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China se gasta ya más que la Unión Europea en I+D

El gigante asiático destinó más recursos en 2014. España cae al puesto 27 entre los 34 países de la OCDE

Alejandro Bolaños
Compañía de componentes electrónicos en Tengzhou (China).
Compañía de componentes electrónicos en Tengzhou (China). STR (AFP)

El nuevo plan quinquenal que la Asamblea Popular de China aprobará en marzo vuelve a colocar como prioridad la innovación tecnológica y el gasto en investigación básica y desarrollo experimental (I+D). La última comparación internacional, difundido este mes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), da fe de cómo se toman en Pekín las prioridades: el gasto en I+D se situó en 2014 en el 2,05% del PIB, muy cerca de la meta establecida para este año (2,2%) en el plan quinquenal vigente. Y el esfuerzo económico absoluto del gigante asiático supera por primera vez el que realizan los 28 países de la Unión Europea. En términos relativos (% del PIB), ya alcanzó a la UE en 2012.

En paridad de poder adquisitivo, una metodología que se usa en las comparaciones internacionales para corregir las diferencias de niveles de precios entre países, China destinó 368.731 millones de dólares en 2014 a I+D, mientras que la UE se quedó en 363.047 millones. El país que más se gasta en investigación y desarrollo sigue siendo Estados Unidos, que en 2013, último año con datos publicados, rozó el medio billón de dólares.

Si China cumple los objetivos, no se puede decir lo mismo de la Unión Europea. La Estrategia de Lisboa, acordada en 2000, estableció como meta duplicar el gasto relativo en I+D para alcanzar el 3% del PIB en 2010. Pero en esa década el avance fue lento y apenas se pasó del 1,7% al 1,84% del PIB. A mitad de camino el objetivo se postergó a 2020, pero todo apunta a que tampoco se cumplirá: el esfuerzo apenas alcanzó el 1,94% del PIB en 2014.

En aquella Estrategia de Lisboa, los gobiernos de la UE también asumieron el objetivo de incentivar que hasta el 66% de la I+D fuera desarrollada por el sector privado, cuando en 2000 apenas pasaba del 50%. También aquí el progreso europeo ha sido muy lento, de modo que década y media después, las empresas hacen el 54% de la I+D. El contraste con el modelo asiático es notable: en Japón, Corea del Sur o China,  más del 75% del gasto en investigación y desarrollo corresponde a las compañías, aunque las orientaciones de la planificación central pesan mucho más en la potencia emergente, con un protagonismo muy marcado de grandes empresas públicas.

Adquisición de empresas en el extranjero

Otra diferencia notable es la naturaleza del gasto innovador. Mientras que sus competidores asiáticos (Corea del Sur y Japón) están entre los diez países con más investigadores (el 1,3% y el 1% de los ocupados, respectivamente), y en su mayor parte trabajan en los departamentos de I+D de las empresas, China está aquí a la cola. Apenas el 0,2% de su masa laboral son empleos ligados a la investigación y el desarrollo. Israel y Finlandia encabezan esta clasificación, con cerca del 2% de los ocupados trabajando en I+D.

Esa diferencia apuntala la idea de que una parte relevante del gasto innovador de China se destina a adquirir equipamientos con mejoras tecnológicas incorporadas, a comprar licencias, software o know how y a contratar ingeniería de diseño y servicios de consultoría. La absorción de compañías extranjeras es, en muchos casos, la vía más rápida para alcanzar de una vez todos los objetivos, como refleja la reciente oferta de ChemChina por la suiza Syngenta.

El esfuerzo innovador de China es notable, con aumentos reales del gasto anual cercanos al 15% en la última década y media, aunque 2014 fue el año menos dinámico (un alza del 9%). Si en 2000, su gasto en I+D equivalía al 0,9%, ahora supera el 2%. Pero el desempeño de la vecina (y competidora) Corea del Sur ha sido aún más notable: en ese mismo periodo, el gasto que destina a I+D ha pasado del 2,2% al 4,3% del PIB, lo que supone el mayor esfuerzo relativo del mundo, por encima del que hace Israel (4,1%) y Japón (3,6%).

La comparación internacional certifica que si el avance europeo es lento, el español es mínimo. En 2000, el gasto en I+D rondaba el 0,9% del PIB, lo que situaba a España en el puesto 25, entre los 34 miembros de la OCDE. Para 2010, año en el que el Gobierno español se había fijado alcanzar el 2% del PIB (cuando la meta en la UE era el 3%), el esfuerzo en I+D rondaba el 1,3%. Y el impacto de la crisis en los presupuestos públicos (el gasto hecho por las empresas no llega al 50% del total) lo ha hecho retroceder al 1,2% en 2014, con lo que España pasa al puesto 27 de 34.

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