EE UU intervino para frenar la venta de la tecnológica alemana Aixtron a China
Los servicios secretos estadounidenses influyeron para evitar que los productos se usen con fines militares, según el diario 'Handelsblatt'
25 años después de la defunción simbólica de la Guerra Fría, Berlín volvió a convertirse en el epicentro de una delicada acción de espionaje, esta vez industrial, liderada por la CIA y que puede desencadenar un conflicto comercial entre China y Alemania. Durante una reunión celebrada la semana pasada en la sede de la embajada de Estados Unidos en Berlín, los servicios secretos de EE UU intervinieron para impedir la venta de Aixtron, una empresa del sector tecnológico alemán, al grupo inversor chino Fujian Gran Chip Investement y que ya había sido aprobada por el ministerio de Economía alemán.
En el mes de julio pasado la empresa china ofreció 670 millones de euros por una participación mayoritaria, una acción que fue bien recibida por los accionistas de Aixtron y también por la planta ejecutiva, que vieron en la oferta una posibilidad para obtener una inyección de capital que necesita con urgencia. Hasta mediados de octubre, el grupo inversor chino, gracias a la bendición que recibió de parte del ministerio de Economía que, en su momento, no puso objeción a la compra, ya contaba con una oferta para adquirir el 65% de las acciones.
Pero el viernes pasado, el ministerio de Economía informó a la empresa alemana que había decidido retirar el certificado de autorización otorgado el 8 de septiembre pasado y anunció la reapertura de un proceso de examen. La inédita decisión del ministerio, que dirige el socialdemócrata Sigmar Gabriel, fue anunciada por la empresa alemana y confirmada por una portavoz del ministerio, que evitó ofrecer detalles sobre las razones de la marcha atrás del gobierno, aunque sugirió que el ministerio deseaban tener más informaciones en "materia de seguridad".
Pero este jueves, el periódico económico Handelsblatt reveló que habían sido los servicios secretos estadounidenses los que habían intentado impedir la compra venta de Aixtron en el curso de una reunión secreta en la que participaron, aparte de agentes de la CIA; altos funcionarios de la cancillería alemana, del ministerio de Economía, de Defensa, del Interior y representantes de los servicios secretos alemanes.
"Los americanos mostraron, según fuentes de los servicios secretos alemanes, pruebas que señalan que los productos que se fabrican en Aixtron puedan ser utilizados en el campo militar", escribió el periódico, en un reportaje que lleva como título "Operación secreta Aixtron". "En Washington temen que China pueda utilizar los chips que fabrica Aixtrom en su programa nuclear", señala.
Una empresa con problemas económicos
Aixtron, una empresa que tiene su sede en Herzogenrath emplea a 750 personas y tuvo un volumen de facturación, en 2015, de 200 millones de euros. Pero la empresa, que produce instalaciones para la fabricación de semiconductores y nanotecnología no goza de buena salud y necesita con urgencia capital fresco para mantener con vida su centro de investigación y desarrollo.
La medida anunciada por el ministerio de Economía germano cayó como un balde agua fría en la sede de Aixtron, que aún no ha recibido una explicación oficial de Berlin. La perplejidad que reina en la sede de la firma es aún mayor a causa de su larga tradición de exportación con países asiáticos, incluido China. En los últimos 30 años, la empresa nunca tuvo problemas para obtener permisos de exportación a clientes en Taiwán, Corea del Sur y China.
"Nosotros no tenemos influencia en lo que hacen los clientes con nuestros productos", dejó saber la empresa en un comunicado donde pretende anular las sospechas que planteó la CIA al grupo de altos funcionarios del gobierno alemán. "Aixtron no produce chips sino que vende instalaciones para la fabricación de semiconductores y, desde 1983, hemos vendido más de 3.000 instalaciones en todo el mundo", señaló.
Desde el viernes la venta de la empresa alemana a los inversores chinos quedó congelada hasta nuevo aviso. El proceso de revisión que anuncio el ministerio puede durar meses y es casi seguro que la decisión final inaugure un nuevo e inédito capítulo de proteccionismo alemán para poner freno a la compra de empresas alemanas por grupos chinos, una estrategia auspiciada por el gobierno de Pekín.
Tan solo en el primer semestre de 2016, los inversores chinos gastaron 9,7 mil millones de euros para comprar 37 empresas alemanas, entre ellas, la famosa KUKA, una empresa especializada en la fabricación de robots industriales y que fue por adquirida por gigante chino Midea, que pago casi 4 mil millones de euros.
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