Bruselas fuerza al banco público europeo a invertir un 40% más
Juncker impone al BEI proyectos de más riesgo en su plan de 315.000 millones
El nombre elegido es Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas: la Comisión Europea dio ayer los últimos retoques al Fondo Juncker, que finalmente movilizará “al menos 315.000 millones de euros” entre 2015 y 2017, según un documento al que ha tenido acceso este diario. Tal como adelantó EL PAÍS, el nuevo vehículo de inversión para sacar a Europa del estancamiento contará con 20.000 millones de dinero europeo, aunque la distribución definitiva es ligeramente distinta de la que barajaba Bruselas: 8.000 millones procedentes de los presupuestos europeos y 12.000 millones del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Con esos 20.000 millones como garantía, las instituciones europeas lanzarán emisiones de deuda hasta 60.000 millones, y buscarán la participación del sector privado hasta alcanzar la cifra mágica de 315.000 millones, con un apalancamiento en torno a 1/15: un euro de dinero público por cada 15 euros de apelación a los mercados. Ese dinero se invertirá en proyectos de largo plazo en el sector energético, las infraestructuras y la agenda digital, así como en la financiación a pymes. El importe del paquete puede ser incluso mayor si los Estados miembros lanzan planes nacionales o involucran a sus bancos públicos (el ICO español o el KfW alemán).
Bruselas considera capital el paquete de inversión ante el hundimiento de esa partida a lo largo de la crisis: el nivel de inversión está entre 230.000 y 370.000 millones por debajo de la media histórica, según las conclusiones de las reuniones de los jefes de gabinete de Juncker durante el fin de semana. Tal como se esperaba, la Comisión y el BEI pondrán en marcha un listado con los proyectos que irán saliendo a medida que se encuentre la financiación, pero con criterios de viabilidad: no por cuotas de países o por sectores.
La Comisión afirma que el objetivo es “una refundación” del banco
Las dos instituciones pondrán en marcha un “centro de asesoramiento para las inversiones”, con comités —en los que la Comisión tendrá mayoría— para decidir qué proyectos se activan y en qué orden. El brazo Ejecutivo de la Unión tiene previsto aprobar ese paquete el martes, y el Consejo Europeo tomará una decisión al respecto en la cumbre de diciembre. El plan incluye cambios regulatorios para mejorar el mercado único, que se propondrán en enero y se adoptarán en el primer semestre de 2015, durante la presidencia letona de la UE.
Más allá del empaquetado final del Fondo Juncker, la Comisión quiere forzar al BEI a dejar de ser una especie de fondo de pensiones obsesionado con su triple A —la máxima nota de solvencia— para convertirlo en el auténtico banco público europeo. Jean-Claude Juncker ha llegado a un pacto tácito con el jefe del BEI, el alemán Werner Hoyer, para que esa institución tenga una participación destacada en el plan a cambio de estrictas condiciones. Bruselas persigue evitar una repetición del fiasco de 2012, con una inyección de capital de 10.000 millones en el banco que quedó en agua de borrajas.
Y para eso fija tres líneas rojas. Una: la Comisión corre generalmente con las primeras pérdidas, pero a cambio exige tener mayoría en los comités que decidirán los proyectos, donde se sentarán también el staff del BEI y expertos del sector privado. Dos: el BEI elevará de 60.000 a unos 100.000 millones anuales su inversión crediticia. Y tres: el banco cambiará su perfil y pasará a financiar proyectos de más riesgo. El objetivo es atraer fondos internacionales, que no acaban de venir a Europa por la desconfianza ante la frágil recuperación.
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