“El Gobierno del PP aterrorizó a los mercados e hizo inevitable el rescate”
El exgobernador del Banco de España critica con dureza en su nuevo libro la gestión de la crisis bancaria que hizo Luis de Guindos
Miguel Ángel Fernández Ordóñez fue gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012. Le tocó lidiar con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de las cajas de ahorros. Rompe su silencio con el libro Economistas, políticos y otros animales en el que sugiere que hay que cambiar la forma de hacer políticas en España y potenciar el papel del Parlamento. Además, hace un relato del momento más agudo de la crisis financiera, el que llevó al rescate de España para recapitalizar la banca, opuesto al del Gobierno. Su tesis es que el rescate se habría podido evitar de no ser por la enorme pérdida de confianza que generó el nuevo Gobierno del Partido Popular por su falta de experiencia en la gestión de crisis y el desprecio a los órganos supervisores, en particular el Banco de España. Según Fernández Ordóñez, el Gobierno de Mariano Rajoy, con Luis de Guindos como ministro de Economía, cometió el error de magnificar los problemas del sector bancario español para criticar al Ejecutivo anterior y justificar el "carácter salvador" del nuevo Gobierno. Pero lo que consiguió fue aterrar a los inversores y convertir en inevitable el rescate.
Pregunta. Ha roto su silencio después de cuatro años. ¿Se ha estado mordiendo la lengua?
Respuesta. Al principio sí. Con la crisis de Bankia yo pedí ir al Congreso y solo me dejaron cuando ya no era gobernador. Pero tras los primeros seis meses de 2012 en que se perdió la confianza en España, luego las cosas que me preocupaban se encarrilaron gracias a la hoja de ruta de la troika y a que el Gobierno se dio cuenta de que tenía que abandonar el populismo en que estaba instalado. El PP tuvo una lección tremenda de lo que es perder la confianza. Luego el Gobierno cambia y la confianza se recuperó en términos absolutos, pero no relativos. El denostado Zapatero dejó la prima de riesgo más baja de los cinco países periféricos, pero ahora estamos solo por delante de Grecia y Portugal, mientras que nos han superado Irlanda e Italia. En el caso de la reestructuración del sistema bancario, aunque empezó mal, acabó bien y no ha habido necesidad de ayudar a ningún banco, han sido solo algunas cajas de ahorros. Evidentemente, ha sido problemático y ha requerido dinero, pero cuando uno compara con lo que ha pasado en Inglaterra, en Bélgica, en Holanda, en Irlanda, o incluso en países que no han tenido burbuja, como Alemania, donde tuvieron que ayudar al segundo banco, el balance es bueno. Tanto de lo que hizo el anterior Gobierno, que convirtió las cajas en bancos, que hizo absorber 30 cajas, como el actual, que siguió la hoja de ruta de la troika, dándose cuenta de que había que capitalizar y que integrar entidades.
Sin el ruido creado con Bankia, no se habría cerrado la financiación
P. Usted critica mucho en su libro la gestión que hizo al principio el Gobierno del PP de la crisis bancaria. ¿Era inevitable pedir el rescate?
R. Una vez que se perdió la confianza, sí. El problema fue que el Gobierno aterrorizó a los mercados, generó tal desconfianza que se cerraron los mercados y se hizo inevitable. Pero la ayuda fue positiva, lo negativo fue hacer mal las cosas y perder la confianza. Durante los Gobiernos de Zapatero, España consiguió salvar tres ataques. En 2012 no se salvó, en parte por sectarismo y populismo. En la primera intervención en que [Guindos] dijo al Financial Times que la banca necesitaba provisionar 50.000 millones, era verdad, se lo había dicho el Banco de España, pero no había por qué decirlo, había que hacerlo. Hay cosas que no hay que decir, sino hacer, sobre todo si denigran la imagen de un país en un momento muy delicado. El nuevo Gobierno magnificó el déficit anterior, lanzó la idea de que España era como Grecia, cuando no lo era. Se retrasó el presupuesto, los rating se hundieron, la prima de riesgo se disparó y a eso se unió la torpe gestión de la crisis de Bankia.
P. Pero admite que hacía falta ese dinero.
R. Con una inyección de capital como la calculada por el Banco de España con el FMI de unos 50.000 millones y sin ruido, no habrían cerrado los mercados, porque el Tesoro salía cada año a pedir 300.000 millones. Por tanto, era una cifra asumible si lo de Bankia se hubiera hecho, como los otros casos, sin ruido. Pero se quiso pintar tan mal que los inversores de fuera se atemorizaron. De hecho, se tuvieron que pedir 100.000 millones, cuando el cálculo que se había hecho con el Banco de España y el FMI era de 40.000 o 50.000 millones, que es lo que salió luego. Pero es lógico, porque los mercados estaban aterrados. Es que cómo aterrorizaron a los mercados fue tremendo, porque pasamos de una sospecha generalizada sobre los bancos europeos a una sospecha concreta y en primera línea sobre la banca española. Fue pasar de decir que tenemos el mejor sistema financiero del mundo, que sería discutible, pero no hacía daño, a tener algunas declaraciones mandando mensajes de que nos han dejado el peor sistema financiero del mundo.
Lo de que se salva a los bancos y no a los ciudadanos es populismo
P. ¿No se habría evitado el rescate con una supervisión adecuada del Banco de España?
R. El supervisor supervisa, pero de acuerdo con una legislación. En eso, el Banco de España, mientras se inflaba la burbuja, aunque yo no estaba allí, hizo lo que todos los supervisores, aplicar una normativa que hoy sin duda sabemos que es inadecuada porque daba gran libertad a los bancos para hacer lo que quisieran y exigía poco capital. Era una normativa totalmente insuficiente para evitar una crisis y se está cambiando en todos los países.
P. Pero el Banco de España tenía autoridad para hacer algo más.
R. Y lo hizo. Luis Ángel Rojo [exgobernador] introdujo las provisiones dinámicas, anticíclicas, una filosofía que se ha seguido ahora en todo el mundo. Y también se obligó a incluir en los balances las titulizaciones. Cuando empezó la crisis financiera, en España apenas había inversiones en activos tóxicos, a diferencia de otros países. Con el resto de la regulación, no, porque las entidades habrían exigido que se la aplicase la normativa y punto. En España, la tutela absoluta de los bancos estaba en el Banco de España: en cambio, la de las cajas, estaba en las comunidades autónomas; no la tutela de supervisión, que seguía estando en el Banco de España, pero sí la de nombramientos, sueldos, etcétera. Todo eso estaba enormemente politizado. Una de las cosas que hemos aprendido de la crisis es que la mezcla de política y entidades de crédito es tóxica.
P. Algunos inspectores han señalado que ellos detectaban los problemas, pero luego arriba no se hacía nada.
R. Eso no lo han podido demostrar nunca, que yo sepa. Yo invité, cuando algunos decían que se había mirado para otro lado, a que denunciasen un solo caso y no lo han podido demostrar nunca. El equipo de supervisión era el mejor que podíamos tener. Cuando el BCE ha ido a formar su equipo, ha ido a buscar a Ramón Quintana [director general del Mecanismo Único de Supervisión] y Margarita Delgado [directora general adjunta del Mecanismo Único de Supervisión], que estaban en ese equipo, no ha buscado al que dijo que lo estaban haciendo mal. El equipo que había antes y que hay ahora es básicamente el mismo y yo creo que es el mejor. La reputación de la supervisión del Banco de España era enorme.
P. ¿Quedó dañada con el rescate?
El denostado Zapatero dejó la prima de riesgo más baja de los cinco países periféricos. Ahora estamos solo por delante de Grecia y Portugal
R. Quedó dañada entre quienes no conocían la supervisión, sin duda. La campaña de desprestigio que lanza el PP sin duda que han tenido algún efecto y eso aceleró la caída de la confianza. Si uno dice que el encargado de supervisar ha sido el causante de este desastre, eso hace daño. En una de mis despedidas en el BCE un miembro relevante del Consejo de Gobierno se levantó y dijo: ‘Qué raros sois los españoles, porque tenéis una de las mejores supervisiones de Europa y un Gobierno que lo niega’.
P. Para el ciudadano es difícil concebir que se hayan dedicado miles y miles de millones a los bancos.
R. Eso de que se salva a los bancos y no a los ciudadanos es, en mi opinión, populismo. Ha pasado lo mismo en EE UU, en Inglaterra, en Francia, en Alemania… y ha generado la misma reacción. En el debate electoral de la campaña de 2011, Rajoy toma esa posición, pese a que entonces la cantidad de dinero público que había inyectado el Gobierno de Zapatero era mínima, porque se había conseguido el capital de otros bancos y del Fondo de Garantía de Depósitos. Y Rajoy dice: “No inyectaremos un solo euro”. Eso es desconocer que no ha habido una crisis bancaria gruesa en la que no haya habido que inyectar dinero. El ministro de Economía estuvo diciendo eso incluso 15 días antes de meter el dinero en Bankia, en una rueda de prensa en el FMI. Era una idea descabellada. Pero ahora Rajoy explica muy bien por qué se ha inyectado dinero, así que no hace falta que yo lo explique. Cuando el candidato socialista le acusa de haber inyectado dinero en los bancos, lo que dice Rajoy es: ¿cuál es la alternativa? ¿Dejar quebrar a los bancos y que los bonos queden sin pagar? ¿Qué efecto tiene eso en un país como España? No lo ha hecho nadie. Al final, las ayudas van para los depositantes y los bonistas.
P. ¿Por qué se autorizaron fusiones que resultaron ser no viables, como Bankia?
R. Bankia aparece como no viable con la segunda recesión. Bankia aparecía como viable cuando se hace, en la primera parte de 2011, y no sólo para la supervisión del Banco de España, sino también para los bancos extranjeros más importantes, para quienes invirtieron… El problema es que sale a Bolsa en el momento en que arranca la segunda recesión, que es devastadora, porque ya no había todos los colchones y reservas de la primera. La segunda recesión se lleva a Bankia por delante. Con la información que tenía el supervisor, Bankia era viable y es evidente que después dejó de serlo. Otra cosa que decía el PP es que las integraciones eran un horror y que Bankia era una equivocación. Luego han cambiado completamente, no han deshecho Bankia y dividido en siete. ¿Por qué? Porque cuando tú integras puedes quitar a siete gestores malos, cambias al gestor y te permite unas sinergias que son fundamentales. Y además mantienes la actividad.
En las cajas de ahorros, la tutela de nombramientos, sueldos y otras cosas estaban en manos de las comunidades
P. Cuando el nuevo equipo de Bankia pide 19.000 millones, en el Banco de España se consideraba que podía bastar con cifras inferiores.
R. Pues sí, antes de que entrara el Ministerio en el tema, supervisión estaba hablando de unas cifras inferiores, pero se generó tal desconfianza que no habría bastado. Si Bankia hubiera tenido una reestructuración como el resto, sin ruido, pues se hubiera metido lo que fuera, pero si hace una reestructuración con ruido, diciendo que esto es terrible, que está fatal, pues entonces va a costar más. La desconfianza cuesta dinero.
P. ¿Fue demasiado renuente el Gobierno de Zapatero a inyectar dinero en las cajas y eso complicó luego los problemas?
R. No es que fuera renuente, es que se pudo hacer sin usar casi el dinero del contribuyente, con capital de otros bancos y del Fondo de Garantía de Depósitos. Yo entiendo que el PP haya tenido que meter más de 40.000 millones, porque las otras fuentes se habían agotado ya. Si tienes que inyectar dinero, si no lo hay, tienes que inyectar fondos públicos. Yo siempre he hecho lo que me ha dicho el departamento de Supervisión, he podido equivocarme si se ha equivocado Supervisión y hasta ahora no veo que haya sido así. La Supervisión del Banco de España tiene algunas ideas muy elementales, pero muy positivas: las resoluciones de los bancos y las sustituciones hay que anunciarlas cuando están cerradas. Hay una sabiduría en la supervisión que, si no la tienes, tiene unos costes enormes. La supervisión estaba muy preocupada no sólo de resolver los problemas, sino también de no contagiar a las tres grandes entidades, dos bancos y una caja [Santander, BBVA y La Caixa], porque eso habría sido mortal para España. Eso era una obsesión. España podía digerir una reestructuración del 25% de sus activos, la mitad de las cajas, pero no hubiera podido digerir una crisis del Santander o del BBVA. Los temas de contagio, de confianza, son los que se rompieron en esos seis meses. Los problemas los tuvimos cuando el Ministerio empieza a querer introducirse en la gestión bancaria.
"El populismo no es exclusivo de Pablo Iglesias"
Miguel Ángel Fernández Ordóñez dedica su libro (Economistas, políticos y otros animales) a proponer que se cambie la forma de elaborar las políticas. Para ello, asegura, "la reforma del Parlamento es crucial". "El Parlamento es un horror en cuanto a funcionamiento y en cuanto a staff",señala. En España, en cuanto se forma el Gobierno, "se discute todo en los despachos y el Parlamento vota, pero no debate, no estudia, no delibera. Eso es nefasto", señala Ordóñez, que considera que el Parlamento debe tener un equipo potente que prepare documentación y estudios y debe llamar a los expertos.
“Los expertos españoles están yendo a Parlamentos europeos y no van al español”. Aboga por que los temas se estudien a fondo, que se hagan libros blancos y que las leyes lleven memorias completas de su impacto. “La reforma fiscal se debatió en cuatro horas; la del Código Penal, en cinco horas”, denuncia.
"Otro tema crucial es el staff del Parlamento", añade. En España solo hay letrados, que se ocupan de los temas jurídicos y que servía en un Parlamento del siglo XIX, pero ahora hace falta además un equipo potente, que prepare papeles y documentación.
“La democracia es importante, pero tiene que ser ilustrada. Hay que estudiar antes de votar. En los Parlamentos que funcionan se estudian las cosas. Eso no elimina las ideologías”. “Aquí las políticas acaban siendo un conjunto de ocurrencias y chapuzas; la política no está al nivel de nuestras empresas”, señala el exgobernador. "No basta con cambiar los políticos, hay que cambiar las políticas y para eso hay que cambiar la forma en que se hacen las políticas. Y el corazón es el Parlamento.
Fernández Ordóñez cree que no solo los partidos nuevos, sino también los tradicionales, han caído en el populismo. “El populismo no es exclusivo de Pablo Iglesias”. Sostiene que Zapatero en su primera etapa, o Rajoy, hasta mediados de 2012 y con algunas medidas recientes, lo han practicado. "Cuando Zapatero cambia de política en 2010, el PP hace populismo. Cundo pone mesas en contra de la subida del IVA, se opone a prolongar la edad de jubilación y dice que no hay que tocar las pensiones ni el sueldo de los funcionarios, eso es populismo".
“Yo creo que el populismo es nefasto, pero se combate hablando, estudiando, analizando. Nunca se podrá hacer una buena reforma laboral si el populismo sigue siendo la guía”, afirma.
"Yo no trato de decir qué hay que hacer, sino de analizar por qué no se hace lo que hay que hacer", concluye.
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