Las ‘telecos’ se unen por necesidad
El mercado español se consolida en torno a Telefónica, Vodafone y Orange para poder competir mejor con paquetes de servicios integrados
Retevisión, Auna, Amena, Ya.com, Ono, Wanadoo, EresMas, Supercable, Menta, Able, Retena, Canarias Telecom, Retecal, Reterioja, Madritel, Terra, Jazztel, Ono… Todas estas marcas nos inundaron en la década de los 90. Traían la competencia al mundo de las telecomunicaciones tras décadas del monopolio público de Telefónica. El Gobierno diseñó un escenario de liberalización basado en la proliferación de operadores que abriera rápidamente el mercado a la competencia. Cuánto más compañías, mejor.
Pero aquel modelo de multitud de operadores se ha agotado. Las gigantescas inversiones necesarias para tender las redes que deben soportar un tráfico que crece exponencialmente y el estrechamiento de los márgenes de beneficio por la furiosa competencia han motivado un movimiento de concentración imparable en torno a tres grandes operadores nacionales: Telefónica, Vodafone y Orange. Entre los tres, dominan el 90% del mercado, tanto de banda ancha fija como de móvil.
Vodafone ha completado su fusión con Ono, por la que pagó 7.200 millones. Orange está a punto de formalizar su unión con Jazztel, por la que ha desembolsado 3.400 millones. Y está en marcha la integración de las cableras del norte, liderada por Euskaltel, que acaba de lanzar una oferta por la gallega R, y no descarta después integrar a Telecable.
GUERRA DE PRECIOS
La concentración no es una moda. Es una necesidad para la supervivencia. Al contrario de lo que ocurre en otros sectores oligopolísticos como el de las eléctricas o las petroleras, donde la competencia apenas tiene ningún efecto sobre los precios para el consumidor, las telecomunicaciones son claramente deflacionistas. En 2014, los servicios de telecomunicaciones registraron una variación anual negativa del 5,7% , la mayor de todas las contempladas en el IPC. Los precios de las telecomunicaciones en España llevan siete años consecutivos bajando. El conjunto de servicios ha disminuido en torno a un 50% desde 2008, y solo los del móvil han caído más de un 70%, según la cesta de precios que elabora a Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC).
El aumento de clientes y los nuevos servicios como Internet móvil no compensan ese descenso de tarifas. Consecuentemente, el sector pierde ingresos año tras año. Desde 2008 ha perdido un tercio de su valor. “La concentración en Europa no solamente es buena, sino que es imprescindible. El motivo es simple: cada operador necesita entre un 35% y un 40% de Ebitda [beneficio bruto de explotación] para poder acometer las renovaciones de tecnología precisas para minimizar los precios unitarios, es decir, el precio que paga el cliente por el mega combinado de voz y datos. Todo operador que no llegue a esos márgenes es carne de fusión o de adquisición, como tenemos muchos ejemplos a lo largo y ancho de Europa, incluyendo España”, apunta Ana Mosquera, de la consultora especializada Altran.
Telefónica también apoya ese proceso de concentración. “En mercados como el norteamericano o no digamos el chino o el japonés, existen dos o tres grandes operadores de comunicaciones como referentes en la industria. En Europa hay más de 80 compañías operando, con toda la complejidad que eso comporta. Un mercado del tamaño del español no podía sobrevivir con la fragmentación que había hasta hace un año, sobre todo cuando somos un país con una preferencia muy definida por las ofertas integradas y empaquetadas”, señala un portavoz de la compañía.
MENOR FACTURACIÓN
Desde el inicio de la crisis, la facturación de las compañías se ha desplomado un 32%. Las compañías quieren poner fin a esa caída de precios y la concentración les puede servir de parapeto para afrontar inversiones y hacerse fuertes comercialmente con servicios de paquetes integrados de voz, banda ancha fija y móvil, y televisión.
Los operadores niegan que la concentración vaya a suponer una subida generalizada de precios y prefieren hablar de racionalización. “Un informe de Frontier Economics, que incluye todos los países de la UE salvo Letonia y Chipre, evidencia que no hay diferencias en los precios (ni en su evolución) entre los países que tienen tres operadores de red y los que tienen cuatro. Este dato avala la necesidad de superar la obsesión por el número de competidores e ir hacia un modelo en el que, al mismo tiempo que se garantice la competitividad, se aliente la inversión de las empresas y la generación de más y mejores servicios para los clientes”, indica Rafael Miranda, director de Estrategia de Vodafone.
El director financiero de Orange, Federico Colom, estima que tres operadores es “un número ideal para compaginar una competencia sana con un nivel de inversiones potente y sostenible”, y no cree que haya peligro de que suban las tarifas en ese escenario de concentración. “Los precios han ido disminuyendo en tasas de dos dígitos durante los últimos años, hasta el punto de que se han recortado a la mitad desde 2008. No creemos que en estos momentos se den condiciones que justifiquen una subida arbitraria de los mismos. Se mantiene una importante intensidad competitiva en el mercado: sigue habiendo tres operadores principales, a los que se sumará un cuarto operador convergente fruto de las medidas estipuladas por Bruselas para aprobar la unión Orange-Jazztel. Y además perviven un número significativo de operadores móviles virtuales (OMV), los cableros regionales etcétera”.
Con todo, el chollo de los precios permanentemente a la baja parece que ha tocado a su fin. Los primeros movimientos ya se han empezado a ver. Orange aumentará a partir del 20 de septiembre en dos euros la cuota mensual de su tarifa convergente Canguro, que incluye fijo, móvil, banda ancha y datos. A cambio, incrementará en 500 megas el consumo de datos mensual de Internet móvil en las dos modalidades de ese plan de tarifas. De esta forma, sigue los pasos de Movistar y Vodafone, que subieron los precios en primavera.
Telefónica aumentó en cinco euros su paquete Fusión a cambio de triplicar la velocidad de descarga; Vodafone subía en abril entre uno y nueve euros al mes sus planes de tarifas móviles (Mini, Smart y Red) y ajustaba en julio los precios de sus paquetes One, con subidas o descensos de hasta dos euros, según los planes y aumento de velocidades. También Yoigo acaba de anunciar una subida del 10% de la cuota de llamada para sus planes de tarifas más bajas (La del Cero y La del Uno).
La concentración no solo se da entre operadores sino también en productos. Cada vez más, los usuarios prefieren concentrar todos los servicios de telecomunicaciones —fijo, móvil, Internet y datos— en una sola factura. A finales de 2014, el total de paquetes convergentes (como Fusión de Movistar, Red de Vodafone o las tarifas de animales de Orange) sumaron ocho millones de clientes, 2,4 millones más que en 2013. En concreto, los cuádruple play que combinan los servicios de voz y banda ancha ambos prestados desde red fija y móvil, alcanzaron los 5,8 millones de clientes (17,8%), mientras que los quíntuple play, que añaden el servicio de televisión, se multiplicaron por tres, añadiendo 1,5 millones de nuevas contrataciones hasta los 2,2 millones.
“Es una tendencia que sigue avanzando. Entre el 45% y el 55% de las altas de telefonía móvil en el último año están relacionadas con paquetes convergentes”, apunta Miranda, de Vodafone.
OFERTAS INTEGRADAS
Desde Telefónica creen que “España es un mercado de ofertas integradas, facturas predecibles y un solo operador que ofrezca todos los servicios. Es uno de los mercados de la OCDE con mayor penetración de ofertas empaquetadas, en una tendencia que sigue creciendo. La oferta sólo móvil puede interesar a un segmento de clientes, pero la propia evolución del mercado muestra una inclinación clara hacia el todo en uno”, indican desde Telefónica.
Yoigo, que se mantiene como cuarto operador móvil, cree que hay margen de negocio fuera de los paquetes. “En España hay ocho millones de paquetes convergentes, frente a 12 millones de conexiones de banda ancha y 51 millones de líneas móviles, con lo que la mayor parte del mercado sigue estando en el móvil”, apunta Eduardo Taulet, consejero delegado de la firma.
Los usuarios también demandan mejores conexiones: fibra en banda ancha fija y 4G (o LTE) en móvil. En el último año hay un millón más de abonados que disfrutan de fibra frente a la pérdida de más de medio millón de líneas con tecnología ADSL. La demanda de ancho de banda capaz de soportar servicios como el vídeo o la televisión de pago está motivando una mudanza acelerada hacia las nuevas tecnologías: cada mes se suman 100.000 nuevas líneas de fibra, de la que ya disfrutan más de dos millones de usuarios. Y el potencial de crecimiento es aún muy alto puesto que a finales de 2014, el despliegue de accesos de nueva generación rozó la cifra de 26 millones de clientes potenciales, de hogares que pueden contratar fibra o cable.
Pero no todo son ventajas en el proceso de concentración, que se ha cobrado una dura factura en empleo. Vodafone iniciará el próximo 1 de septiembre la negociación con los sindicatos de un proceso de despido colectivo que afectará a un máximo de 1.300 empleados, el 21% de la plantilla. El próximo gran ajuste se espera en Orange tras su integración con Jazztel, y que afectará a 400 personas. También se espera una reestructuración en los operadores de cable norteños, una vez que culmine la compra de la gallega R por la vasca Euskaltel. También se temen importantes bajas en Telecable, tras ser adquirida por el fondo británico Zegona con vistas a una futura venta a medio plazo.
CARGA FISCAL
Otro de los retos al que se enfrentan las telecomunicaciones es la carga fiscal. Las distintas administraciones han visto en las operadoras un filón inagotable que ordeñar. Además de los impuestos comunes, como el IVA o el de Sociedades, el sector debe soportar todo tipo de tasas, algunas de ellas arbitrarias, como la que se destina a financiar a RTVE, la tasa radioeléctrica o la que carga la Generalitat por cada línea de ADSL. Miranda (Vodafone) considera que este tipo de tasas “penalizan injustificadamente a un sector que es fundamental en la recuperación económica”.
“Las telecomunicaciones son el sector más castigado por la fiscalidad en España y uno de los pocos que no recibe ayudas públicas de ningún tipo. Una fiscalidad que viene de todos los estratos administrativos, cuyas tasas en muchas ocasiones se superponen unas sobre otras, y además se completan con tener que sufragar a otras entidades como puede ser RTVE”, indican desde Telefónica.
Un estudio de PwC, estima que el sector de las telecomunicaciones soporta una carga tributaria específica en España de 3,4% que contrasta significativamente con la correspondiente a países como el Reino Unido, con el 0,7%, o el caso de Alemania, con el 0,4%.
“Esperamos que los Gobiernos y las distintas administraciones sean cada vez más sensibles al papel fundamental del sector como dinamizador de la economía. Es preciso que se modere la presión fiscal, y que se acometan, por otro lado ventajas al despliegue de las nuevas redes”, indica Colom (Orange) España.
Las telecos están llamadas a liderar la transformación digital de la sociedad y de la economía. Pero deben ganar tamaño para afrontar las inversiones tremendas que se precisan para tender las redes y gestionar los servicios de millones de clientes. Solo unas pocas están llamadas a conseguirlo.
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