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Un sistema fiscal teóricamente perfecto

El Informe Mirrlees propone el modelo tributario ideal hacia el que se debería tender

Jesús Sérvulo González
James Mirrlees recibió el premio Nobel de Economía en 1996.
James Mirrlees recibió el premio Nobel de Economía en 1996. Reuters

El Instituto de Estudios Fiscales británico (IFS, en sus siglas en inglés) encargó en 2006 al premio Nobel de Economía James Mirrlees el diseño de un sistema tributario óptimo. Este centro privado e independiente, dedicado a la investigación económica, que goza de gran prestigio académico, le encomendó “identificar las características de un buen sistema de impuestos para una economía abierta del siglo XXI y sugerir cómo el sistema impositivo británico, en particular, podría reformarse para aproximarse a ese ideal”.

Durante más de cuatro años, el profesor Mirrlees se rodeó de los mejores académicos en temas tributarios. Creó un comité formado por nueve miembros bajo su liderazgo. Celebró multitud de reuniones en Londres y en Oxford en las que participaron hasta 60 expertos organizados en grupos de trabajo reducidos. El resultado fue un voluminoso informe que presenta una serie de recomendaciones fiscales como un “ideal al que tender”, señala Julio Viñuela, responsable de la traducción de la obra dirigida por el premio Nobel y publicada hace unas semanas en España por la Fundación Ramón Areces. Viñuelas hace una serie de precisiones sobre la ambiciosa obra: “No pretende hacer sugerencias o recomendaciones para su aplicación política inmediata”, y recuerda que el trabajo tiene un enfoque meramente económico, dejando de lado otros aspectos como el jurídico o el contable.

El método del informe Mirrlees choca con el utilizado por el Ministerio de Hacienda para la reforma del sistema tributario español. Una docena de expertos escogidos por el Gobierno disponen solo de seis meses para diseñar el nuevo modelo fiscal.

Varias de las recomendaciones no se pueden aplicar en España

“El informe Mirrlees es técnicamente muy competente. Ha contado con los mejores profesores desde el punto de vista económico. Es una proeza intelectual”, señala Emilio Albi, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad Complutense y uno de los mayores expertos fiscales de España, que advierte de que se trata de un informe académico y que aplicarlo en España entraña algunas dificultades.

“El informe precisa que el mejor sistema impositivo sería aquel que, para unos objetivos recaudatorios y redistributivos dados, optimizara el logro de los restantes objetivos, dentro de las restricciones que impone el contexto económico y político y la disponibilidad de información”, resume Viñuelas.

El documento advierte de que hay que considerar el modelo fiscal en su conjunto. “No todos los impuestos tienen que ser redistributivos”. Entre las principales propuestas que hace el informe impulsado por el Instituto de Estudios Fiscales británico están:

Integrar los impuestos sobre las rentas y los beneficios sociales. La propuesta consiste, básicamente, en fusionar el IRPF con las cotizaciones sociales y establecer un único beneficio social (prestaciones, dependencia...) que reúna todos los existentes. “Con el sistema de prestaciones y subsidios hay que tener mucho cuidado”, apunta José María Labeaga, catedrático de Hacienda Pública en la UNED, que considera que esta propuesta es “poco factible por la complejidad administrativa y las dificultades políticas que conlleva”. La idea del Informe Mirrlees consiste en unir el impuesto sobre la renta con las cotizaciones sociales [las del trabajador, en una primera fase, y las del empresario, a largo plazo] y, a la vez, simplificar el sistema de prestaciones sociales en un único programa. El tributo tendría pocos tramos, dos o tres, y la tarifa debería ser progresiva y muy simple para calcular. Se eliminarían la mayoría de las deducciones y desgravaciones. Además, tiene que ser neutral para no desincentivar la participación laboral en determinados grupos de contribuyentes [sobre todo, mujeres con hijos en edad escolar y trabajadores mayores de 50 años] ante subidas de tipos.

Los expertos creen que los obstáculos son políticos y administrativos

El problema de establecer un único programa de beneficios sociales es que “las situaciones familiares son cambiantes” y se corre el riesgo de que el impuesto no reconozca estas variaciones. No obstante, Labeaga señala que el mayor obstáculo a esta recomendación es que en “España no está por la labor de integrar cotizaciones e impuestos”, por cuestiones políticas y administrativas. “El inspector fiscal es pata negra en la Administración Pública, y el inspector de trabajo, no”, abunda.

Otra de las propuestas del Informe Mirrlees afecta al impuesto de sociedades. Plantea reducir al máximo el número de deducciones y establecer solo una por fondos propios, que sería equivalente al coste de oportunidad del capital de la empresa. De tal forma que cuantos más recursos propios tenga la sociedad, mayor es la deducción. Así “se estimularía la llegada de inversores extranjeros a España y que el que esté no se vaya”, explica Albi. Aunque esta fórmula propuesta por Mirrlees para el impuesto de sociedades tendría algunas dificultades técnicas —se pueden resolver porque ya lo aplican en Bélgica o Italia—, el mayor obstáculo sería la pérdida de recaudación. “La solución”, precisa Albi, “sería establecerlo a plazos para suavizar la caída de ingresos y compensarla con el aumento de inversión”.

Mirrlees también plantea alguna alternativa para el IVA. Defiende que se unifiquen todos los tipos en uno solo y se eliminen los reducidos. Como defiende que hay que contemplar el sistema en su conjunto, elimina la progresividad en este impuesto. Pero Albi considera que en España hay que contar con un tipo reducido y defender sectores estratégicos como el transporte o el turismo. Para combatir la baja recaudación de este impuesto respecto a la media europea plantea luchar contra el fraude.

La ida y vuelta tributaria del FMI

Alicia González
Las dificultades financieras de buena parte de las economías desarrolladas han reabierto el debate sobre la búsqueda de nuevos ingresos que ayuden a equilibrar las cuentas públicas. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) abundaba en este tema en su último Informe Fiscal, publicado en octubre, y planteaba si una reforma fiscal podría ayudar a fortalecer las cuentas públicas. En aquel informe, el FMI aseguraba —en contra de su argumentario habitual— que existe margen para subir los impuestos a los contribuyentes de mayor renta y apuntaba que había “fuertes argumentos para elevar considerablemente los impuestos a la propiedad”, aunque sea preferible esperar a cuando se recuperen los mercados inmobiliarios.
Un mes más tarde, el organismo niega que esa sea su postura. El director interino del departamento de Asuntos Fiscales del Fondo, Sanjeev Gupta, publicaba esta semana un comunicado en el que aseguraba que el debate se había “malinterpretado” y que se trataba de un “análisis” que “enfáticamente no recomienda un impuesto sobre la riqueza”. Sin embargo, su número dos, Michael Keen, admite en su blog que el impuesto sobre el patrimonio es un solo tipo de tributo sobre la riqueza, pero que hay otros: sucesiones, herencias, transacciones financieras... “La dinámica económica de estos son bastante diferentes y, en algunos casos, mucho más atractivas”, concluye. 

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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