Recuperar la imagen del sindicato, primera tarea del nuevo líder
La dirección también tendrá que pilotar la reducción de seis a tres federaciones
Josep María Álvarez, nuevo secretario general de UGT, tiene ante sí muchas tareas pendientes. La más importante y urgente es la de recuperar la imagen del sindicato, salpicado en los últimos años en varios escándalos de corrupción (ERES en Andalucía, cursos de Formación, tarjetas black y el caso del histórico líder minero, José Ángel Fernández Villa, que regularizó 1,4 millones en la amnistía fiscal de 2012).
En su discurso a los delegados antes de la votación, ha incidido en las propuestas que lleva su candidatura en ese campo. La primera tarea, ha dicho, será elaborar un plan de viabilidad en todas las organizaciones del sindicato y aportar transparencia en los convenios que la central firme con la Administración. Antes, Álvarez había reconocido ante sus compañeros que "el sindicato no estaba preparado" para afrontar los escándalos de los últimos años.
No obstante, cronológicamente la primera decisión que tendrá que afrontar no mira hacia fuera de la organización, sino hacia dentro. Se trata de pilotar la reducción del sindicato de seis a tres federaciones. Este proceso, que debe estar finalizado el 12 de mayo, no se prevé pacífico, pese a que el plan ya ha sido pactado y aprobado en el Congreso y en comités previos. Las mayores tensiones se esperan en las fusiones de la Federación de Servicios Públicos con la de Trabajadores de la Enseñanza y la del metal con la de industria química y agroalimentaria.
El objetivo es reducir la estructura política del sindicato para ahorrar recursos, ya que otro de los grandes retos del nuevo secretario general es asegurar la financiación del sindicato. En los últimos cuatro años, UGT (y CC OO) han visto como sus arcas han menguado por una doble vía, caída de afiliados y pérdida de fondos de formación, lo que les ha llevado a realizar despidos.
Otro reto al que tendrá que hacer frente la nueva dirección es la pérdida de representación en las empresas. Aunque es un proceso lento y silencioso, UGT ha perdido en los últimos años peso entre los delegados que se eligen en las empresas cada cuatro años. No obstante, esta tarea no es tan urgente porque 2015 fue el año en que hubo más actividad de este tipo y aunque es algo que no para en ningún momento, no será hasta 2019 que vuelva a haber una importante concentración de elecciones sindicales.
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