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El dueño del bosque latinoamericano

La empresa forestal chilena Arauco se expande por toda la región

Fábrica de Arauco en San José de Mariquina (Chile).
Fábrica de Arauco en San José de Mariquina (Chile).ALEJANDRO SOTOMAYOR

Existen distintas maneras en Chile para llamar a un mismo imperio. Su nombre formal, Celulosa Arauco y Constitución SA; Celco; el más popular, Arauco, a secas; o la seña particular: la celulosa de los Angelini. Es que Arauco es muchas cosas al mismo tiempo. Un conglomerado de negocios dividido en cuatro unidades (celulosa, paneles, madera aserrada y forestal), una empresa que da trabajo a más de 13.000 obreros, con 30 plantas productivas en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Estados Unidos y Canadá, y presencia comercial en más de 80 países.

Sus productos llegan a 3.500 clientes a través de 220 puertos en todos los continentes, lo que la convierte en la quinta empresa productora de recursos forestales renovables más importante del mundo.

La División Forestal constituye la base del negocio de Arauco, ya que provee la materia prima para todos los productos que comercializa la empresa. Su creciente patrimonio forestal se encuentra distribuido en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, y alcanza los 1,6 millones de hectáreas, de las cuales un millón se destinan a plantaciones forestales, 395.000 a bosques nativos y 183.000 a otros usos. Hay 53.000 hectáreas más por plantar.

Las principales maderas con las que trabaja Arauco son de pino (variedades radiata y taeda) y una menor extensión de eucalipto, especies con una rápida tasa de crecimiento.No obstante, la unidad de negocio más rentable de Celco es la celulosa. Con siete plantas distribuidas entre Chile, Argentina y Uruguay que durante 2014 produjeron un total de 3,3 millones de toneladas, 6,1% superior al período anterior. Solo un 7% de las ventas fueron en Europa. El cliente importante de Arauco es Asia, donde concentra un 32% de las operaciones.

Sin duda, 2014 fue un gran año para la compañía. La apertura del complejo forestal industrial Montes del Plata supuso una inversión de 2.270 millones de dólares y se convirtió en la operación privada más importante en la historia de Uruguay. La nueva planta cumple con los más altos estándares de sostenibilidad de la Unión Europea. Además, la inversión comprende la construcción de un puerto con un muelle oceánico y un sitio para barcazas por 230 millones de dólares.

UN NEGOCIO FAMILIAR

El emigrante italiano Anacleto Angelini es el padre de la criatura. Asentado en el norte de Chile, se hizo dueño de una fortuna hecha con la pesca y la producción de harina de pescado. Hacia el inicio de la década de los setenta diversificó su unidad de negocios y entró en los seguros. Con los dividendos obtenidos gracias a la firma Cruz del Sur logró la expansión total: compró la petrolera estatal Copec y se metió en el negocio forestal con la también pública celulosa Arauco. Anacleto falleció en 2007 y la empresa quedó en manos de su sobrino, Roberto Angelini Rossi.

Nacido en Italia hace 66 años y padre de cuatro hijos, el ingeniero Roberto Angelini Rossi es la décima fortuna de Chile, con algo más de 1.300 millones de dólares. El patrimonio de su hermana Patricia está valorado en 1.100 millones. Más arriba en la clasificación de ricos chilenos está la familia Matte (Bernardo, Eliodoro y Patricia), con quienes comparten el negocio de la celulosa, concentrando el 75% de las exportaciones. Según datos del Banco Central de Chile, esa actividad ha generado un beneficio de 762 millones de dólares en el primer trimestre de 2015 y más de 3.500 millones en 2014.

Muchos chilenos identifican en el Grupo Angelini a un amigo de la concentración y la Concertación, como se llamó a la coalición formada en oposición al régimen militar de Augusto Pinochet.

Durante los 20 años de gobierno de la Concertación (1990-2010), las ganancias de Arauco crecieron a un ritmo nunca visto en la moderna historia económica chilena. El resultado de ese crecimiento fue letal para la competencia.

Arauco ha tenido que enfrentarse a varios conflictos judiciales en los últimos años. Algunos de ellos, incluso, con resonancia en la escena política de Chile. En 2004, la firma protagonizó un escándalo medioambiental que se originó en los humedales del río Cruces, en la región de Los Ríos, al sur del país. A pocas semanas de poner en marcha una de las plantas, se denunció una grave contaminación de dioxinas y metales pesados en la cuenca que provocó la emigración masiva de aves silvestres, incluidos los emblemáticos cisnes de cuello negro. La planta debió ser cerrada en numerosas ocasiones, por orden judicial.

MÁS CONFLICTOS

Tres años después, Arauco frenó una querella presentada por un grupo de operadores turísticos. En el documento notarial se indica que “ni la empresa, como tampoco ninguno de sus ejecutivos, directores, funcionarios ni personal, tienen responsabilidad alguna en el cambio ambiental (...) que afectara al río Cruces y santuario de la naturaleza y sus afluentes”. Sin embargo, Arauco se vio obligada a desembolsar 614 millones de pesos chilenos (859.600 euros).

Antes, en 1999, Arauco fue denunciada por verter al río Mataquito los desechos de su planta Licancel, ubicada en la región del Maule, en el centro de Chile. En 2007 el hecho se repitió y la presidenta Michelle Bachelet indicó que los costes del daño debían ser cubiertos por la firma, lo que le causa pérdidas mensuales estimadas en cuatro millones de dólares.

Sin embargo, en su carta de presentación, Arauco afirma que “las 389.000 hectáreas de bosque nativo es protegido y conservado bajo estrictas normas internacionales” y que “todas las unidades productivas cuentan con sistemas de gestión ambiental certificados de mínimo impacto ambiental”.

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