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China compra joyas alemanas

Una serie de adquisiciones en el sector tecnológico provoca recelos entre la opinión pública

Angela Merkel y Barack Obama, en una exhibición de robótica alemana en la feria de Hannover.
Angela Merkel y Barack Obama, en una exhibición de robótica alemana en la feria de Hannover. Tobias Schwartz

El pequeño LBR Iiwa, un robot innovador y dotado de una gran intuición para garantizar la seguridad gracias a su tecnología de sensores, tenía reservada una sorpresa a la canciller Angela Merkel y al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante la inauguración el pasado 25 de abril de una nueva edición de la Hannover Messe, la mayor feria industrial del mundo. El pequeño robot construido por Kuka, una de las joyas más exquisitas de la industria germana, ofreció un espectáculo de danza para los mandatarios y otros 3.300 invitados, donde los asistentes fueron simples comparsas. "¿También es capaz de exprimir un limón?", quiso saber Merkel, impresionada por las habilidades del robot, que es capaz de llenar un vaso de cerveza o preparar una taza de café exprés sin derramar una gota.

Pero el futuro de Kuka comenzó a cambiar drásticamente un par de semanas después de que la Feria de Hannover cerrara sus puertas. El gigante chino Midea, especializado en la fabricación de electrodomésticos, ofreció pagar 4.500 millones de euros por la empresa con sede en Augsburgo. La oferta causó inquietud en la sede de la patronal y convenció al ministro de Economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, a poner en marcha una inédita campaña para impedir que el grupo chino se convirtiera en propietario de una firma puntera en la llamada industria 4.0. Gabriel llamó entonces a las puertas de los grandes conglomerados industriales germanos para intentar formar un grupo capaz de hacer una contraoferta.

La idea del ministro de Economía fue apoyada por el comisario europeo de Economía y Sociedad Digitales, Günther Oettinger (también alemán) que intentó hacer lo propio a nivel europeo con un mensaje convincente: "Kuka es una firma de éxito en un sector estratégico que es crucial para el futuro digital de la industria europea", dijo. Todo fue en vano. Ni la industria alemana ni la europea mostraron interés y Midea pudo anunciar hace una semana que ya poseía el 95% de las acciones de la empresa.

La compra de Kuka, que se ha especializado en la fabricación de robots industriales, ha dejado al desnudo otra realidad que está siendo analizada con lupa en los pasillos de la gran industria alemana, en las oficinas del ministerio de Economía y también por las firmas consultoras que analizan el mercado local: China está gastando cientos de millones de euros en la compra de firmas germanas.

Un mercado codiciado

En 2016, los herederos capitalistas de Mao Zedong iniciaron su gira de compras en Alemania con la adquisición de una filial de Krauss-Maffei, especializada en la fabricación de materiales de plástico, por la que pagaron 925 millones de euros. Poco después otro consorcio chino anunció que había adquirido EEW, una sociedad que tiene su sede en Hannover y que se especializa en el reciclaje de basura. El precio, casi 1.000 millones de euros.

La analista de la firma Ernst & Young, Yi Sun, publicó un informe el pasado julio donde señalaba que Alemania se ha convertido en el país preferido de Europa para los cazadores de empresas chinos. Tan solo en el primer semestre de 2016, los inversores del país asiático se gastaron 9.700 millones de euros en la compra de 37 empresas. El salto es tremendo: durante todo 2015 habían invertido 475 millones de euros para hacerse con 39 compañías. El informe cautivó a la prensa económica alemana, que se formuló una pregunta casi existencial: ¿Por qué?

Yi Sun tiene una respuesta. "El made in Germany sigue teniendo una muy buena reputación a nivel internacional, porque los alemanes tienen fama de ser diligentes y cumplidores", afirma la consultora. "Hablan muy bien inglés y, en comparación con otros países europeos, hay muy pocos conflictos laborales. El alto nivel de educación y, por supuesto, la alta calidad de la investigación y la producción representan un gran atractivo para los inversores chinos".

El diario sensacionalista Bild, el más leído del país, publicó este jueves que el capital chino está interesado en clínicas, empresas farmacéuticas y también en comprar clubes de fútbol de la primera división (Bundesliga). "Las perspectivas para el segundo semestre son muy buenas" dice Yi Sun. "Habrá al menos dos grandes transacciones. El dinero no es un problema para los inversores chinos".

Otro tema que ha despertado interrogantes entre la opinión pública es el peligro de transferencia de técnicas de producción y tecnología al gigante chino. Para la poderosa Asociación Federal de la Industria Alemana (BDI, en sus siglas en alemán), "en las empresas que son consideradas como estratégicas, por ejemplo, en el sector de la industria 4.0, ha nacido una preocupación sobre la posibilidad de que haya una fuga de la tecnología", afirma Patricia Schetelig, jefa adjunta de la división de Mercados Internacionales. "Nos debemos tomar en serio esa preocupación, pero la experiencia demuestra que es injustificada. Si existe una oferta en firme de un inversor chino de renombre y si las disposiciones aplicables en el comercio exterior son respetadas, como el derecho de la competencia, no hay nada en contra de una toma de control de la compañía".

Yi Sun admite que muchos ejecutivos alemanes temen una cierta transferencia de tecnología pero, al igual que la experta de la BDI, cree que los temores son infundados. "Los inversores chinos están comprando en su mayoría empresas de tecnología. Ellos quieren mantener las plantas de producción y establecer además una filial en China, donde los productos se van a distribuir en el mercado local. Y las empresas alemanas están entusiasmadas ante la perspectiva de ampliar sus fronteras allí". señala la experta.

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