin madres. Una cuarta parte de la población podría tener más de 60 años hacia 2030.
China suavizó la política en 2015, y algunos fabricantes de preservativos sufrieron una caída de las ventas, según Transparency. Pero los temores de un hundimiento eran exagerados; muchas mujeres tienen solo un hijo o no tienen. En 2016, los nacimientos aumentaron un 7,9%, es decir, 1,3 millones más, muy lejos de las previsiones del Gobierno de tres millones más por año.
Eso es decepcionante para los inversores que compraron acciones de fabricantes de leche, porque creían que la explosión de natalidad era inminente. Pero es un buen presagio para Humanwell.
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