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El valor añadido de las flores

El descenso del IVA al 10% ha impulsado la compra de plantas en España

Centro de mesa de L. Myhren y A. Molina, de Savia Bruta.
Centro de mesa de L. Myhren y A. Molina, de Savia Bruta.

Sin necesidad de gastar mucho dinero, poner unas flores o una simple maceta puede transformar totalmente un ambiente, pero rara vez se incluyen en la lista de la compra. La cultura de flores no está tan implantada en España como en su entorno europeo, como demuestra su escasa presencia en las grandes superficies, a diferencia de lo que ocurre en el resto de los países desarrollados.

Se considera que el mercado de la horticultura ornamental español es el que mayor recorrido de crecimiento tiene. Produce unos 900 millones de euros, genera unos 40.000 empleos en zonas sin economías alternativas y ha sido el sector vinculado a la agricultura más castigado por la crisis en 2014, según la patronal Fepex.

Mesa con flores en el centro, de Francis Yanes, de The Flowers Room.
Mesa con flores en el centro, de Francis Yanes, de The Flowers Room.

El descenso del IVA del 21% al 10% en 2015 ha impulsado la demanda de plantas y los floristas consultados notan la reactivación económica, sobre todo cuando los clientes son empresas e instituciones públicas. "En las celebraciones y presentaciones, las compañías entienden que es algo importante porque ayuda a que la gente se sienta bien y, si se trata de un comercio, que compre mejor", explica la florista Calíope Paniagua, directora de Casaflorida.

El florista y paisajista Francis Yanes, de The Flowers Room –que hace montajes florales para el lanzamiento de nuevos productos de firmas como Dior o Hermes–, explica que cada evento requiere un tipo de flor y cada persona opta por una distinta: "se ha puesto de moda la peonía. Florece dos meses al año y es muy bonita por la forma en que nace, se va abriendo y muere. También la rosa china, que viene de allí, aunque se cultiva en Europa y se da en los jardines de la sierra madrileña, por ejemplo, y hay preferencia por los iris o lirios del campo, la flor de lis que representa la casa real francesa".

El lenguaje de las flores sigue vigente: la rosa roja es para pedidas de mano y la blanca simboliza amistad. Y también las hay asociadas a marcas como la camelia a la casa Dior, que representa frescura, elegancia y lujo.

Arreglo floral de Floristería Fransen et Lafite.
Arreglo floral de Floristería Fransen et Lafite.

Los floristas no siempre usan flores cortadas vivas. Dependiendo de los rincones, pueden alternarse con alguna artificial o liofilizada, si se busca mayor durabilidad. Y que duren es una exigencia que trae de cabeza a Lyndsay Myhren, americana de origen, formada en Alemania y Barcelona: "En España se rechaza lo que no dura eternamente, pero es que en los eventos se trata de crear un impacto visual de gratificación instantánea, como lo es una comida en un restaurante o una botella de vino. Se guarda en el recuerdo", explica.

Destaca Myhren que en las bodas de España se gaste más en comida que en flores, al contrario de lo que sucede en otros países. "Es una cuestión cultural, y un buen ramo de flores puede proporcionar tanto placer como una buena comida", añade. Su socio en Savia Bruta, Alex Molina, explica que también influye la luz: "En España como se vive más en la calle, no se da tanta importancia a la decoración interior". Destaca como flor infravalorada el clavel, a pesar de la multiplicidad de colores que ofrece.

Como al resto de los floristas, también le importan flores de uno de los mayores mercados del mundo, Holanda. De allí procede Patrick Fransen, holandés creador de la Floristería Fransen et Lafite, junto con Javier A. Lafite, decorador y paisajista. Haber decorado el palacio de El Pardo para una recepción real no les hace olvidar un objetivo en el que coinciden con el resto de sus colegas: que todos puedan tener en casa unas flores. En su caso, preparan tulipanes a precio asequible, pero, a la hora de hablar de presupuestos, no los hay ni orientativos, explican. En una boda pueden costar desde 1.000 euros y superar los 20.000.

Ramo de novias de Savia Bruta.
Ramo de novias de Savia Bruta.

En Fransen y Lafite llevan varios años introduciendo flores poco conocidas en España y les gustan especialmente la gloriosa y la sandersonia. Les caracteriza un toque silvestre que les lleva a trabajar con flores de mora o alcachofa.

En cuestión de flores, no caben prejuicios. Paniagua reivindica la belleza de un jarrón con gladiolos, que se rechazan por asociarlos a fallecimientos, al igual que sucede con el lilium. Y también, el uso del clavel y las flores amarillas, que tienen mala prensa.

Intenta transformar tradiciones, como la rosa roja en las pedidas de mano: "no siempre es la flor que más gusta y menos con tallo muy largo". Para los nacimientos, emplea ramos blancos con rosas de color rosa o jacintos azules y si, por ejemplo, se trata del cumpleaños de una anciana, "preparamos algo delicioso con rosas muy apretadas", explica.

Como sus compañeros, en sus floristerías a pie de barrio, se adapta al presupuesto. Niega que las flores sean caras –como sí sucede en París–, un tabú que dificulta conectar con el mundo de las flores, que no tienen por qué ser frescas, ya que las secas, de tela o látex pueden servir "porque preservan su belleza original".

La moda va cambiando rápidamente y siempre adaptándose a las temporadas: "en otoño, los tapaculillos, hibiscus, celosías, sedum; en invierno, tulipanes y jacintos; y la época de peonia es a principios de verano, que es como la gran explosión. Una fiesta. Tomando siempre la rosa como base", explica la directora de Casaflorida.

Y hay para todos los gustos en decoración: una jarra antigua con rosas, para los amantes del arte póvera; un cubo negro con rosas blancas alineadas, para los minimalistas; o una jarra de plata, en el caso de los más clásicos.

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