Frenazo griego a la renta variable
Grecia ha vuelto a ocupar una posición central en la actualidad política y económica
Tras las elecciones generales del pasado 25 de enero, Grecia ha vuelto a ocupar una posición central en la actualidad política y económica. El Gobierno encabezado por Alexis Tsipras ha entrado con pie fuerte en el escenario europeo, restando legitimidad a los acuerdos alcanzados por gobiernos anteriores con las instituciones prestamistas, así como seguridad a los supervisores de que dichos acuerdos se ejecutaran en tiempo y forma. Pese a que cada vez parece menos probable que el Gobierno griego tome decisiones unilaterales en temas como la posible quita o reestructuración de la deuda, lo cierto es que las primeras medidas adoptadas han ido en dirección opuesta a lo pactado en los rescates.
En este escenario, los mercados han puesto su atención en las consecuencias de esta situación. Centrándonos en Europa, hemos asistido a un tira y afloja entre las noticias positivas procedentes del Banco Central Europeo (BCE), que lanzaba un programa de estímulo monetario más agresivo de lo esperado —una modalidad de Quantitative Easing (QE) que incluye la compra de deuda pública y la mutualización de una parte del riesgo derivado— y las negativas, procedentes del posible choque de trenes entre Grecia y la Troika que, en un escenario extremo, podría llevar a Grecia y su sistema financiero a una situación de insolvencia que, a su vez, le forzaría a abandonar el euro. En este sentido, la limitación del BCE para usar bonos griegos como colateral en sus subastas ordinarias de liquidez, decidida el pasado miércoles, incrementará la presión sobre las autoridades helenas.
Las acciones deberían ser el activo más favorecido en caso de que se resolviera la cuestión griega
La reacción del mercado fue ampliar las primas de riesgo para la deuda pública de las economías sobre las que se pudiera temer un efecto contagio, fundamentalmente España, Italia y Portugal. La rentabilidad exigida a la deuda de estos países ha subido ligeramente a pesar de las medidas de expansión monetaria anunciadas por el BCE, al tiempo que el tipo de interés del bono alemán a diez años llegaba a niveles del 0,3%. Un movimiento que refleja una percepción de mayor riesgo sistémico por parte de los inversores, aunque lejos de la generada en anteriores crisis de la Eurozona. Ello se explica por la presencia de mecanismos inexistentes anteriormente, como los fondos de rescate europeos o el programa de compras del BCE (QE) que, incluso en un escenario negativo, paliarían los efectos de contagio.
En los momentos posteriores a la victoria de Syriza, el euro respondió con una violenta caída que le llevó a perder el nivel de 1,11 contra el dólar, aunque posteriormente recuperó parte del terreno perdido, lo que refleja también una menor percepción de riesgo sistémico.
En cuanto a la renta variable, quizás sea el mercado que menos ha reflejado la situación en Grecia —salvo quizás el sector financiero— en términos de precio, aunque sí ha subido la volatilidad. Sin embargo, la entrada en escena del BCE debería haber provocado una subida mucho más pronunciada en las bolsas europeas, un efecto que se ha visto mitigado por la incertidumbre provocada por Grecia. Por tanto, la renta variable debería ser la más favorecida en caso de que se resolviera la cuestión griega.
Miguel Ángel García Muñoz es director de Estrategia de Mercados de Banca March.
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