_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mensajes desde Seúl

Las empresas que resisten las crisis son las que operan con mayor valor tecnológico. España debería prestar atención a Corea

En muchos aspectos, la economía de Corea del Sur es la contrafigura de la economía española. Su éxito, su imagen de referente económico, está sostenido por la existencia de un conjunto de conglomerados empresariales (el más conocido es Samsung, responsable de casi el 20% de la economía surcoreana) apuntalados por los apoyos públicos, la exportación y la alta tecnología en comunicaciones. Las diferencias con la economía española saltan a la vista. España es un país fundamentalmente de servicios y, es de temer, en el futuro este carácter se acentuará un poco más. La economía española pagará las consecuencias de la crisis, es decir, de los ajustes del gasto y el déficit de inversión. Hay, quizá merezca la pena apuntarlo, otra diferencia que puede inducir a la reflexión: más del 80% de la población tiene estudios secundarios. Se diría que Corea responde al mismo modelo de evolución social que Finlandia, aunque los patrones políticos sean divergentes.

Pero todavía cabe mencionar una diferencia significativa con España, que es la que en estos momentos debe ocupar y preocupar. Como los responsables económicos surcoreanos han observado signos de fatiga en el patrón de crecimiento, evidentes en la tasa de crecimiento (ha bajado desde más del 7% en la primera década del siglo XXI al 3 o 3,5% en los cinco últimos años), parecen dispuestos a cambiar dicho patrón o, para ser más exactos, diversificar las fuentes de riqueza. Y han optado por el tópico de Silicon Valley, que todavía tiene un lugar destacado en el imaginario de la renovación del capitalismo avanzado. Además de grandes conglomerados tecnológicos, Corea del Sur busca poblar la Tierra Media empresarial con start ups, pequeñas empresas tecnológicas con vocación de crecer en el medio plazo hasta cotizaciones superiores a los 1.000 millones de dólares. Una primera observación sobre este patrón buscado es que no oculta su fascinación por las posibilidades de modelos especultaivos de negocio. Crecimiento rápido, basado en la atracción tecnológica, sin pararse a pensar en los fundamentales de crecimiento.

Las empresas que resisten los shocks externos son las que operan con mayor valor tecnológico. En esto, España debería prestar atención a Seúl.

El hecho importante es que Corea del Sur muestra una decidida voluntad política para modificar su patrón de crecimiento y pone sobre la mesa las apuestas inversoras necesarias para conseguirlo. Si lo consigue o no, el tiempo y la competencia en la gestión lo dirán. No se diversifica fácilmente el troquel de generación de riqueza de un país; ningún economista se atrevería a proponer un plazo preciso, más allá de “una generación” al menos. Lo que importa en términos políticos es que se intente una respuesta al agotamiento del esquema tradicional de grandes corporaciones y la sociedad coreana esté dispuesta a afrontar los riesgos de la diversificación.

Este es el momento de recordar que la economía española ni siquiera se propone cambiar su patrón de crecimiento, basado en una construcción quebrada, una industria que no remonta una fase de debilidad y una abrumadora presencia del turismo que hipertrofia el peso de los servicios. Por una parte, resulta que la fase de crecimiento económico en la que se ha instalado la economía española amenaza con ocultar la debilidad estructural de la generación de riqueza y relegar al olvido que ni siquiera se ha ejecutado con éxito un plan de estabilidad financiera (ahí está el volumen de deuda para demostrarlo). Por otra parte, cabe sospechar que la política de ajuste seguida (sin mucho éxito sobre el endeudamiento) constituye un impedimento grave para diversificar las fuentes de crecimiento. Sin inversión no hay margen para ganar cuotas en mercados con mayor valor añadido. Las empresas que resisten los shocks externos son las que operan con mayor valor tecnológico. En esto, España debería prestar atención a Seúl.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_