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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los españoles, con Macron y con... Merkel

La aportación al futuro de la unión económica impulsa el camino hacia un Maastricht-2

Xavier Vidal-Folch

Las crónicas recogen que Alemania recela de los planes europeístas del Président Emanuel Macron: presupuesto para la eurozona, eurobonos, ministro común de una Hacienda común.

Revelan solo parte de la realidad, la aflorada: en época preleectoral bajo la guadaña populista, se impone públicamente la prudencia. Créanlo: solo públicamente. Privadamente, la canciller Angela Merkel confiesa, en reuniones selectas, otros propósitos: “Haré grandes cosas con Macron, le apoyaré y nos apoyaremos”.

Eso no es opinión, sino dato recopilado por testigos. El punto diabólico para los alemanes, la mutualización europea de las deudas nacionales, acabará resolviéndose cara al futuro (una parte de la deuda a emitir) más que sobre el pasado (la ya emitida). Y será aún más así si se impone —o codecide con Merkel—, el socialista Martin Schultz.

El europeísmo aliviado se infla con razón porque pasó la prueba de las urnas de un programa refundador (mejor, culminador) del euro. Y en un país clave, la France, tan eurófilo como eurotemeroso. Y comparte (por ahora en la intimidad) el programa de máximos para una completa unión económica y monetaria (UEM).

Macron no innova, proyecta. Pero es valiente, lo hace en voz alta: sometió su proyecto europeísta a electores desanimados, desafectos o desconcertados.

Casi todo lo que sostiene explícitamente estaba ya implícitamente fraguado. Incluso con más detalle, en el informe de los cuatro presidentes (Hacia una auténtica unión económica y monetaria, 26/6/2012, Euco 120/129) y en el de los cinco (Realizar la unión económica y monetaria europea, 22/6/2015, web de la UE). Y España recoge ahora ese legado.

Pero si es un legado ya bastante trazado, ¿dónde radica el valor de la contribución española?

En que confirma y actualiza — en un momento súper oportuno— la voluntad europeísta que ya vertió en el excelente documento Spanish contribution to discussion about governance of the European monetary union (27/5/2015) (vean la web de La Moncloa); recuerden, en estas páginas, Un excelente plan español para la UE, 27/5/2015).

En que supone un fuerte impulso político a la mayor integración europea al trazar una rápida y ambiciosa síntesis de toda la literatura oficial sobre la necesidad, la urgencia de completar la UEM.

En que reclama una unión fiscal (presupuestaria) más activa —en sintonía con la permanente reivindicación del BCE de Mario Draghi— como complemento de la política monetaria común expansiva (¿podemos manejar juntos la moneda y no el presupuesto?); y ello, justo en la amplia víspera de que esta deje de serlo, al menos en parte, y arroje a los endeudados sureños (también nosotros) a tipos al alza que encarezcan la factura de la deuda, del crédito y de... la respiración.

Y en que la lista concreta de elementos para esa unión presupuestaria es adecuada. Además de los puntos básicos relanzados por Macron, repasemos: la capacidad fiscal, con un fondo de riego cotidiano y un seguro de desempleo complementario europeo; la mayor armonización de la legislación bancaria, de los créditos dudosos y de las normas de insolvencia; un objetivo fiscal para la eurozona de carácter “agregado” y no solo nacional (algo muy innovador); la coordinación efectiva de las reformas estructurales.

Pero el documento español es cojo en el énfasis sobre la necesidad de institucionalizar el Eurogrupo —hoy, un ovni descontrolado— y su rendición de cuentas democrática ante el Parlamento.

Y en el desarrollo concreto de un nuevo código de convergencia real: un Maastricht-2 armonizando los impuestos sobre sociedades, aproximando los mercados laborales e incrementando la inversión, sobre todo de I+D. Como propone el Parlamento Europeo (informe A8-0038/2017, de 13 de febrero). Ahí está todo.

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