“La banca española debe estar alerta ante el frenazo de los emergentes”
El departamento que dirige José Viñals (Madrid, 1954) en el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido el encargado en esta asamblea de lanzar la principal alerta: cuidado con el endeudamiento de las empresas de los países emergentes. Una advertencia con consecuencias directas para los bancos expuestos a estos mercados y con impacto directo para la banca española, dados sus fuertes vínculos con Latinoamérica.
Pregunta. ¿El deterioro económico de Latinoamérica puede obligar a la banca española a tomar nuevas medidas?
Respuesta. La expansión internacional de la banca española ha sido muy beneficiosa durante la crisis financiera. Ha sido un factor de fortaleza al diversificar sus actividades y una fuente de beneficios. Por otra parte, cuando el Banco Central Europeo (BCE) sometió a la banca europea a las pruebas de esfuerzo el año pasado, los escenarios adversos planteados incorporaban una situación muy negativa en las economías emergentes y con esos datos se fijaron las exigencias de capital. Dicho lo cual, los bancos tienen que mantener la vigilancia, no bajar la guardia. Los bancos españoles tienen sistemas de control de riesgo eficaces, lo que tienen que hacer es mantenerse vigilantes, igual que los supervisores. Buena parte del trabajo necesario para reforzar la solvencia se ha venido haciendo en respuesta a los exámenes de estrés y los principales bancos españoles están en una situación favorable para hacer frente a posibles riesgos derivados de su exposición a los emergentes, no solo en Latinoamérica. En todo caso, nuestro escenario central no es de crisis, sino de desaceleración económica en esos países y nuestras previsiones contemplan una mejoría del crecimiento en el año 2016.
P. ¿Estamos preparados para afrontar una crisis de deuda empresarial, como sobre la que alerta el Fondo?
R. Las economías emergentes están bastante mejor preparadas que hace años para hacer frente a shocks adversos, al haber reforzado notablemente sus marcos de política económica y sus sistemas bancarios. No obstante, en algunas de estas economías los más recientes cambios en la regulación financiera internacional todavía están en un proceso de instrumentación. Además, el endeudamiento de las empresas ha aumentado de manera muy notable en los últimos seis o siete años en muchas economías emergentes, justo cuando sus beneficios se reducían ante la ralentización de la actividad en esos países y, en los productores de materias primas, los ingresos registraban una caída por el descenso de precios. Eso, seguramente, llevará a un incremento de la morosidad bancaria en el futuro en esos países. De ahí, que sus autoridades deban reforzar la vigilancia sobre la posición financiera de las empresas y sectores más sistémicos, y, en particular, conocer mejor la estructura de sus pasivos, qué parte son en moneda extranjera y en qué medida están cubiertos del riesgo de tipo de cambio. Los supervisores bancarios deben cerciorarse de que los bancos tienen la fortaleza necesaria para hacer frente a posibles problemas que afecten a la capacidad de pago de las empresas.
P. ¿Fue apropiada la reacción de las autoridades chinas a la crisis bursátil este verano?
R. En estos procesos siempre hay un proceso de error y aprendizaje. Nos llamó la atención que la respuesta a lo que parecía la corrección de una burbuja en las Bolsas fuera introducir una batería de medidas tremendamente potente y multidimensional, que además no se explicó bien y creó bastante confusión. Luego anunciaron una flexibilización de la política cambiaria, que tenía sentido porque intentaba dar más papel al mercado al fijar el tipo de cambio. Pero los inversores pensaron que lo que se buscaba era devaluar el yuan porque la situación real de la economía era tal vez peor de lo confesado. Las presiones contra el yuan no se hicieron esperar y eso provocó la intervención de las autoridades chinas para frenar la depreciación.
P. ¿El mayor riesgo de contagio de China viene a través del canal financiero?
R. En el actual escenario de desaceleración relativamente suave del crecimiento en China, el canal de contagio más importante sigue siendo el comercial. Con una salvedad: China es tan central para el crecimiento mundial que tiene un gran impacto sobre la confianza, especialmente en las economías emergentes. El canal de la confianza quedó patente este verano. Si bien afectó de manera especial a los mercados financieros de los países con mayores vínculos económicos y comerciales con China, también acabó afectando a las Bolsas de las economías avanzadas.
P. ¿La Reserva Federal debería tener la cuenta el impacto global de sus decisiones sobre tipos?
R. Su mandato se centra en contribuir a una evolución favorable del empleo y la inflación en EEUU. Pero la Reserva Federal es consciente de que esta evolución, a su vez, viene influida por lo que pasa en el resto del mundo y que las economías emergentes son ahora mucho más importantes para EE UU de lo que han sido en el pasado. Siempre lo ha tenido en cuenta. Lo interesante es que lo explicite en su último comunicado.
P. Pero parece que afronta dificultades para desmontar su política ultraexpansiva…
R. La economía de EE UU crece en torno al 2,5%, la recuperación se ha consolidado y la tasa de paro se sitúa en niveles compatibles con la tasa de paro estructural. Pero la evolución de los salarios y los precios está siendo más lenta de lo que cabría esperar y, por consiguiente, la Reserva no ha tenido prisa en subir los tipos. Lo importante es que la política monetaria de EE UU ya está encontrando en los datos las condiciones económicas que permitirán ir normalizando los tipos de interés y eso es una buena señal, aunque la decisión pueda tener efectos colaterales.
P. Para Europa, la receta es bien distinta.
R. La reciente recuperación de la economía europea sería muy difícil de explicar si no fuera por las políticas de bajos tipos de interés, de tipos de descuento negativo y de expansión cuantitativa practicada por el Banco Central Europeo. Pero hay que emprender las tantas veces mencionadas reformas estructurales. Nosotros, además, hacemos hincapié en la necesidad de resolver los créditos dudosos de los balances de los bancos. Con determinadas reformas, se pueden liberar de esa carga y aumentar la capacidad de creación de crédito en unos 600.000 millones de euros en la zona euro.
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