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“A un auditor es relativamente fácil engañarle si una empresa quiere”

El presidente de BDO defiende que su labor en Pescanova fue "rigurosa"

Cristina Delgado
Alfonso Osorio, presidente de BDO.
Alfonso Osorio, presidente de BDO.Claudio Álvarez

La firma de auditoría BDO es la quinta mayor de España y del mundo. Su presidente en España, Alfonso Osorio (Madrid, 1956), asegura que están inmersos en un “plan estratégico muy ambicioso”, con el que pretenden alcanzar los 10.000 millones de dólares (unos 8.030 millones de euros) de facturación en 2019, lo que supone un incremento del 55% con respecto a 2013. La compañía, asegura, piensa conseguirlo en buena medida “apostando por la excelencia”. Y esto cuando su sector no pasa por su mejor momento en cuanto a reputación se refiere. Escándalos como el de la salida a Bolsa de Bankia o el fiasco de Gowex han tenido en los que las auditoras han desempeñado papeles relevantes. La piedra en el zapato de BDO es Pescanova, un caso de maquillaje contable por el que han acabado imputados.

“En Pescanova hicimos un trabajo riguroso y adaptado a normas de auditoría. Pero no pudimos detectar el fraude”, explica Osorio. BDO auditó las cuentas de la empresa gallega durante 11 años. Nunca reportaron nada extraño, y avalaron los informes anuales. En marzo de 2013, sin embargo, la empresa hizo saltar por los aires toda una trama de maquillaje contable orquestada durante años, al enviar al regulador bursátil una nota donde reconocían “discrepancias” entre la deuda declarada y la real. “Ese comunicado fue algo sin precedentes. Menos mal que en esta casa somos jóvenes, porque si no, hubiera habido infartos”, recuerda el ejecutivo de BDO.

El caso Pescanova recaló en la Audiencia Nacional, donde el juez Pablo Ruz instruye la causa en la que están imputados buena parte de los exconsejeros y algunos miembros del anterior equipo directivo. BDO también. ¿Sabían o no sabían que en Pescanova se retocaba la contabilidad? “Somos una víctima más. Es un fraude organizado desde la propia compañía, donde el auditor, los accionistas, instituciones financieras y algunos miembros del consejo estaban al margen de lo que ocurría”, defiende Osorio.

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Pescanova, según ha revelado la investigación, ya estaba en quiebra técnica en 2011, cuando aseguraba estar ganando más de 50 millones, en unas cuentas que BDO avaló. “El trabajo del auditor no está diseñado para poder descubrir un fraude. Ni es ese el alcance de nuestro trabajo ni contamos con las herramientas necesarias. A un auditor, si una compañía se empeña, es relativamente fácil engañarle. Si existe un fraude organizado y diseñado desde la propia empresa contra auditores, reguladores, entidades financieras e inversores, es muy difícil que en el contexto de una auditoría se pueda detectar”, señala Alfonso Osorio.

La primera señal de alarma sobre el estado de Pescanova se podría haber encontrado en el Banco de España. En su sistema de contabilización de deudas, el llamado CIRBE, al que los bancos comunican los compromisos que todas las empresas tienen con ellos, el pasivo de Pescanova era mucho más elevado de los que después decían sus cuentas. Una simple comprobación de la cifra podría haber destapado el fraude. ¿Por qué BDO no la hizo? “No lo pedimos porque no es una práctica de auditoría exigida a nivel nacional ni internacional. Solo en casos donde no haya nivel de respuesta por parte de las entidades, lo pides. No era el caso. Y, de todas formas, creo que hubiera aportado poco, porque la mayoría del fraude estaba escondido en sociedades fuera del perímetro de consolidación”, se defiende.

El auditor, insiste Osorio, no está para destapar engaños. “En el contexto de nuestro trabajo, recibimos información financiera facilitada por la compañía. Recibimos una carta de representación que exigimos al consejo de administración, donde pedimos que certifiquen que la información que se nos ha facilitado es veraz, y que no hay más que lo que nos envían. Y revisamos la documentación”, repasa. “Por supuesto, si se detecta un fraude, se pone encima de la mesa. Pero no es nuestro trabajo. Si esperan que la auditoría detecte los fraudes, habría que cambiar por completo el sistema”, advierte. ¿Ningún inversor puede estar entonces tranquilo? “La auditoría es un elemento disuasorio para que no ocurra el fraude. La normativa de tipo mercantil es otro. Igual que el regulador bursátil. Son cortafuegos. Pero nadie puede garantizar al 100% que no ocurra”, concluye.

Sobre los honorarios de las firmas, el presidente de BDO rechaza que sean excesivos. Insiste en que el sector ha vivido una dura guerra de precios, que todavía dura. Y también niega que, para evitar perder un cliente, una firma pueda llegar a evitar dar opiniones negativas. “Ninguna firma se arriesga a poner en cuestión su tesoro más preciado, que es la reputación”, asegura.

Osorio prefiere no opinar sobre los detalles de la futura ley de Auditoría, que va a limitar los servicios extra que pueden prestar (y cobrar) las auditoras a las empresas a las que auditan. Solo recuerda que el objetivo debería ser armonizar la normativa con los vecinos europeos.

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Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.

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