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El icono quiteño que cruzó el mar

El Banco Pichincha, el mayor de Ecuador, es pionero de la región en operar en la UE

Oficina del Banco Pichincha en Madrid.
Oficina del Banco Pichincha en Madrid.Samuel Sánchez

La invitación que un grupo de quiteños hiciera el 15 de marzo de 1906 para formar “un banco propio” en la capital de Ecuador y hacer frente a los bancos de Guayaquil que surgieron a finales del siglo XIX fue el inicio del Banco Pichincha, la entidad financiera más grande del país andino. El anuncio se publicó en el diario El Comercio y medio centenar de quiteños —hacendados y empresarios textiles en su mayoría— acudieron al llamado y pusieron su dinero para fundar el banco que tomó el nombre del volcán que custodia Quito.

El capital inicial fue de 600.000 sucres, moneda que prácticamente se estrenaba en el país y que reemplazó a las monedas de oro y plata que circulaban desde la época colonial. Más de un siglo después, la entidad opera en Colombia, Perú, Panamá, Estados Unidos y España, y por paradójico que suene, ha sobrevivido incluso al sucre, que desapareció en 2000 con la dolarización de la economía. Sus activos se cuentan en moneda estadounidense: 9.883 millones de dólares, según datos de diciembre de 2014, que equivalen al 29,4% del sistema bancario ecuatoriano. Su cartera de clientes asciende a 2.9 millones y la calificación de riesgo dada por Bank Watch Ratings y Pacific Credit Rating es AAA-.

“El banco ha sobrevivido a muchas crisis en 100 años y tiene una administración confiable”, dice Ramiro Crespo, presidente de la consultora e inversora Analytica. “La familia Acosta creó una tradición en la gestión y supo mantener su presencia en la entidad. Eso ha dado seguridad a los clientes”. Igual opina Carlos Ordoñez, presidente de la asociación de exempleados del banco. “La familia Acosta ha sido un garante de estabilidad”.

Alberto Acosta Soberón inició la dinastía en la gestión del banco de los quiteños en 1928 y ya era conocido entonces por haber fundado en 1920 el Banco de Abasto, cuyos clientes eran los pequeños comerciantes. Acosta Soberón se quedó en el Pichincha 44 años y luego entregó el bastón de mando a su hijo, Jaime Acosta Velasco, quien a su vez instruyó a dos hijos suyos para continuar la tradición. Hoy uno de ellos, Antonio Acosta Espinosa, preside el consejo directivo.

Los analistas locales coinciden en destacar que el banco soportó airosamente la crisis bancaria de finales de los noventa y la transición de la economía de sucres a dólares. “Este hecho reafirmó la solidez, la solvencia y la transparencia del banco en el imaginario colectivo y consolidó su liderazgo. En 2000, al ser la entidad más grande, tuvimos que absorber las operaciones, activos y pasivos, de otras instituciones como Banco Popular, ABN, ASERVAL y Filanbanco”, señalan desde la entidad.

Alfredo Vergara, que fue Superintendente de Bancos al comienzo del mandato del presidente Rafael Correa, en 2007, cuenta que el Banco Pichincha aceptó cubrir las pérdidas del Banco Centro Mundo, que tras haber entregado miles de microcréditos corría el riesgo de quebrar y poner en aprietos financieros al Estado y al flamante gobierno. Vergara cuenta que todavía estaba en el ambiente la crisis financiera de los 90 y que la quiebra de un banco habría generado pánico financiero, por eso prefirió ser el artífice de un rescate silencioso protagonizado por la misma banca privada. “El Pichincha ciertamente ayudó a resolver un problema de Estado, porque hacerse con una cartera de clientes de microcréditos podía ser un buen negocio pero también había mucha incertidumbre”, dice el exfuncionario.

LA RELACIÓN CON CORREA

En esos años el presidente Correa mantenía una buena relación con Alberto Acosta Espinosa, político de izquierdas y primo hermano del presidente del Pichincha. Fue uno los ideólogos del plan de gobierno de Alianza País, el partido de Correa, y llegó a ser ministro de Energía y Minas y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, antes de distanciarse del presidente y convertirse en un crítico del Gobierno. Correa, por su parte, se volvió más beligerante contra los grupos económicos del país, sobre todo con los bancos.

Es conocida la confrontación entre Correa y el presidente y mayor accionista del banco, Fidel Egas. El presidente demandó al banco en 2008 por daño moral y recibió una indemnización de 600.000 dólares. El caso se remontaba a una deuda que Correa había pagado al Banco La Previsora (absorbido por el Pichincha) por el uso de una tarjeta de crédito entre 1997 y 2001, pero que fue registrada como no pagada en la Central de Riesgos de la Superintendencia de Bancos. Aunque en diciembre de 2005, según la versión del Pichincha, se admitió el pago de Correa por 169 dólares y lo sacaron de la lista de morosos, el presidente los demandó por daño moral. Más tarde, el banco y el Gobierno volvieron a enfrentarse cuando la entidad se negó a entregar información de sus clientes al régimen.

Pese a la tirantez con el Ejecutivo, el Pichincha siguió adelante con su proceso de expansión dentro de Ecuador y, sobre todo, se animó a consolidar el salto al exterior. La expansión internacional comenzó tímidamente en 1986 con la apertura de una oficina en Miami. Pero es en 1993, con la llegada de Fidel Egas a la presidencia del consejo, cuando se inicia un agresivo proceso de expansión. Para 1997 la entidad ya tenía presencia en Colombia y Perú. En 2007, acompañando el fenómeno de la inmigración ecuatoriana, el banco inauguró una oficina en Madrid cuyas operaciones empezaron en 2010. Fue el primer banco privado latinoamericano en recibir la licencia para operar como tal en España.

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