Energías con futuro
La solar fotovoltaica es la que mejor puede absorber el crecimiento de la demanda eléctrica
La disponibilidad de las energías, el precio de los combustibles importados, la geopolítica internacional y el color de los gobernantes determinan la energía utilizada en España. “Cada tecnología ha tenido su momento de fuerte crecimiento y de rentabilidad. Todas han terminado sufriendo tras la reciente reforma regulatoria y la sobrecapacidad creada en la producción eléctrica frente a una demanda, que ha caído con la crisis”, resume Alberto Martín Rivals, socio de KPMG.
El mapa energético español ha variado en los últimos 30 años. Y más desde 2000. Se ha pasado del carbón, a la energía nuclear y después a las energías limpias sin hallar una estrategia de continuidad. Desde 1985, hay unas fuentes energéticas que pierden terreno y otras que lo ganan, dibujando lo que podría ser el futuro.
Las renovables son las claras vencedoras. Hoy, más de la mitad la de generación eléctrica nacional procede de las energías limpias, incluida la hidroeléctrica. En los próximos años el crecimiento llegará de la energía solar y de la eólica. “Si Europa establece objetivos más ambiciosos en cuanto al porcentaje de renovables por país, existe margen para que vuelvan a construirse renovables en España”, prevé Martín Rivals.
Excesos y restricciones
La energía fotovoltaica (placas solares) ha sufrido los mayores vaivenes. La política demasiado generosa del Gobierno socialista (primó la construcción de estas centrales) provocó excesos, que el Ejecutivo actual ha transformado en restricciones, según Mije Rosenberg, profesor de IESE, para quien “carece de sentido que Alemania supere a España en energía fotovoltaica, cuando tiene menos sol que nosotros”.
Hoy la fuente solar se posiciona para responder al grueso de la futura demanda de la próxima década, según los expertos consultados, porque el precio de su instalación cae aceleradamente (un 10% de media anual) y se ha desarrollado la solución para almacenarla por la noche, superando el problema de no poder generar electricidad cuando no hay luz.
Acciona es una de las campeonas mundiales en el desarrollo de los sistemas de almacenamiento de las energías fotovoltaica o eólica (que sufre el mismo problema). “Tenemos la tecnología adecuada para integrarla en el momento necesario, algo que se producirá a medio plazo”, afirma Eugenio Guelbenzu, director de Tecnología e Innovación de Acciona Energía. Siemens ha desarrollado un sistema de almacenamiento con baterías de iones de litio, que funciona en centrales alemanas.
“La energía fotovoltaica es la que más debe crecer. En los próximos 18 meses subirá el precio del crudo, dados los problemas geopolíticos de los productores, y volverá a ser rentable la construcción de energías alternativas. Deberá cambiar la política española de las renovables”, añade Rosenberg. El encarecimiento del petróleo arrastra al precio del gas, y el alza del gas hace más rentable levantar plantas de renovables. Además, no es lógico desaprovechar el sol, “las centrales fotovoltaicas son las mejores candidatas para recoger el crecimiento energético español y sustituir a las de carbón”, agrega.
Vientos copados
El impulso de la energía eólica tiene matices. Supone el 20% de la potencia instalada en España, es su segunda fuente suministradora. Pero “los mejores emplazamientos para situar molinos de viento están cogidos”, dice Rosenberg. Las Islas Canarias son el único territorio con zonas sin explotar, por lo que es previsible que el crecimiento de esta energía llegue de la sustitución de los aerogeneradores antiguos por otros más eficientes, según Daniel Fuster, director general de Power & Gas de Siemens, que cree que “podrían doblar la energía producida ahora por ellos”.
Las perdedoras
Las claras perdedoras del sector energético español han sido las centrales movidas por carbón y las nucleares, cuyo peso en la tarta de potencia instalada ha caído. La mitad de las primeras funcionan con mineral nacional y cerrarán en la medida en que lo hagan las minas en 2018 a no ser que devuelvan las ayudas recibidas. Además, según Pedro González, de la patronal eléctrica, “la viabilidad de las centrales de carbón en Europa pasa por instalar la tecnología de captura y almacenamiento de CO2”, que está en fase de desarrollo.
“No habrá plantas nucleares nuevas en España. La opinión pública las rechaza tras el accidente de Fukushima”, afirma Javier Mena, de ESADE. ¿Hasta cuándo permanecerán abiertas las cinco preexistentes? Nacidas en los años 80 a excepción de Garoña (Burgos), que data de 1971, las centrales nucleares deben renovar su licencia de explotación cada diez años. La de Garoña está parada desde 2013 a la espera de la autorización que ha pedido hasta 2031. “En Estados Unidos es normal que funcionen, al menos, 60 años”, dice González.
Tampoco ha salido bien parado el petróleo. Han cerrado casi todas las centrales de fuel y gasoil, por su elevado precio. Y las de biocombustibles prácticamente han desaparecido por la competencia de EEUU, Argentina o Indonesia, más barata.
El resto de las renovables apenas tienen espacio de crecimiento, según los expertos. La segunda gran energía limpia es la hidroeléctrica y “están hechas todas las grandes centrales que se podían construir (aportan casi el 17% del total al sistema eléctrico), y las nuevas minihidráulicas generarían un porcentaje inapreciable (hoy es el 2%)”, dice Javier Mena, catedrático de Economía de ESADE, que tampoco ve rentable aumentar las instalaciones de biomasa (uso de los residuos orgánicos como fuente energética) o cogeneración (transformar el exceso de calor producido en electricidad) sin ayudas económicas.
El gas ha sido la gran energía ganadora del pasado. Una cincuentena de centrales movidas por gas suman la cuarta parte de la capacidad del sistema español, “se han quedado con poca actividad por el aumento de las renovables y la caída del consumo por la crisis, de casi el 14%”, afirma Pedro González, director de Regulación de Unesa, la patronal de las eléctricas. Así, las compañías barajan cerrar centrales (Iberdrola va a hacerlo en Castellón) y estudian poner en hibernación otras plantas hasta que suba la demanda a niveles de 2007. “Esperamos que sea hacia 2020”, dice González. Ello obligaría a construir más centrales de gas o de renovables.
Otra alternativa de futuro es la energía mareomotriz, “aún en fase experimental”, indica Mena. “En cinco años veremos centrales en España, pero crecerá de forma puntual, dado que un país turístico y con industria pesquera, limitará tener instalaciones costeras”, añade Daniel Fuster.
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