Apsis Hotels hace tabla rasa y se reinventa en Centroeuropa
La cadena inaugura en Praga tras reducir su oferta española
Las cadenas hoteleras españolas están a la expectativa. Las estadísticas muestran que su clientela internacional funciona sola —aunque las buenas noticias van por zonas— mientras que la española ha desaparecido con la crisis. Las tarifas siguen bajas y muchos grupos intentan soltar lastre. Bien intentan renegociar los contratos de alquiler de los establecimientos que gestionan, bien optan por la cancelación directa de los contratos. Esta segunda vía es la que ha seguido Apsis Hotels, una pequeña compañía catalana. Hace dos años se desprendió de su mochila de establecimientos en España —llegó a superar la veintena— para empezar casi de cero.
Solo mantuvo la gestión del hotel Porta Marina, ubicado en el barcelonés distrito tecnológico del 22@, propiedad de uno de sus accionistas, la constructora Teyco, que se incorporó al accionariado después de que uno de sus accionistas dejara la cadena para crear otro grupo. Ahora Apsis prevé volver a crecer, pero fuera de España y con hoteles cuyos propietarios tengan vinculación accionarial con la cadena. En esa nueva estrategia se basa la apertura de un hotel de cuatro estrellas y 90 habitaciones, similar en dimensiones al de Barcelona, que ha abierto en el centro de Praga. A la búsqueda de turistas internacionales, pero con la vista también fijada en el público local, al que prevé captar con la apertura de un bistró dirigido por el estrella Michelin Romain Fornell, con restaurante en Barcelona.
La cadena gestiona hoteles en Barcelona y Praga, y prevé abrir en Budapest
Se trata de una apuesta de 20 millones de euros de inversión de tres familias catalanas liderada por Jordi Roche, quien fuera presidente de la Federación Catalana de Fútbol. El hotel Unic nace de una ambición nacida hace seis años y que se ha dilatado más de lo previsto a causa de retrasos burocráticos y de construcción. Ahora, una vez abierto, el hotel intenta posicionarse en el mercado con precios más bajos que irá incrementando de forma paulatina durante los tres próximos años, una vez que el establecimiento se vaya consolidando en la capital checa.
“Nuestro precio medio está ahora mismo en los 90 euros y prevemos una ocupación media del 75%”, explica Jordi Álvarez, director general de Apsis, cuando se le pregunta sobre las previsiones de facturación. Según esos cálculos, los ingresos podrían superar los dos millones de euros anuales teniendo en cuenta solo el negocio hotelero. “El primer año es el más complicado, de ahí los precios: ahora estamos creando el fondo de comercio”, asume Roche, quien defiende no invertir en publicidad y sí en mejores precios, en torno a un 10% más baratos de los que serían los habituales, para poner un nuevo establecimiento en la plataforma de lanzamiento comercial.
El nuevo hotel checo cuenta con un restaurante de una estrella Michelin
Apsis Hotels seguirá su nueva senda de crecimiento en Budapest, donde prevé construir otro hotel tras invertir alrededor de 19 millones de euros. Si en Praga fueron los problemas burocráticos, el problema para desarrollar el proyecto húngaro está siendo la financiación bancaria. Pese a ello, Roche —que repetirá una estructura accionarial formada por distintas familias— cree que podrá abrir en un plazo de 14 meses.
“Cuando hayamos abierto en Budapest, creo que iremos a Alemania, probablemente a Berlín”, afirma el empresario, convencido de que el negocio está en algunas excapitales comunistas: Sofía, Varsovia, Bucarest y las otras dos ciudades donde ya tiene proyectos. El porqué: fuerte atractivo turístico, mayor recorrido de precios en el futuro y posibilidad de poder replicar su experiencia de gestión beneficiándose de menores costes operativos.
“Tengo esperanzas de que en Praga también funcione el turismo de negocios, que lo hay, pero a un nivel inferior al de Barcelona”, señala Álvarez. En esa ciudad, el segmento de turismo de negocio puede suponer un 10% del total de la clientela, si bien no tienen tanto protagonismo los congresos y las convenciones como en Barcelona. Pero sí confía en una ciudad cuyo turismo cada vez está más desestacionalizado.
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