Nuevos tiempos para la banca europea
El éxito de la supervisión por parte del BCE pasa por romper el bucle riesgo soberano-riesgo bancario
Dentro de un año empezará a funcionar, si nada lo impide, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) y las principales entidades de crédito del área euro deberán rendir cuentas al Banco Central Europeo (BCE). Hasta entonces, alrededor de 130 entidades de 18 Estados miembros, que representan cerca del 85% de los activos bancarios del área euro, se someterán a una evaluación integral de sus balances, con prueba de estrés incluida, cuyos resultados se publicarán al final del proceso. Nunca antes se ha realizado, en ninguna jurisdicción, un examen global a la banca tan ambicioso como el que propone el BCE antes de asumir el papel de supervisor único, pero la ocasión lo merece.
El informe sobre la estructura de los sistemas bancarios, publicado por el BCE a principios de mes, sintetiza los rasgos estructurales de los distintos sistemas bancarios y los cambios recientes. Como consecuencia de la crisis, en el periodo 2008-2012 ha tenido lugar un importante proceso de desapalancamiento y de ajuste de capacidad que se ha saldado con una reducción del balance agregado del sistema bancario del área euro del 12%, casi 30 billones de euros; también con el cierre de unas 15.000 oficinas, la mitad de ellas en España. En algunos casos, se ha producido en paralelo un aumento significativo de la concentración sectorial, con la potencial reducción del nivel de competencia.
Aunque cada sistema bancario mantiene su idiosincrasia, los periféricos (España, Italia, Portugal) presentan mayores desequilibrios entre el volumen de créditos y depósitos, encareciendo el coste del pasivo en episodios de tensión. También tienen una mayor sensibilidad a los tipos de interés, ya que gran parte del crédito se ha concedido a tipo variable. Ambos elementos añaden presión al margen de intermediación financiera. En cambio, los bancos periféricos muestran mejores indicadores de eficiencia que Alemania o Francia, por ejemplo. Bien es cierto que las ingentes provisiones para cubrir el deterioro de la calidad de los activos, más acusado en la periferia, han mermado considerablemente la rentabilidad de sus bancos en los últimos años. Finalmente, aunque estos han reforzado su solvencia, principalmente mediante la mencionada reducción de su apalancamiento, en general, sus niveles de capital sobre activos ponderados por riesgo (que no sobre activos totales) siguen siendo más bajos en la periferia.
No cabe duda de que, ante la diversidad de la fauna europea, habrá un antes y un después del MUS. Es posible que, una vez se homogeneicen las reglas del juego, se estrechen las diferencias entre los distintos sistemas bancarios. Desde luego, el nuevo marco común será más favorecedor de fusiones o integraciones entre entidades de diferentes países, proceso que hasta la fecha había tenido poco recorrido. Su eventual éxito dependerá en todo caso más de que se consiga la deseada ruptura del bucle riesgo soberano-riesgo bancario y de que se corrija la fragmentación bancaria actual. Ello facilitaría la necesaria reactivación del flujo de crédito a la economía real en similares condiciones dentro de la unión monetaria.
Daniel Manzano e Itziar Sola Arriezu son profesores de Afi, Escuela de Finanzas Aplicadas.
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