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Mitsubishi incumplió desde 1991 la normativa japonesa de emisiones

La compañía reconoce que ha empleado métodos de prueba que en su país ya no dan por válidos desde hace 15 años

La cúpula de Mitsubishi, con su presidente Tetsuro Aikawa, en el centro, hoy en la rueda de prensa de la compañía
La cúpula de Mitsubishi, con su presidente Tetsuro Aikawa, en el centro, hoy en la rueda de prensa de la compañía THOMAS PETER (REUTERS)
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El escándalo que afecta al fabricante de automóviles japonés Mitsubishi Motors toma nuevas dimensiones. La compañía admitió este martes que ha estado utilizando un método ilegal para calcular el consumo de combustible de sus vehículos durante los últimos 25 años. No se conocen aún cuántos coches están afectados, pero todo indica que las 625.000 unidades estimadas hace apenas una semana son solamente la punta del iceberg.

"Para el mercado doméstico, hemos estado utilizando este método desde el año 1991", aseguró en rueda de prensa el vicepresidente de la empresa, Ryugo Nakao, informa France Presse. Los directivos no detallaron aún qué modelos habrían sido objeto de estas irregularidades, basadas en manipular las cifras de eficiencia energética para hacer creer que los automóviles consumían menos combustible -y emitían menos gases- de lo que realmente es. Por el momento, la compañía sigue defendiendo que el caso solamente incumbe a los coches vendidos en Japón.

De hecho, Mitsubishi solamente ha reconocido estas irregularidades en cuatro modelos de minivehículos, dos de la propia marca (eK Wagon y eK Space) y otros dos que producía para Nissan (DayZ y DayZ Roox). El número de unidades afectadas son unas 625.000, aunque la cifra se calculó teniendo en cuenta que las malas prácticas empezaron a mediados de 2013. La empresa paralizó la producción y venta de estos modelos de forma inmediata.

"Ni siquiera estamos seguros de si en un principio [los empleados] eran conscientes de que el método era erróneo. Podría ser que al comienzo pensaran que las pruebas eran correctas y después esta idea simplemente se transmitió y otros lo hicieran sin cuestionar por qué", explicó el presidente de Mitsubishi Motors, Tetsuro Aikawa.

La compañía, aseguraron los directivos, simplemente no cambió la metodología de sus pruebas para determinar la eficiencia de combustible de sus vehículos cuando hace años las autoridades japonesas modificaron la normativa y pidieron actualizar los exámenes. De hecho, Mitsubishi recopilaba los datos siguiendo los estándares que se utilizan actualmente en Estados Unidos en vez de los que marca Japón. Mientras los primeros se realizan con la premisa de una conducción por carretera y a más velocidad, los del país asiático deben reflejar en mayor medida la conducción por la ciudad, más lenta y con más pausas, lo que se traduce en un aumento del consumo de carburante. "Sólo puedo pedir perdón", repitió hoy Aikawa.

La compañía presentó este martes un informe preliminar sobre el escándalo al Ministerio de Transporte japonés, cuyos funcionarios registraron la semana pasada las oficinas de Investigación y Desarrollo de la empresa. Tras el escándalo, el Gobierno ha urgido a otros fabricantes de automóviles a rendir cuentas sobre cómo realizan las pruebas de eficiencia energética. Mitsubishi, por su parte, ha establecido formalmente un comité formado por tres fiscales sin vinculación alguna con la empresa cuya misión será investigar el caso durante los próximos tres meses.

Mitsubishi aún no especificó cómo compensará a los clientes afectados, pero se prevé que los costes sean enormes. Además de los suyos, la compañía deberá indemnizar a los propietarios de los vehículos vendidos por Nissan y también al Gobierno japonés, que en los últimos años ha concedido ayudas en forma de rebajas fiscales a aquellas compañías que vendieran vehículos que consumieran poco.

Entretanto, las acciones de la compañía siguen en caída libre. Este martes se desplomaron un 9,58% y desde que se conoció el fraude se han dejado prácticamente un 50% de su valor. Las malas prácticas han revivido uno de los peores episodios de la historia de la compañía, cuando a principios de siglo admitió haber encubierto defectos de los vehículos y quejas de los clientes durante décadas. Mitsubishi Motors tuvo entonces que llamar a revisión a más de 160.000 coches, pero su credibilidad quedó muy tocada y sus ventas se hundieron. Otras compañías del grupo tuvieron que rescatarla para evitar su colapso.

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