El BCE se plantea comprar hasta 50.000 millones mensuales en deuda
La entidad activa este jueves el plan de adquisición de bonos pese al escepticismo alemán
Europa tiene un pasado a la vez luminoso y asfixiante: es el lugar donde el jardín de Goethe es casi colindante con el campo de concentración de Buchenwald. La eurozona empieza a soltar este jueves uno de sus más pesados, de sus más asfixiantes lastres: los traumas económicos de Alemania, aquella hiperinflación de la República de Weimar y que de alguna manera aún condiciona en parte la gestión de la eurozona. El BCE se embarcará poco después de mediodía en un programa de compra de deuda pública a gran escala, pese a la oposición alemana y con un lustro de retraso respecto al resto de grandes bancos centrales. Con los índices de precios ya en territorio negativo, lo único que queda es conocer los detalles: las fuentes consultadas la noche de este miércoles hablaban de adquisiciones de entre 35.000 y 50.000 millones de euros mensuales para combatir el riesgo de deflación.
Draghi se inclina por comprar deuda con una calificación de riesgo que evite los bonos basura
Eso elevaría el volumen total por encima de los 600.000 millones —según el periodo que se fije, que puede alargarse hasta finales de 2016—, aunque el BCE, según las fuentes consultadas, no cerrará la puerta a un segundo programa si las cosas no mejoran, en una secuencia parecida a la que han aplicado EE UU y Reino Unido. En una reunión a principios de enero, el BCE dio a entender que compraría 40.000 millones mensuales desde la reunión de marzo hasta septiembre de 2016 (fecha en la que vence la barra libre de liquidez): 600.000 millones en total. Draghi se inclina por comprar deuda con una calificación de riesgo suficiente como para evitar los bonos basura: eso dejaría fuera a los países rescatados —Chipre y Grecia— salvo que sigan bajo tutela de la troika, en un mensaje teledirigido al gran favorito de las elecciones griegas, el líder de Syriza, Alexis Tsipras. El BCE conseguiría así una expansión del balance de 1,1 billones, según Bloomberg.
El de Draghi es un movimiento fundamental con un fuerte componente político: la prueba son las disensiones en el propio BCE. El humanista George Steiner, autor de esa comparación entre el jardín de Goethe y Buchenwald, decía que si se trazara un mapa de los cafés aparecería uno de los indicadores esenciales de la “idea de Europa”: estas son las claves del programa que se debatirá desde este jueves en los cafés desde La Coruña a San Petersburgo; desde Estocolmo a Messina.
Cuándo y cómo
La cita es este jueves en Fráncfort. El BCE podría dar un objetivo de inflación más que un volumen de compras cerrado, aunque Draghi ha indicado que elevará el balance en torno a un billón de euros. Las claves son el volumen de las compras de deuda pública, los tipos de activos (y plazos) finalmente incluidos y sobre todo el ritmo. Pero el BCE se dará cierta flexibilidad, para acelerar con un segundo programa o frenar si fuera necesario.
¿Funcionará?
Ya ha funcionado: el mero anuncio de Draghi ha abaratado el euro y ha tirado a la baja de los intereses de la deuda, hasta el punto de que hay varios países que cobran por emitir; endeudarse les sale gratis. Pero el quantitative easing (QE, por sus siglas en inglés) no es la panacea. Para que surta efecto, Draghi tiene que batir las expectativas del mercado, y en todo caso no tendrá demasiadas consecuencias sobre los intereses de la deuda, que ya son muy bajos. Los expertos dicen que el QE debería ir acompañado de una expansión fiscal en los países que pueden permitírselo: Alemania, Holanda y compañía; pero eso está descartado. Y de un plan de inversiones potente. Se esperan, básicamente, mejoras por la vía del tipo de cambio del euro y que el BCE insufle una dosis extra de confianza. Y que eleve las expectativas de inflación: una expansión de un billón puede elevar cuatro décimas los precios.
¿Qué se compra?
Básicamente, deuda pública a largo plazo en función del peso de cada país en el Eurosistema (26% en Alemania, 13% en España). Hay quien dice que solo comprará deuda de la máxima calificación: es poco probable porque eso supondría un gran estigma para la deuda periférica. En los últimos días, se ha especulado acerca de quién correrá con los riesgos, pero las fuentes consultadas apuntan que esa es una maniobra de distracción: aunque compren los bancos centrales nacionales y no se mutualice el riesgo en caso de quita de deuda en algún país, es muy poco probable que el BCE pueda encapsular las pérdidas de una reestructuración de deuda en el país que se decante por esa solución.
¿Influyen las elecciones griegas?
“Sin duda”, dice un informe de la Eurocámara al respecto. El BCE solo comprará bonos griegos si Atenas sigue bajo la tutela de la troika, lo que reduce el margen de negociación de Syriza, que lidera las encuestas. Fráncfort no quiere ver ni en pintura una reestructuración unilateral, y baraja varias opciones para restarle atractivo. Pero básicamente dejará los detalles relativos a Grecia para más adelante, para dar tiempo a formar Gobierno y negociar.
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