En Sanchinarro se han entregado 14.400 pisos y hay suelo para 1.500 más
Los propietarios de vivienda usada la venden a precios más altos que la que se construye
Como ha sucedido en el resto de los grandes desarrollos urbanísticos acometidos durante la pasada década en Madrid, también en Sanchinarro la crisis ha dejado sin cubrir buena parte de los equipamientos proyectados.
Ni la biblioteca ni el polideportivo ni el mercado que piden algunas asociaciones vecinales han llegado, ni parece que vayan a hacerlo a corto plazo.
Junto a los solares reservados para estas actuaciones, las parcelas residenciales van poco a poco colmándose de pisos. Los casi 14.500 entregados, en los que residen unos 30.000 vecinos, se incrementarán en los próximos años con los 1.500 que restan por construirse en los 127.600 metros cuadrados de edificabilidad remanente.
En cuanto a precios, los propietarios se resisten a bajarlos y muchos de los cientos de viviendas usadas salen más caras que algunas de las que están en construcción o a punto de iniciarse en este barrio del distrito de Hortaleza.
Diez años después de que llegaran sus primeros moradores, el barrio de Sanchinarro —encajonado al norte de Madrid entre la A-1, la M-30 y la M-40—, alberga hoy una población cercana a los 30.000 habitantes, que ocupan la mayoría de los 14.416 pisos entregados.
Queda un remanente edificable suficiente para construir otras 1.500 viviendas, y rematar las parcelas vacantes destinadas a albergar aquellos equipamientos, públicos y privados, que se quedaron sin acometer, además de 17.183 metros de edificabilidad industrial.
Entre esos equipamientos que los vecinos echan de menos están la biblioteca pública, un mercado y un polideportivo municipal. En este último caso, las dos intentonas por parte del Ayuntamiento de Madrid de conceder a la iniciativa privada la gestión del recinto deportivo han resultado fallidas, al no haber ninguna empresa interesada.
Junto a la parcela destinada al polideportivo, cercana al barrio de Virgen del Cortijo, se hallan dos solares cedidos al club de baloncesto Estudiantes, de 50.125 y 11.100 metros cuadrados, valorados en más de diez millones de euros, para que ubicara su ciudad deportiva. La idea era levantar un complejo en torno a un pabellón de grandes dimensiones, de 58 metros de ancho por 72 de largo. Tras el fiasco olímpico, quedó aparcado, y sin previsión de que se vaya a retomar.
La biblioteca prometida tampoco llegará de momento porque, como suele repetir el concejal presidente del distrito de Hortaleza, Ángel Donesteve, no hay dinero ni para construirla ni para contratar al personal.
Del mercado, tres cuartos de lo mismo. Si a la iniciativa privada le interesa, tiene vía libre, aunque lejos de aquel Mercamorfosis, el megalómano proyecto ideado por el anterior alcalde y actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que, como tantos, acabó en papel mojado.
Pero de lo que de verdad echan pestes los habitantes de Sanchinarro es del espinoso asunto de los accesos al barrio. Se planificó un PAU entre autovías y ninguna pertenece al Ayuntamiento de Madrid, que es quien diseñó el desarrollo urbanístico. El Ministerio de Fomento no permite pincharlas con la construcción de nuevas entradas y salidas, argumentando motivos de seguridad, y el tránsito, en ocasiones, se convierte en un auténtico quebradero de cabeza. Y podría empeorar cuando al año que viene se inaugure la futura sede de BBVA al otro lado de la autovía del Norte (A-1).
A la hora de comprar una vivienda en este enclave residencial, las opciones pasan por los cientos de pisos de segunda mano que se ofrecen y una muy reducida disponibilidad de unidades de nueva planta, en construcción o todavía en proyecto.
Viviendas usadas cuyos propietarios siguen con la mente en tiempos de la burbuja inmobiliaria, manteniendo precios a todas luces fuera de mercado, más caros que los que se dan en obra nueva.
Entre esos cientos de pisos de segunda mano, el precio medio del metro construido se sitúa en los 3.700 euros, de manera que los de dos o tres dormitorios, de 90 a 120 metros cuadrados, se mueven entre 325.000 y 450.000 euros.
En el caso de los áticos con grandes terrazas se dan dos tendencias divergentes, de tal forma que inmuebles de similar tamaño, en torno a 110 metros cuadrados construidos, unos los venden por 360.000 euros y otros no dudan en ofrecerlos por casi 600.000 euros.
Para los que buscan algo de pequeño tamaño, apartamentos de 50 metros, están en venta a partir de 145.000 euros, mientras que pisos en planta, más grandes, de unos 100 metros cuadrados, parten de 300.000 euros.
Urbagesa gestiona dos de las pocas promociones en curso en Sanchinarro, ambas en régimen de cooperativa. Una en marcha y otra en fase de captación de socios. Aprovechando el buen tiempo, algunas parejas pasan estos días por las obras que lleva a cabo Avintia para comprobar los adelantos en los 94 pisos protegidos de precio limitado que autopromueve la cooperativa La Rotonda de Sanchinarro, entre las calles de Isabel de Valois y Ana de Austria.
En uno de los pocos solares disponibles, el que quedara vacante tras el proyecto inicial fallido, Urbagesa también se ha encargado de dar forma a la cooperativa El Bulevar de Sanchinarro, en la confluencia de la avenida de Francisco Pi i Margall con las calles de Ana de Austria y Américo Castro. En este caso, se trata de 62 viviendas libres en cuatro portales, con otros tantos trasteros y 134 plazas de garaje.
Los interesados disponen de viviendas de dos, tres y cuatro dormitorios, con precios que parten de 232.180, 268.333 y 309.905 euros, respectivamente. Para entrar a formar parte de la cooperativa se requiere aportar 451 euros. Luego, una cuota de regularización de 44.000 euros para comprar la parcela y cuotas de 500 euros durante la fase de construcción de la urbanización residencial. El resto, a financiar mediante préstamo hipotecario.
También son de precio libre los pisos disponibles en el Residencial Villamagna. Una urbanización de 174 pisos ubicados en el número 120 de la calle de Américo Castro, promovida por Cooperativa de Viviendas Función Social. Las viviendas están financiadas por CatalunyaCaixa, con posibilidad de hacerlo cubriendo el 100% del coste. Los 5.000 metros cuadrados de zonas comunes dan para todo, hasta para un pequeño campo de golf. Detalles que elevan un tanto los precios. De lo que queda disponible, el más asequible es un estudio de 42 metros por 172.000 euros, mientras que un piso de 113 metros se va hasta los 456.000 euros.
El abanico que se abre si se opta por vivir de alquiler en Sanchinarro resulta amplísimo. Desde los 625 euros mensuales de los apartamentos de 60 metros a los 2.000 euros que se llegan a pedir por los áticos más grandes. Entremedias, numerosos pisos con precios de 900 a 1.000 euros.
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