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Francia, el enfermo imaginario que sale andando de la UVI

La política de la demanda puesta en marcha por Hollande ha ayudado a la segunda potencia del euro a convertirse, contra todo pronóstico, en la segunda locomotora de Europa a finales de 2013

El presidente francés François Hollande
El presidente francés François HollandeREMY DE LA MAUVINIERE (AFP)

Francia ha pasado los dos últimos años convertida en el hazmerreír de la derecha anglosajona y alemana, en el blanco favorito de las agencias de calificación y de los sabios tecnócratas de Bruselas. Todos coincidían en señalar a París como el enfermo de Europa, la rémora que amenazaba la recuperación, el cuerpo extraño que subía los impuestos, incumplía el objetivo de déficit y no reducía un gasto público insostenible. Unos y otros exigían reformas, más competitividad, recortes y más recortes.

Los sorprendentes datos de este viernes revelan, sin embargo, que el enfermo estaba mejor de lo que parecía, y que la política de la demanda puesta en marcha por Hollande al principio de su mandato ha ayudado a la segunda potencia del euro a salir de la UVI y a convertirse, contra todo pronóstico, en la segunda locomotora de Europa a finales de 2013.

Francia creció el 0,3% en ese cuarto trimestre, y la misma cifra durante el ejercicio completo

Francia creció el 0,3% en ese cuarto trimestre, y la misma cifra durante el ejercicio completo, una vez hecho el ajuste fino. La recuperación del consumo privado (+0,5%) y del poder adquisitivo se suman a que, por primera vez en dos años, el empleo no agrícola crece ligeramente, y aunque sigue reculando en la industria y la construcción, la inversión de las empresas mejora un 0,9% tras siete trimestres seguidos de bajada, mientras las exportaciones crecen un 1,2%.

Aunque no es para tirar cohetes, los datos devuelven el PIB de Francia a niveles de 2008. El Gobierno, que ve superadas sus previsiones, recibió la noticia con frío optimismo. Quizá porque, a la vista de las cifras, los recortes de 50.000 millones anunciados para el próximo trienio, y el giro neoliberal emprendido por Hollande para contentar a la patronal bajando las cargas laborales resultan menos fáciles de justificar. La estrategia del malestar exigía noticias peores.

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