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China, el gran superproductor de acero

La segunda economía del mundo aumenta sus exportaciones, mientras sus rivales le acusan de "dumping"

Macarena Vidal Liy

Chimeneas que no dejan de escupir nubes de humo. Decenas de fábricas que salpican el horizonte. Es el resumen del paisaje en regiones enteras del noreste de China, donde se concentra buena parte de la industria del acero del mundo. Con un crecimiento exponencial de su capacidad en la última década, China se ha convertido en el principal productor global; y, según denuncian sus rivales en la Unión Europea y Estados Unidos, en un competidor desleal que anega los mercados con precios artificialmente baratos.

Un trabajador en una planta de acero de Steel Group Corporation en  Yiangsu (China).
Un trabajador en una planta de acero de Steel Group Corporation en Yiangsu (China). Kevin Frayer (Getty Images)

La capacidad global, según los datos de la OCDE, era en 2015 de 2.370 millones de toneladas. De ellos, China acumula 1.140 millones, casi la mitad mundial. Una cifra muy superior a la demanda interna, que ha ido disminuyendo en intensidad a medida que se ha reducido el crecimiento de la economía china en los últimos cuatro años y le ha generado un exceso de capacidad en torno a los 400 millones de toneladas anuales.

“Según numerosas estimaciones, la sobrecapacidad del sector acerero solo en China es más del doble de la capacidad de producción del segundo productor mundial, la Unión Europea”, aseguraba recientemente el embajador de la UE en Pekín, Hans Dietmar Schweisgut.

Pekín ha prometido tomar medidas para atajar ese exceso de capacidad, que ha generado guerras de precios, pérdidas e incapacidad de las empresas para devolver sus créditos. El plan quinquenal de China para 2016-2020 prevé eliminar entre 100 y 150 millones de toneladas de producción anual a lo largo de los próximos cinco años, más del total de la producción anual estadounidense. Los cálculos oficiales hablan de pérdidas de 1,8 millones de puestos de trabajo, para los que el Gobierno ha ofrecido un plan de asistencia de 100.000 millones de yuanes. En 2014 se recortaron 31 millones de toneladas. Para 2017 se espera que se hayan eliminado 80 millones más.

La alternativa de los productores chinos ha sido aumentar las exportaciones: en 2015 batió su récord y vendió 112,4 millones de toneladas en el exterior, un aumento del 19%. Pero por un valor menor que en años previos: un total de 62.800 millones de dólares, un 10,5% menos que en el año anterior.

Sus competidores alegan “dumping”. Estados Unidos ha impuesto esta semana aranceles del 500% al acero plano laminado en frío -que se usa para la fabricación de electrodomésticos y automóviles, entre otras cosas- procedente de China.

China niega que venda por debajo de coste y asegura que, simplemente, sus productores son más eficientes y sus costes son menores. “El exceso de capacidad es un problema global y todos los países deberían colaborar para hacerle frente. Las medidas proteccionistas no van a ayudar a resolver el problema fundamental, pero formarán una barrera contra el orden comercial internacional y perjudicará la cooperación y el desarrollo sostenible del sector global del acero”, asegura el Ministerio de Comercio.

Beneficios fiscales

Pekín ha insistido también en que continuará adelante con sus planes de conceder beneficios fiscales a las empresas exportadoras de acero. En marzo, las exportaciones crecieron un 30% con respecto al mismo mes del año anterior, para colocarse en 9,98 millones de toneladas, según los datos de sus Aduanas.

Resolver el problema de la sobrecapacidad es algo que “llevará tiempo”, advierte Pekín, reacio a actuar de manera tajante. En muchas regiones, el acero representa una jugosa fuente de ingresos para los gobiernos locales, y de empleo para la población. Muchas de las empresas que deben reconvertirse son estatales, con numerosas conexiones políticas e intereses creados.

Y en el último trimestre, un aumento de la demanda estacional y una reducción de la oferta ha hecho subir de nuevo los precios del acero. Una recuperación que ha hecho que algunas de las empresas que cerraron sus puertas el año pasado hayan retomado la actividad.

El debate sobre el exceso de capacidad tiene también un ángulo político: China considera que, según las normas de su ingreso en la Organización Mundial de Comercio, la Unión Europea debe reconocerle para finales de este año el estatus de economía de mercado. Ello haría más difícil la imposición de medidas anti-dumping contra los productos procedentes de ese país.

La semana pasada, el Parlamento Europeo -que debe dar el visto bueno a la decisión definitiva de la Comisión Europea- emitió una resolución no vinculante para denegar a China ese estatus. Entre sus argumentos mencionaba la sobrecapacidad y las exportaciones baratas.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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