Los diez datos que demuestran que las mujeres sufren discriminación laboral
Fedea presenta un informe en el que constata que las mujeres tienen más dificultades para encontrar un trabajo, más trabas para ascender y están peor pagadas
Las mujeres están discriminadas laboralmente. Es un hecho y los datos lo corroboran. El centro de estudios de economía aplicada (FEDEA) presentó este lunes un estudio en el que analiza la situación de las mujeres en el mercado laboral. El resultado refleja que "pese a que tienen más formación y nivel educativo sufren discriminación en materia de empleo, salarios y acceso a posiciones de liderazgo".
El informe, elaborado por José Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra, muestra "que se han producido avances muy importantes en este campo durante las últimas dos décadas". Sobre todo por la incorporación de la mujer al mercado laboral. La tasa de participación laboral femenina ha alcanzado prácticamente la media de la UE pese a partir de niveles claramente inferiores. El documento, que cuenta con medio centenar de cuadros estadísticos y gráficos, también revela que se ha producido un cambio drástico a nivel educativo: "en todos los grupos de edad menores de 50 años, las mujeres tienen un nivel educativo medio superior al de los hombres y esa brecha aumenta según se reduce la edad". Sin embargo, la discriminación laboral sigue siendo patente. Estos son los datos que lo constatan:
Mejor formadas. "Las mujeres en España tienen más años de educación formal que los hombres. En 2015 aproximadamente el 43% de las mujeres en el mercado de trabajo español habían terminado estudios universitarios frente a un 36% en el caso de los hombres", señala el estudio. Las mujeres más jóvenes y con estudios universitarios tienen, además, una participación laboral más activa que los hombres de la misma edad, lo que permite vislumbrar un ligero avance.
Menos trabajo. En España hay 1.642.000 mujeres menos que están trabajando que los hombres, según datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) elaborada por el INE. La tasa de actividad de ellas es 13 puntos porcentuales (un 53,9%) inferior a la de los hombres. La inserción laboral, que recoge ocupados y personas que buscan empleo, también muestra diferencias: La tasas de participación laboral de las mujeres es de unos 14 puntos inferior a la de los hombres. En las generaciones más jóvenes esta brecha se está reduciendo pero "aún hay margen de mejora".
Sufren más desempleo. La brecha entre el paro masculino y femenino está volviendo a crecer con la recuperación económica. No obstante, esta diferencia se ha reducido sustancialmente en los últimos 20 años. Y a raíz de la crisis financiera de 2008 y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, un sector intensivo en empleo masculino, se acentuó la convergencia por la pérdida de trabajo de trabajadores de la construcción. Pero la distancia ha vuelto a crecer desde que la economía comenzó a mostrar síntomas de recuperación a finales de 2013.
Empleo de peor calidad. La tasa de parcialidad no deseada, conocido como subempleo, son especialmente elevadas entre las mujeres. El 57% de las trabajadoras está ocupada a tiempo parcial porque no ha logrado encontrar un trabajo a jornada completa. Es decir, 1,16 millones de mujeres se encuentran actualmente en esta situación, más del doble que los hombres que están en la misma tesitura.
La situación familiar afecta. La brecha de la participación laboral en España no mejora con independencia de la edad de los hijos porque se produce una desconexión del mundo laboral después de la maternidad. La diferencia entre la inserción laboral de los hombres y las mujeres llegó a rondar los 40 puntos para féminas con hijos, con independencia de la edad, a principios de los años 2000. Aunque la distancia se ha reducido sigue por encima de los 20 puntos. Frente a esto, las mujeres sin hijos tienen la misma participación laboral que los hombres.
Las tareas domésticas generan desigualdad. "Cuanto más desigual es la distribución de tareas domésticas dentro del hogar, mayor es la brecha de género en la participación laboral", señala el informe. Las mujeres dedican al día 2,5 horas más de media a las tareas del hogar (incluyendo el cuidado infantil) que los hombres y los hombres destinan una hora al día más al ocio y tiempo libre.
Peor remuneradas. Las mujeres cobran de media por hora un 20% menos que los hombres, según el estudio. La diferencia está distorsionada por las diferentes ocupaciones que ocupan unos y otras por las dificultades que tienen las mujeres para acceder a puestos mejor retribuidos y de más responsabilidad (techo de cristal). Esto no supone que ante dos puestos iguales haya esa diferencia. Si no que se explica por la dificultad de las mujeres a acceder a determinados cargos y a la parte variable del sueldo. Ademas, si se hace un cálculo en el que se consideren la experiencia —las mujeres percibirían menos de media por su tardía incorporación al mercado laboral y por la parte variable— y la formación —las mujeres tienen de media mejor nivel educativo que los hombres— el resultado sería similar, según explica Conde-Ruiz. Un estudio realizado por Sara de la Rica concluye que la brecha salarial crece con la retribución variable.
Sobrecualificadas. "Un mayor porcentaje de mujeres que de hombres están sobrecualificadas para el puesto que ocupan", explica el informe. En España el porcentaje de mujeres que tienen una formación mayor que el trabajo que desempeñan supera en tres o cuatro puntos al de los hombres. Es la mayor tasa de los países de nuestro entorno, pero también ellos sufren mayoritariamente este problema.
Menor desarrollo profesional. "Existe un preocupante estancamiento en el porcentaje de mujeres que ocupan la categoría de manager (por debajo del 30% en las últimas décadas", sostiene el documento. Desde principio de los noventa la proporción de mujeres con capacidad de gestión se mantiene estable en el entorno del 30%. Además, "las mujeres están claramente subrepresentadas en las principales instituciones del país, aunque en línea con la media europea".
Techo de cristal. Solo el 17% de las consejeras de las grandes empresas son mujeres, una tasa muy por debajo de la media europea. En la representación empresarial, solamente una de cada diez ejecutivos de máximo nivel son mujeres y solo el 3% son consejeras delegadas. Además, la brecha salarial se amplía en los salarios más altos (por la parte variable: bonus, gratificaciones, incentivos).
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