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‘Brexit’ para salvar el curry

La influyente comunidad india en Reino Unido respaldó la salida de la UE con el fin de recuperar el ingreso de trabajadores extracomunitarios para el sector de restaurantes

Brick Lane, la zona de Londres con mayor concentración de restaurantes indios.  
Brick Lane, la zona de Londres con mayor concentración de restaurantes indios.  Lidia Casasu

Los defensores del Brexit contaron con un apoyo peculiar en el referéndum celebrado el pasado mes de junio: los restaurantes de comida india. La patronal pidió a los británicos que votaran a favor de que Reino Unido dejara la Unión Europea para “salvar” las tradicionales curry houses (casas de curry), una industria de la que dependen más de 100.000 empleos y que mueve más de 4.000 millones de libras esterlinas cada año. Al menos dos locales se ven obligados a cerrar cada semana, según el gremio, que atribuye esta crisis a la escasez de gente, y no precisamente de clientes: lo que les hace falta con urgencia es mano de obra.

Entre 2.000 y 2.500 restaurantes indios han echado el cierre en los últimos dos años y medio, según datos de la Asociación de Proveedores de Comida Bangladesíes (BCA), que representa los intereses de 12.000 establecimientos en Gran Bretaña. Su vicepresidente, Oli Khan, cree que otro millar puede correr la misma suerte en los próximos seis meses. “El problema empezó hace un par de años, cuando el Gobierno endureció los requisitos para traer trabajadores de fuera de la Unión Europea. Antes, había que garantizar a los ­chefs un salario de 18.000 libras al año para que les concedieran el visado. Ahora, tienen que ser de 29.570, además del alojamiento y la comida. En este país, el sueldo medio de un cocinero está en las 25.000 libras, ¿por qué nosotros tenemos que pagar más?”, se pregunta. Según la normativa migratoria inglesa, la remuneración de un cocinero ha de ser mayor que la de un geofísico o un ingeniero petrolero traídos del extranjero.

Oli Khan, de la asociación de proveedores de Bangladés.
Oli Khan, de la asociación de proveedores de Bangladés.

Empleados originarios

Si bien el foco se ha puesto en los cocineros, Khan afirma que la escasez también se da a la hora de cubrir puestos como el de camarero o asistente de cocina. El sector busca empleados de países como India o Bangladés. “Nosotros comemos curry desde que tenemos un año, vemos a nuestros padres cocinarlo y por lo tanto tenemos una base. Pero los europeos, muchos rumanos y polacos por ejemplo, no lo han probado en su vida. No les gusta, así que, cuando vienen, tardan tres o cuatro veces más en aprender”, justifica.

La patronal está convencida de que cuando el Brexit acabe con la libre entrada de trabajadores europeos a Reino Unido, el Gobierno se verá obligado a facilitar la contratación de empleados extracomunitarios para compensar la pérdida de mano de obra. “El Brexit será bueno para nuestra industria porque permitirá la llegada de más gente del sur de Asia. Estaremos fuera de la UE, pero nos quedará aún la Commonwealth [a la que también pertenecen países como India, Pakistán y Bangladés], que tiene que ser nuestra prioridad”, afirma Khan.

A diferencia de España, donde el curry es una mezcla de especias, en Reino Unido, la palabra se utiliza para referirse a todo tipo de comida india. O al menos, a los platos que los ingleses consideran indios, como explica la autora de Curry: una biografía, Lizzie Collingham. La realidad es que los restaurantes a los que tanto se han aficionado los ingleses ni siquiera los llevan gente de India: 9 de cada 10 pertenecen a inmigrantes de Bangladés. “El curry es un invento inglés… Una forma extraña de comida india anglicanizada… Muchos de mis entrevistados me contaron que, cuando llegaron de Bangladés y empezaron a trabajar en estos restaurantes, se preguntaban: ‘¿Qué es esto?’, a la hora de servir la comida. No lo reconocían como algo que se cocinara en sus hogares. Así que el argumento de que tienes que aprender este tipo de cocina de tu madre es absurdo porque lo que venden no es lo que comen en casa”, asegura la profesora del Departamento de Historia de la Universidad de Warwick.

El curry se ha convertido en una tradición que muchos británicos reclaman como propia. Incluso existe un comité en el Parlamento dedicado a tratar los asuntos que afectan a esta industria. Su presidente, el conservador Paul Scully, es uno de los que abogan por que se relajen las restricciones sobre la contratación de extracomunitarios tras el Brexit. Aunque otros, como el también conservador George Osborne, han llamado a la industria a formar y contratar británicos. Una idea que los empresarios descartan.

“Los británicos no quieren trabajar aquí, quieren un empleo que empiece a las 9.00 y acabe a las 17.00”, asegura Abdul Ahad, el propietario de City Spice, uno de los restaurantes de la calle de Brick Lane, el epicentro del curry en Londres. Por eso, él solo anuncia sus ofertas en “centros de empleo asiáticos”. A pocos metros, en The Monsoon, Shams Uddin admite que ningún británico ha acudido nunca a su local en busca de trabajo: “Son muy perezosos, solo quieren sentarse a ganar dinero”. Ambos empresarios aseguran que necesitan al menos tres personas más para que sus negocios marchen de forma óptima, pero que no encuentran a nadie. “He tenido que subirles el sueldo a mis empleados para que no se vayan. A veces eres consciente de que no valen lo que les estás pagando, pero se lo das porque nadie más quiere hacer este trabajo”, lamenta Uddin.

El relevo generacional tampoco es una opción: los británicos de origen bangladesí se han mantenido lejos de las especias a instancias de sus propios padres. Según un informe del Instituto de Estudios Fiscales (IFS), uno de cada dos estudiantes de esta etnia irá a la universidad frente al ratio de uno de cada tres de los alumnos británicos blancos. De los ocho hijos de Uddin, solo uno se ha interesado por sucederle en el negocio familiar. Entre el resto, hay tres médicas, un abogado, un informático y dos estudiantes. “Nosotros entramos en esta industria, que es muy dura, porque no teníamos otra opción. Las nuevas generaciones sí la tienen”, explica el empresario.

Pero lo que la prensa inglesa ha bautizado como la crisis del curry podría ser solo el primer síntoma de las consecuencias de endurecer las políticas de inmigración en un país donde, pese a recibir más de 300.000 extranjeros cada año, la tasa de desempleo registró el pasado mes de noviembre su mejor cifra en 11 años: 4,8%.

Relevo completo

La escasez de personal siempre ha sido un problema fundamental en el sector de la restauración, como explica Peter Backman, director de la consultora especializada en alimentación Horizon: “La gente llega de otros países de Europa y consigue empleo en restaurantes durante su primera semana, pero en realidad, continúa buscando algo más fácil y con horarios menos complicados. Así que no es inusual que el 100% de la plantilla de un restaurante cambie en un periodo de un año, y eso tiene un coste”. Pero con el Brexit, la situación se ha agravado: “Menos gente ha mostrado interés en venir y los que lo han hecho son los menos cualificados”. La comida india puede haber sido la primera en notarlo porque las restricciones empezaron antes y, como el propio sector admite, es una industria en la que no quiere trabajar nadie.

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