La geopolítica en los mercados
La inestabilidad política ocupa un papel destacado en la indigestión que sufren las finanzas y divisas
La política ha sido siempre una dimensión relevante en la valoración de escenarios y proyecciones macroeconómicas. Sin embargo, en los últimos años, la influencia potencial de shocks geopolíticos —como resultados electorales inesperados, tensiones diplomáticas y bélicas, terrorismo en diferentes manifestaciones— ocupa un lugar central en el análisis y en los foros de debate sobre coyuntura económica, con un peso que, probablemente, no ha tenido desde la Guerra Fría. El Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial muestra que, en 2017 fenómenos como condiciones climáticas extremas o la inmigración masiva e involuntaria se ven acompañados por otros como ataques terroristas a gran escala o vulneraciones masivas de ciberseguridad como los focos de incertidumbre con mayor probabilidad de ocurrencia.
La inestabilidad política ocupa un papel destacado en la indigestión que sufren mercados y divisas con frecuencia. No son necesarios desastres naturales, los riesgos geopolíticos se están convirtiendo en una incómoda constante. La falta de liderazgos sólidos y los devastadores efectos de la corrupción hacen temblar los cimientos del orden económico internacional. La semana pasada fueron la perspectiva de una moción de censura al gobierno brasileño o los mensajes diplomáticamente mejorables emitidos desde el gobierno estadounidense. El “índice del miedo” VIX registró varios repuntes. La ruptura del bipartidismo y la previsión de gobiernos u oposiciones inestables también ocupa un lugar destacado en muchas localizaciones. La mayor parte de los medios especializados colocó ayer a España nuevamente en un terreno político deslizante tras este fin de semana.
Hay, incluso, mercados como PredictIt en los que se invierte en la probabilidad de que Trump afronte un impeachment. En tan sólo dos semanas la probabilidad de que ocurriera en 2016 pasó del 16% al 26% en ese mercado, y todo apunta que para 2017 podría ser superior al 60%. Y un gran número de estimaciones valora el efecto de los conflictos. En países como Corea del Sur se demuestra que la proliferación nuclear en su vecino del norte tiene un impacto significativo y duradero en la bolsa y la inversión internacional. Muchas de estas tendencias proceden de la generación de un nuevo orden político-económico y de la constatación de la escasa resistencia de éste a fenómenos de elevado estrés como la última crisis financiera. Algunos fenómenos como la rapidez del cambio tecnológico o la polarización social y cultura van a complicar aún más las cosas. Incluso el tratamiento de la información en la era de la posverdad —donde pesa más una mentira sonada y acelerada que un sosegado y contrastado análisis— tiene una incidencia económica que debería estimarse. La receta para gobiernos estables y economías resistentes sigue siendo impulsar un crecimiento inclusivo, que reduzca la desigualdad y favorezca las oportunidades. Un entorno en el que las reformas permitan salarios acordes con la recuperación y donde las nuevas generaciones, aunque se enfrenten a un mundo más complejo, puedan pensar en un futuro igual o mejor que el de sus padres.
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