Digitalizar la economía

Asistimos en este comienzo de año a los primeros síntomas de una recuperación económica que se prevé lenta y no exenta de obstáculos. La esperanzadora evolución de las cifras de desempleo y la mejora en las condiciones de financiación de la economía española sugieren que nos encontramos en un punto de inflexión en la tendencia iniciada en 2008. Llegado este momento, pensamos que es esencial recuperar algunos de los mensajes sobre la importancia de incorporar las tecnologías de la información al modelo de crecimiento que España deberá desarrollar en los próximos años.

En nuestro país, el 56,6% de los hogares disponen ya de conexión a Internet a través del teléfono móvil (frente a un promedio europeo del 49%), pero todavía estamos retrasados respecto a los grandes países de nuestro entorno en el despliegue de redes 4G o en fibra óptica. Nuestra mayor limitación está, no obstante, en los bajos niveles de uso que hacemos de esta infraestructura. Según Eurostat, el 27% de los individuos españoles entre 16 y 74 años nunca se han conectado a Internet, mientras que este porcentaje varía entre el 5% y el 10% en los países nórdicos. En esta brecha inciden aspectos relacionados con la renta o con el hábitat de los individuos, si bien el factor cultural o formativo se muestra como especialmente relevante. No en vano, entre aquellos que nunca han utilizado Internet, los de baja o ninguna formación representan el 49%.

Una primera aproximación a la penetración de Internet y a la frecuencia de su uso por parte de las medianas y grandes empresas sitúa España en niveles similares a Europa. En las microempresas la situación es bien distinta y resulta desoladora. Aproximadamente 3 de cada 10 sociedades con menos de 10 asalariados siguen sin tener conexión a Internet, y solo el 28,6% de las microempresas conectadas disponían de página web en 2012. Además de la elevada atomización del tejido empresarial español, la especialización productiva de nuestra economía en sectores de bajo valor añadido afecta de manera significativa al avance de Internet como herramienta esencial para la articulación de nuevos modelos de negocio o para el diseño y prestación de nuevos servicios.

El comercio electrónico, que continúa creciendo año a año, debería figurar como prioridad en la agenda de los gestores empresariales y de las Administraciones públicas. Sin embargo, los esfuerzos en esta línea no serán por sí solos suficientes para mejorar la competitividad de las empresas españolas y la empleabilidad de nuestros parados. También debe ser labor de las Administraciones públicas impulsar políticas de inserción de los colectivos más desfavorecidos (desempleados sin formación, personas con bajos niveles de renta, pobladores de áreas rurales, etcétera) en la sociedad de la información. Para muchos de ellos, el desarrollo de competencias digitales puede suponer la única oportunidad de redirigir su orientación profesional y encontrar un encaje en un mercado de trabajo en plena transformación, ya sea emprendiendo u ocupando los nuevos puestos de trabajos creados al ritmo de la digitalización de la economía.

Álvaro Martín y Diego Vizcaíno son profesores de Afi, Escuela de Finanzas Aplicadas.