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Solidarios para una mejor convivencia

La crisis económica hace crecer la importancia del voluntariado

Thiago Ferrer Morini
Banco de Alimentos en Oiartzun (Guipúzcoa).
Banco de Alimentos en Oiartzun (Guipúzcoa).J. E. (EFE)

Entre el viernes 28 y el domingo 30 de noviembre, a la puerta de supermercados y centros comerciales de todo el país, 106.000 voluntarios, según la organización, recogieron 21 millones de toneladas de comida para los Bancos de Alimentos españoles. La crisis económica, el aumento de la desigualdad, y los recortes en prestaciones sociales por parte de las administraciones públicas han hecho que iniciativas como ésta hayan ganado relevancia a la hora de aliviar el sufrimiento de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Y, a la vez, ha intensificado el debate acerca del papel del voluntariado en España. EL PAÍS, con el patrocinio de la Fundación 'La Caixa', organizó un desayuno para discutir la situación del voluntariado en España.

En 2011, el 15% de los españoles encuestados hacía alguna tarea voluntaria, según el Eurobarómetro especial publicado con motivo del Año Europeo del Voluntariado. Esta cifra es inferior al 24% de la media de la UE y el 25% de EE UU. Sin embargo, el mismo estudio indicaba que los voluntarios españoles eran los que más prestan servicio en ONG y asociaciones de ayuda humanitaria. Según el Eurobarómetro, el 34% de los voluntarios españoles participa en estas organizaciones, un porcentaje muy superior al 16% de la media europea.

"Cada sociedad tiene sus propios modelos", señala Catalina Parra, presidenta de la fundación Hazloposible. "No podemos comparar las cifras entre EE UU y España, donde la malla familiar es mucho más fuerte y nos ayudamos más entre nosotros".

En España, la visibilidad de la relevancia del voluntariado en la economía sufre con la falta de datos. No es un caso único. El Comité Económico y Social de la UE pidió en 2013 un esfuerzo mayor a los Estados miembros por valorar el peso económico del voluntariado. Hungría, Italia y Polonia ya lo han hecho. Este último país estima que las actividades voluntarias representan un 2,8% del PIB. La consultora PWC, en un estudio con datos de 2012, estima que en España el tercer sector (es decir, ni público ni privado) representa un 1% de la economía española y tiene más de 400.000 empleados remunerados. Ese mismo informe indica que mientras que en 2008, los voluntarios representaban el 62% del personal del tercer sector, en 2012 ese porcentaje había subido al 70%, y en 2016 tiene previsto ser del 78%.

El papel de las empresas privadas

El viernes 5, Día Internacional del Voluntariado, Naciones Unidas presentó el plan Impact 2030, que pretende promover "la participación del voluntariado empresarial para lograr cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible". Es una señal de cómo ha crecido el rol del voluntariado corporativo, es decir, iniciativas de cooperación impulsadas por empresas privadas con sus propios recursos. "Ya no es, como podía ser antes, que los de la empresa se juntasen para pintar una casa", afirma Catalina Parra. "Se está haciendo más complejo, más especializado".

El programa de voluntariado de la Obra Social de La Caixa tiene a más de 13.000 personas participando a través de más de 40 asociaciones en diferentes ciudades españolas. "No solo se trata de nuestros empleados", afirma Àngel Font, "sino de sus familiares e incluso de nuestros clientes".

Entre los objetivos del programa no solo está el fomentar la participación entre los cercanos a la entidad catalana, sino también colaborar con otras entidades sin ánimo de lucro para mejorar sus sistemas de gestión del voluntariado.

La meta de todo esto, afirman desde la entidad, es conseguir una sociedad más justa. "Hace 15 años, empezamos un programa de alfabetización digital en el que llevamos la informática a los mayores", relata Font. "Hoy, las personas que formaron parte de ese plan dan clases en prisiones a jóvenes. Y no solo se enseña informática: se da testimonio y experiencias vitales".

Para Emilio López, responsable de Voluntariado de Cáritas Española, esa tendencia es problemática. "Me preocupa ese discurso de 'bueno, no pasa nada, si no hay dinero, ponemos voluntarios y ya está'. No solo estamos supliendo las deficiencias del Estado, sino también de muchas empresas, como puede ser en el tema de los desahucios. Tenemos que ser conscientes de que estamos invadiendo un espacio que no es el nuestro".

Pero para Àngel Font, director corporativo de Personas y Estrategia de la Fundación 'La Caixa', la diferencia entre lo público y lo privado es un "terreno gris" donde los límites son móviles. "No hay contradicción. La acción voluntaria genera puestos de trabajo. El tercer sector puede empezar cubriendo algo y luego retirarse, o al revés". "Yo creo que el voluntariado seguiría existiendo aunque el Estado estuviese en su plenitud", apunta María Vallés, directora de Gestión Externa de la Fundación Vicente Ferrer.

¿Qué es un voluntario?, o, mejor: ¿qué no lo es? "No son prácticas para un puesto de trabajo", señala Font. "No es un recurso para el proceso productivo. No es un atajo para llegar a alguna parte, ni es una forma de promoción personal". "No se trata de colgarse la medalla social", completa Catalina Parra.

Una cosa está clara: la importancia del voluntariado va mucho más allá del dinero. "El voluntariado es una forma de expresión ciudadana", señala Font. "Es una manera de construir una sociedad más equilibrada y más justa". "El voluntario recibe mucho más de lo que da", afirma Vallés. "Es una de las grandes fortalezas del tercer sector", apunta Inés Entrecanales, vicepresidenta de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC).

La creciente importancia del voluntariado, sin embargo, exige cambios en la forma de seleccionar y formar a los trabajadores. "Cuando empezamos con el portal hacesfalta.org, hace 14 años, la gente nos llamaba y nos pedían que enviásemos a 'alguien", señala Parra. "Les preguntábamos detalles y nos acababan diciendo: "Tengo tanto trabajo que con cualquier persona me vale". Pero luego esos voluntarios llegaban allí y no sabían ni qué hacer ni qué hacerles hacer, lo cuál era muy frustrante para todos".

"Parece un oxímoron, pero no lo es: hay que profesionalizar el voluntariado", afirma Font. "Cuando uno toma la decisión de dar energía, sapiencia, y tiempo a una causa, debe haber una organización profesional detrás que actúe lo más y mejor posible, con una formación específica y la tecnología adecuada".

"En la AECC atendemos a gente en el momento más delicado de sus vidas", recuerda Entrecanales. "Si lo hacen mal, estamos fuera. Eso implica que tiene que ser gente bien elegida, bien motivada y bien formada. La pasión y la voluntad son esenciales".

Pero esa profesionalización no está exenta de problemas. Vallés señala que esos cambios en el perfil del voluntario pueden tener efectos psicológicos. "Al hacerse más grandes y complejas, las organizaciones tienden a perder la espontaneidad y eso desanima".

Sobre todo, el cambio del perfil del voluntario hace que la remuneración sea un tema particularmente espinoso. "El trabajo de un voluntario no es que no tenga valor; es que no tiene precio", afirma Entrecanales. "Es por eso que creo que no debe estar remunerado".

La crisis económica ha secado las fuentes de financiación de muchas organizaciones. El tajo se ha notado en todos los ámbitos: las Administraciones públicas recortan gastos, la obra social de las antiguas cajas de ahorro se reduce —cuando no desaparece— los mecenas, tanto personas como empresas, pueden gastar menos.

Esto no solo tiene un efecto en la economía de las asociaciones donde trabajan voluntarios; tiene un efecto en los voluntarios en sí. "Desde el inicio de la crisis, lo urgente ha dejado atrás lo importante", apunta López. "En las parroquias, los voluntarios están avasallados por las necesidades que no podemos responder. Nos vemos afectados a diario por la exclusión y la desigualdad. No solo desde un punto de vista económico, sino también del social, del sanitario, del educativo".

Y esto tiene un efecto sobre el rol más social de la participación. "Nos costó mucho esfuerzo que el voluntariado fuese más de promoción que de asistencia", comenta López. "No solo dar recursos a las personas, sino apoyarlas en otros sentidos. El riesgo es que eso se vuelva a poner del revés por el gran incremento de la demanda. Veo falta de capacidad de denuncia de lo que estamos viendo".

Según el informe de PWC, en 2012 el 70% de los ingresos del tercer sector venía de fondos públicos. "Eso nos hace muy dependientes", apunta Parra. "En las reuniones con las administraciones, no puedes decir todo lo que piensas porque de ello dependen tus ingresos".

El recorte en los ingresos ha llevado a las asociaciones a hacer hincapié en una gestión más transparente y eficiente. "Cualquier recurso dedicado a estos programas debe estar bien gastado, que no se escape ni un euro", apunta Font.

Pero, para la presidenta de la Fundación Hazloposible, la opinión pública infravalora la honradez y la buena gestión de las organizaciones benéficas. "Si nos comparamos con las empresas privadas, nuestro trabajo no solo es más difícil; se nos exige mucho más", lamenta Parra. "Y aun así, hay casos de ONG que son más eficientes que muchas empresas".

¿Cuál es el perfil del voluntario hoy en día? Según el Eurobarómetro, suele ser una persona de mediana edad, pero eso está cambiando. "El voluntariado es muy transversal", señala Inés Entrecanales. "Pueden ser voluntarios tanto los miembros de la directiva de una organización como los que están a pie de calle". "Antes, el voluntario típico era el ama de casa o el joven, ahora cada vez hay más personas mayores", indica Parra. "Además, a hora ya hay maneras de ayudar que no requieren moverse del sitio; se puede ayudar por Internet, o incluso con el teléfono móvil".

Tradicionalmente, hay más mujeres voluntarias que hombres. Muy lentamente, ese perfil está cambiando. "En los bancos de alimentos son, en su mayoría, hombres", apunta López. Aún así, la brecha aún existe. "Entre los directivos, hay casi tantos hombres como mujeres. Pero en la gestión, en lo administrativo, hay sobre todo hombres, mientras que a pie de calle hay más mujeres", completa. 

INÉS ENTRECANALES | Vicepresidenta de la AECC


“Hay sectores donde se necesita desesperadamente que los hombres participen más. Un hombre enfermo de cáncer se entiende mejor y se siente más a gusto si es otro hombre el que viene a apoyarle, preguntarle como está, hablar de fútbol...”

ÀNGEL FONT | Director corporativo de Personas y Estrategia de la Fundación La Caixa


"El número de voluntarios en una organización es señal de salud: cuanto más hay, mejor gestionada está. Porque saben; y si hay algo que no les gusta, algo que se lleva mal, más se alejan".

EMILIO LÓPEZ | Responsable de Voluntariado de Cáritas Española


“En los últimos encuentros con voluntarios en los que he estado, veía a la gente removiéndose en los asientos a la hora de los discursos. Para los que están en contacto con la exclusión, el lenguaje institucional cansa e indigna"

CATALINA PARRA | Presidenta de la Fundación Hazloposible


"Hemos vivido durante muchísimo tiempo bajo un Estado del bienestar, y tenemos que darnos cuenta de que, nos guste o no, eso se ha acabado, y lo que tenemos que hacer es liar el petate y trabajar"

MARÍA VALLÉS | Directora de Gestión Externa de la Fundación Vicente Ferrer


“Nuestra visión del voluntariado la explicó Vicente Ferrer: “Todo lo que te ocurre a ti, me ocurre a mi. No puedes mirar el sufrimiento de otros sin sentirlo dentro de ti. Puedes mirar o no mirar, pero su sufrimiento te duele a ti también, y tarde o temprano, te sientes responsable y piensas: ¿qué puedo hacer?”.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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