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“Con Donald Trump, se hace aún más necesario un estímulo al crecimiento económico”

Según Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea

Claudi Pérez
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici. EFE/OLIVIER HOSLET
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici. EFE/OLIVIER HOSLET

“2017. Marine Le Pen ha ganado las elecciones presidenciales. Por primera vez, la extrema derecha gobierna Francia”. Con esa distopía arranca Si es medianoche en Europa, el último libro de Pierre Moscovici. Después de dos años nada fáciles, el comisario francés se erige como una de las voces con personalidad propia en Bruselas: contra la opinión de los halcones, acaba de dar un giro a la política económica, que después de más de un lustro aparca la austeridad.

Socialdemócrata, discípulo de Strauss-Kahn y con dos décadas de experiencia política a sus espaldas, Moscovici (París, 1957) enumera un cúmulo de razones por las que ha llegado el momento de un estímulo fiscal —tímido: esto aún es Bruselas— en la eurozona. Europa está atrapada en una trampa de bajo crecimiento y baja inflación. El paro es insoportablemente alto. La inversión no aparece. Los recortes han dejado profundas cicatrices. La desigualdad es lacerante. Solo al final de ese argumentario aparecen Le Pen y Donald Trump. Y ese, más que los argumentos económicos, parece el meollo de la cuestión.

‘Nein’ para empezar. “La victoria de Trump y el ascenso de las fórmulas populistas hacen aún más necesario ese estímulo para impulsar el crecimiento, reducir el paro y limitar la desigualdad. Tras el Brexit y otros desarrollos geopolíticos, los riesgos son elevados y ese estímulo es imprescindible”. “Ese cambio en la política fiscal”, subraya, “no se debe a Trump, pero su triunfo redobla la necesidad de aplicar otra política económica”.

Alemania ha respondido ya con su inevitable nein —al menos de puertas afuera—, y a la Comisión no le será fácil que esa recomendación se aplique y algunos países gasten e inviertan más. “Habrá un debate muy vivo con los ministros de Finanzas en el Eurogrupo”, apunta un Moscovici que saca a pasear media sonrisa irónica. “Creo que la Comisión recibirá apoyos porque los riesgos están ahí: un periodo demasiado largo de bajo crecimiento, desigualdad y paro es el caldo de cultivo para los populismos”

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“Hay que cambiar de políticas para demostrarle a los europeos que en Francia Le Pen no es la respuesta a este desafío; que en Italia las soflamas antieuropeas no son la solución. Pero lógicamente la efectividad de esa recomendación dependerá de la buena disposición de los Estados miembros para seguirla”, admite. “Toda la comunidad internacional, empezando por el G-20, comparte nuestra posición”.

Toda la comunidad internacional... con la excepción de Alemania. Para Bruselas es relativamente sencillo presionar a los países que incumplen las reglas del déficit, y sin embargo se antoja complicado obligar a gastar a Berlín y a los países que acumulan superávits comerciales y posiciones fiscales cómodas, aunque la canciller Merkel ha anunciado ya una rebaja de impuestos y elevará el gasto en defensa.

“Hay que impulsar el crecimiento, reducir el paro y limitar la desigualdad”

La paradoja actual

“Hay que acabar con la paradoja actual: los países que no tienen margen fiscal quieren usarlo, y los que disponen de ese margen no quieren utilizarlo. Necesitamos una política económica europea, que cuide de la zona euro en su conjunto”, apunta.

¿Bruselas contra Berlín? ¿Cómo se presiona a Alemania? “Llevamos años diciendo que la inversión en Alemania y otros países es insuficiente, según el procedimiento de desequilibrios macroeconómicos. Ahora disponemos de un nuevo instrumento: esa posición fiscal agregada”, que permite mirar a la eurozona como una economía en su conjunto, no como un mosaico de 19 países.

“Espero que el Eurogrupo, el Ecofin y los líderes europeos apoyen esta idea. Pero no se trata de ejercer presión desde Bruselas: se trata de hacer un llamamiento colectivo para diseñar la política económica más adecuada para toda la eurozona, que permita reducir los desequilibrios. Es un paso real hacia la unión fiscal, con la Comisión en el papel de ministro de Finanzas del euro”.

¿Tarde, poco y mal? Mario Draghi y su BCE llevan mucho tiempo diciendo que la política monetaria no puede ser el único estímulo para una eurozona metida en una trampa de liquidez, en un estancamiento secular, en una recesión de balances o como quiera llamarse la enfermedad económica que aqueja al continente. “Tenemos una política monetaria expansiva. Tenemos reformas. Tenemos un primer repunte de la inversión después del Plan Juncker, que se va a duplicar. La expansión fiscal viene a completar el cuadro”.

“No hay relajación de reglas; los que no han cumplido objetivos, deben hacerlo”

Llegar tarde y con poco dinero

El problema es que puede que ese viraje llegue tarde y sea escaso. La austeridad fue la norma hasta 2013. Después la política fiscal fue neutral en 2014 y 2015, y ligeramente expansiva en 2016. Ahora Bruselas quiere acelerar: “Quizá en su día hubo unos errores, pero globalmente esa consolidación fue necesaria. Luego se fue suavizando y ahora tenemos déficits públicos inferiores al 2% del PIB como media. Es el momento de hacerlo”.

¿Qué harán España o Italia? Moscovici no ve contradicción entre los ajustes que pide Bruselas a países como España o en menor medida Italia y esa recomendación. “No estamos pidiendo una relajación de las reglas: la recomendación dice con claridad que los países que no han cumplido sus objetivos deben hacerlo. El mensaje es más para quienes tienen margen y no lo están usando”. “Las tensiones entre la necesidad de apoyar la recuperación a corto plazo y asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas a medio plazo son fuertes en algunos países con altos niveles de deuda y déficit: en esos países, una política fiscal demasiado activa podría aumentar los problemas de confianza. Por eso la recomendación diferencia según el margen fiscal de los miembros”, cierra el comisario.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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