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El negocio del hielo entra en ebullición

El sector del agua congelada en España es el mayor de Europa y mueve más de 470 millones de euros anuales

Una fábrica de hielo en San Fernando de Henares (Madrid).
Una fábrica de hielo en San Fernando de Henares (Madrid).Santi Burgos

¿Alguien podía pensar que los cubitos de hielo conquistarían las copas de champán? Möet & Chandon ha convertido en realidad lo que hace años habría sido un sacrilegio. En 2010, lanzó Moët Ice Imperial, “un champán hecho para tomar con hielo, de éxito mundial. Vamos de rotura en rotura de stock, y otras marcas nos imitan”, cuenta el portavoz de la firma. Veuve Clicquot, del mismo grupo, así como el cava Maset del Lleó, también se han subido al carro del hielo.

España es el segundo mercado mundial de Moët Ice Imperial, y el gran consumidor europeo de hielo alimentario (cubitos y picado para coctelería). “En kilos por habitante, doblamos el consumo de los británicos, más que triplicamos el realizado por los alemanes, y multiplicamos por cinco el de franceses o italianos. El primer mercado mundial es Estados Unidos, triplica nuestro consumo”, cuenta Miguel Ángel Vázquez, director general de Procubitos, y Presidente de la Asociación de Productores de Hielo Alimentario de España. La asociación acaba de nacer para organizar un mercado que supera los 470 millones de euros (repartidos, casi igual, entre fabricación, transporte y margen de la venta).

El mercado español no para de crecer. Los nuevos hábitos de bebidas alcohólicas hechas para hielo, y la moda de los cócteles en la playa lo empujan. Cubiplaya, por ejemplo, fabrica 170 toneladas diarias de hielo, y nueve toneladas son para coctelería. “Es el hielo de mojitos, muy demandado durante los meses de verano en la costa mediterránea”, cuenta Nicolás López, gerente de Cubiplaya. El hielo es imprescindible en verano. Una gran discoteca no puede abrir si carece de hielo ya que consume cerca de tres toneladas en una noche.

Otra fuente de crecimiento es el calor, pero una ola como la de este año, que ha agotado el stock de hielo, y tiene las fábricas trabajando 24 horas a diario, se da cada diez años. El hielo ha sido el producto de mayor crecimiento en la cesta de la compra de la primera quincena de julio con una variación interanual del 57%, según Nielsen. Aunque, “incluso con el consumo de años anteriores, no pararemos de crecer porque el calentamiento global alarga y eleva la temperatura estival”, subraya Miguel Ángel López.

Historia y datos

Orígenes. Guardar el hielo recogido en montañas y lagos en pozos o hacer sorbetes con nieve es anterior a la era cristiana. El estadounidense Frederic Tudor inventó los cubitos al romper el hielo de los lagos para meterlo en las copas a principios del siglo XIX y montó un imperio de venta de hielo en Estados Unidos y Europa. Noruega exportaba 340.000 toneladas anuales de hielo a finales del siglo XIX.

Primeras fábricas. A principios del siglo XX se extendieron las modernas fábricas para hacer barras de hielo, que se picaba para conservar pescado, y se troceaba para enfriar las neveras domésticas hasta la llegada del frigorífico eléctrico. Las grandes máquinas para hacer toneladas diarias de hielo troceado dominan el mercado.

Usos. El hielo industrial en escamas se utiliza para conservar pescado, fruta y verdura. Las piscifactorías matan el pescado por inmersión en cubas de agua con mucho hielo. Los constructores retardan el fraguado del hormigón con hielo para eliminar los poros.

Precios. Los cubitos dominan el mercado del hielo alimentario. Se venden a partir de 40 céntimos el kilo, de los que un tercio corresponden al coste del transporte, y otro tanto a la fabricación. El mayor coste procede de la electricidad (22%), el plástico del envoltorio (18%), el agua (8%) y los palets de transporte (2%).

Mercado local. España fabrica 5.000 toneladas diarias de hielo (menos de un tercio son escamas para uso industrial, y el resto son cubitos con algo de hielo para cóctel) de marzo a septiembre; el resto de los meses baja a la mitad.

El constante crecimiento, y un cambio de hábitos provocan la consolidación del mercado español, muy atomizado con casi 400 fábricas (10 empresas hacen más de 20 toneladas diarias, y otras cinco superan las cien toneladas). “La crisis ha trasladado el consumo de refrescos del bar al hogar y, con ello, el del hielo”, cuenta Javier Carlos, director general de Hielos de Vitoria. Más de la mitad del hielo se consume en casa, y el de la restauración y los bares se ha reducido hasta el 40%. Los supermercados de cercanía recogen la caída de restaurantes y bares, “y de las gasolineras”, puntualiza Nielsen, así como las tiendas regentadas por chinos y paquistaníes.

La competencia es feroz: los supermercados de barrio llegan a poner una bolsa de dos kilos de cubitos a 70 céntimos, un tercio de lo que cobrado por algunas gasolineras. La bolsa de cubitos ya es la referencia más vendida de los congelados de Carrefour. En Eroski, “la venta de hielo ha crecido un 1.781% de 2007 a 2014 en nuestras tiendas, y el consumo se ha enriquecido con nuevas variedades, como hielos de colores con sabores”, cuenta Gorka Moreno Palacios, gestor comercial de Eroski. Los fabricantes deben bajar el precio a los supermercados, “y ya no es rentable hacer ventas menores a cuatro ceros, es un mercado de gigantes. En Procubitos hacemos 310 toneladas diarias”, asegura Miguel Ángel Vázquez.

ÓRDAGO A GRANDE

Para responder a esta mayor competencia, los grandes fabricantes han cambiado a máquinas ABR, que consumen un 35% de las energía de las máquinas antiguas, y abaratan enormemente en mantenimiento, explica Francisco Went, Presidente de Hielos de Vitoria. Los pequeños no pueden hacerlo, sirven a pequeñas comarcas, y mantener las máquinas más pequeñas da más dolores de cabeza que otra cosa. Los grandes hablan con ellos para “venderles el hielo a su precio de coste, obligándoles a que cierren sus instalaciones, y se queden como distribuidores”, cuenta Francisco Went.

Hielos Sierra Nevada se ha convertido en el mayor fabricante tras absorber el negocio de los pequeños de su entorno. “Hago 365 toneladas diarias de cubitos, y amplio otras 90 toneladas para 2016. Crezco del 15% al 20% anual desde hace cinco años”, cuenta Cristóbal García, su gerente. La empresa envía una docena de tráiler de 25 toneladas de hielo diarios a toda España, y solo en ocasiones al exterior ya que el envío del hielo a distancia “no es rentable”. La ingeniería española ABR se neficia de este boom ya que ha montado 12 de las 15 grandes fábricas españolas. “Hemos hecho una máquina nueva sobre la tecnología estadounidense de Vogt, de gran éxito. Hemos montado fábricas en Alemania, Francia y México, y estamos presupuestando una para Emiratos Árabes. Estoy desbordado, y ampliando plantilla”, asegura Máximo Romanillos, dueño de ABR. La planta de México es “la más moderna de Latinoamérica, y el prototipo de las que se construirán a lo largo de todo México. Existen grandes proyectos en este mercado”, apostilla uno de sus accionistas.

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