Cuánto suma el viento de cola exterior
El euro y el petróleo baratos aportaron al menos la mitad del aumento del PIB en 2015
Ya (casi) nadie niega que el crecimiento español de 2014 (1,4% del PIB) y 2015 (3,2%) ha sido catapultado por los vientos de cola externos a la dinámica y las decisiones endógenas locales: sobre todo la depreciación del euro y la reducción del precio del petróleo.
Las preguntas clave son ahora: ¿en cuánto se calcula el impacto de esos vientos? ¿Cuánto PIB han generado? ¿Podrán prolongarse?
No proliferan las respuestas de académicos e investigadores a estas (difíciles) cuestiones. Destaquemos la aproximación del informe Predicciones, alternativas y riesgos, del Centro de Predicción Económica (Ceprede, junio 2015), un think tank más bien moderantista patrocinado por la Cámara de Madrid y la Fundación Universidad-Empresa.
Sostenía el Ceprede que la mitad del crecimiento debe imputarse a ambos factores, que han sido de tamaño “excepcional”: “La tasa de crecimiento del PIB real habría experimentado un impacto exógeno al alza que tendría su efecto máximo en la segunda mitad” del año “y que en promedio supondría del orden de 1,3 puntos adicionales en 2015”. Esos 1,3 puntos equivalían entonces a la mitad del crecimiento proyectado, bajo la previsión de que el PIB aumentaría un 2,6%-2,7% en el año.
Pero lo ha hecho al 3,2%. Y su autor, el profesor de la UAM Julián Pérez, estima que la aportación de ambos habrá sido del 1,5%: “Es un punto y medio de regalo para un año excepcionalmente bueno en términos de PIB”.
No se repetirá, pues se trata de balas que se agotan mayormente en el primer disparo. No es probable un nuevo descenso de la cotización del euro, ni del petróleo como los ya registrados. Por eso la previsión del estudio apunta a una menor aportación de los vientos de cola este año: del 0,6%. Y su responsable considera que la horquilla normal de crecimiento, regalos excluidos, se sitúa entre el 1,4% y el 2%.
Atención, porque el cálculo de esa contribución externa puede ser muy prudente e incluso quedarse algo corto, pues no incluye el margen (acumulativo: esta vez no es de bala única) que ha recibido la economía española gracias a Bruselas. O sea, gracias a la suavización del ritmo exigido en la UE para reducir el déficit público español: a menos recorte, más capacidad de gasto, mayor expansión del consumo y la demanda.
Como factor interno de impulso a la economía, el Ceprede subraya la elasticidad de la creación de empleo respecto del PIB. Si este crece en 2015 poco más del 3% y aquél casi medio punto adicional, esa diferencia va casi enteramente a aumentar el consumo, y por tanto a acrecentar el PIB. Y eso es así porque los ingresos del nuevo empleo (más precarizado y en general peor remunerado) se dedican —necesidad obliga— casi íntegramente al consumo, y no al ahorro o al desendeudamiento.
Pero ¿por qué creció más el empleo que el PIB? Porque antes hubo una exagerada limpia laboral, un sobreajuste brutal de plantillas. De modo que todo aumento marginal de la producción se traslada directamente a empleo, y más, pues se necesita mucha más gente para ir volviendo a los niveles productivos anteriores. Claro que esta causa tampoco funciona en ráfaga, sino como bala de uso único.
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