El silencio de la gran empresa
Los principales grupos del país mantienen una calculada expectación por el temor a que se repitan las elecciones
Era esperada la reunión que el día de la Lotería (22 de diciembre, como todo el mundo sabe, y que algunos llaman día de la Salud) iba a celebrar el poderoso Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), por ser dos jornadas después de las elecciones y, sobre todo, porque el resultado hacía muy interesante la opinión de los grandes grupos, siempre influyentes. Sin embargo, los empresarios prefirieron no meterse en harina ante la incertidumbre generada.
Una decisión inteligente para muchos y vergonzante para otros por tratarse de quienes se trata. Ya, en principio, no había gustado mucho que Mariano Rajoy convocase las elecciones dos días antes de su reunión de Navidad, lo que hacía inevitable que de ella surgieran opiniones y, sobre las opiniones, interpretaciones. Un verdadero lío, que diría Rajoy. Y, sobre todo, porque a los empresarios les gusta bastante poco salir en los papeles.
La dirección del grupo presidido por César Alierta (Telefónica) prefirió remitirse, después de consultas internas urgentes y por mayoría, a las declaraciones que hizo el presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell, que para eso figura como el líder empresarial. Las palabras de Rosell les vinieron de perlas a las grandes empresas para escurrir el bulto. De hecho, Rosell escogió el día de después para compartir la copa de Navidad con la prensa a sabiendas de que era un día señalado y de que tocaría valorar los resultados electorales. Lo cierto es que lo tenía fácil: demandar diálogo y proponer un Gobierno de coalición, sin descartar uno entre el PP y el PSOE.
Pero que guarden silencio no significa que los grandes empresarios no tengan opinión, que expresan en privado y bajo el ruego de estricto anonimato. Para no crear susceptibilidades, mayormente. Todos quieren estabilidad para garantizar la recuperación. Además piensan que sería una oportunidad para alcanzar pactos de Estado en educación y otras materias. Lo peor sería, a su juicio, que se tengan que repetir las elecciones, ya que provocaría un impasse que frenaría la recuperación que tanto han propiciado desde el CEC.
Por eso apoyan la alianza de los dos grandes partidos, con el apoyo de los socialistas a un Gobierno del PP (o la gran coalición que ven lejana) aceptando una legislatura corta de dos años. Cada empresario tiene sus preferencias sobre las alianzas y ninguno quiere pensar que en alguna de ellas entre la formación que lidera Pablo Iglesias.
Habrá tiempo de sobra para valorar la suerte de alianzas que se vayan negociando y fraguando en el periodo constituyente mientras en el entorno de las empresas se especula sobre el futuro de Pedro Sánchez, del relevo en la cúpula del PP, del derrumbe de Ciudadanos sobre las expectativas (sobre todo en Cataluña), del entusiasmo indisimulado de Podemos y sus intentos de forzar unas nuevas elecciones... y de la situación catalana que ha vuelto a la palestra con la pauta esperada después de que el astuto Artur Mas (como irónicamente le calificaba Xavier Vidal-Folch en un artículo en este periódico) persista en el intento mientras su grupo sigue perdiendo y cosechando fracasos.
Precisamente, el lobby empresarial, constituido en 2011 y que se autodefine como un think tank que “suma compromisos y esfuerzos para aportar propuestas que mejoren la competitividad, ayuden a la recuperación económica y fortalezcan la confianza internacional en España”, ha estado al pie del cañón en todo el proceso. Celebró reuniones con los mandatarios políticos y llegó al culmen en los dos encuentros que tuvo con Juan Carlos I en plena crisis, lo que dio lugar a que el monarca les pidiese que arrimaran el hombro.
Se lo tomaron tan al pie de la letra que se puso al servicio del Ejecutivo de un Rajoy muy agradecido. Elaboró varios informes (España un país de oportunidades, que estuvo procedido de una gira mundial, España, emprende y exporta y España 2018, un plan de choque que permitiría crear 2,3 millones de empleos hasta 2018, y reducir el paro al 11%). No obstante, ha perdido fuelle, quizá por la falta de impulso que recibía de Leopoldo Rodés, fallecido el pasado verano en un accidente de coche, y la ausencia de alguno de sus miembros a las reuniones, que ahora trata de recuperar.
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