Recompras en declive
Las recompras de acciones por parte de empresas cotizadas experimentaron un crecimiento sustancial desde 2010 hasta los últimos meses del pasado 2015, tanto a nivel europeo como, especialmente, en EE UU, donde se trata de una operación mucho más arraigada en el mercado. Las empresas españolas no han sido ajenas a esta tendencia, y en los últimos ejercicios aumentaron significativamente sus programas de recompra de acciones. Sin embargo, desde el último trimestre del 2015 hemos asistido a una intensísima reducción del volumen de recompras en todos los mercados de acciones, y las perspectivas apuntan a que los niveles esperables en los próximos años serán bajos y muy inferiores a los de pasados ejercicios.
Para explicar este drástico cambio es indispensable entender los objetivos que se persigue con un programa de recompra y los motivos que sustentan su utilización. La recompra de acciones es una vía de retribución al accionista, al igual que el pago de dividendos, mediante la cual el accionista que lo desee puede vender sus títulos a la compañía y, con ello, obtener un retorno en efectivo. Resulta habitual que las empresas combinen ambas alternativas dentro de su política de remuneración a sus accionistas.
El aumento de las recompras registrado hasta 2015 se explica en primer lugar por la mejora de los resultados empresariales, que permitieron incrementar el retorno al accionista. Sin embargo, hay otros factores adicionales que diferencian las recompras de los dividendos, y que sustentan su crecimiento. El primero es que una recompra disminuye el número de títulos en circulación y, con ello, aumenta el valor de las métricas unitarias, como es el beneficio por acción. Las compañías otorgan importancia a la evolución de estos indicadores unitarios e incluso es habitual que las retribuciones variables de los directivos estén vinculadas a estas métricas, lo que constituye un incentivo a reducir el número de títulos en circulación.
El empeoramiento de las previsiones lleva a las empresas a reducir la recompra de sus propias acciones
Además, y aunque es una práctica vigilada y criticada por algunos reguladores, las empresas utilizan en muchos casos la recompra de acciones como mecanismo de soporte de la cotización, o para trasladar una señal al mercado sobre la minusvaloración que los gestores de la compañía consideran que la sociedad sufre en bolsa. Sin embargo, la experiencia demuestra la negativa gestión de muchas empresas en su operativa con sus propias acciones, como pone de manifiesto que el máximo volumen de recompras se alcanzó en el anterior trimestre al estadillo de la crisis de 2008.
El empeoramiento de las previsiones de beneficios y la fuerte caída de los precios bursátiles aconsejan a las empresas mantener volúmenes de liquidez y reducir al máximo sus programas de recompras de acciones, razones que explican su drástica disminución desde los últimos meses de 2015. Desde el punto de vista del inversor, resulta razonable exigir a los gestores que focalicen sus esfuerzos en la búsqueda de oportunidades de inversión que creen valor al accionista por el puro crecimiento de los flujos generados por el negocio y no mediante efectos ilusorios ligados al aumento de las métricas por acción al reducirse el número de títulos en circulación.
Pablo Mañueco y Jorge Pardo son profesores de Afi Escuela de Finanzas.
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