A Rusia por amor… o con una alta cualificación técnica
A Rusia hay que querer ir. Los tópicos que hablan de la dureza de vivir en este país se cumplen todos, a tenor de las experiencias de españoles que se han marchado hace unos años. Las oportunidades laborales se dirigen sobre todo a profesionales técnicos con alta cualificación y a profesores de español, sobre todo en poblaciones medianas.
A Rusia hay que querer ir. Los tópicos que hablan de la dureza de vivir en este país se cumplen todos, a tenor de las experiencias que relatan españoles que se han marchado allí en los últimos años. Cada uno por una razón. Unos claramente por la crisis, pero otros simplemente por buscar nuevas oportunidades o vivencias intensas en un país que les gusta o en el que se han enamorado. E incluso los hay que se marchan para poder ejercer su oficio de una manera que en España ya es complicado que lo hagan. Describen el país como “interesante, con muchas oportunidades”, pero “duro, muy duro para vivir”. “A Rusia hay que querer venir, no es un lugar para venir por venir, hay que tenerlo claro”, afirman, a la vez que advierten a los que se planteen esta aventura laboral que deberían llegar sabiendo ya algo de ruso, prepararse para las dificultades con los visados y para un clima recio y una gente “muy amable con los españoles, pero con un carácter muy diferente, a la que cuesta mucho ganarse”.
Las oportunidades laborales que ofrece este país a los españoles parecen claras en el caso de los ingenieros superiores y los profesionales técnicos con alta cualificación. Y también las hay para profesores de español, en la actualidad, sobre todo en poblaciones medianas. Estos son los relatos de algunos de los que se han atrevido a correr esta aventura.
Juan Gual se marchó a Rusia para poder ejercer la profesión para la que ha estudiado, la de geólogo, tal y como él quiere. Con 24 años, le ha cambiado la vida “radicalmente”, como dice. Sin haber acabado aún el máster que fue a hacer a Moscú ya le ha contratado una petrolera para hacer algunos trabajos. “Cuando estaba en tercero de carrera en Zaragoza, contacté con un profesor de la Universidad Estatal de Moscú y decidí marcharme allí al acabar la carrera, así que empecé a estudiar ruso. Me vine sin beca y sin nada de nada, con un crédito bancario que pidió mi familia. Tuve que hacer un examen de ruso, del nivel básico, para acceder a la universidad y entré”. ¿Por qué a Rusia? “Porque la escuela geológica soviética es muy buena. Aquí hay profesores de 80 años, de la vieja escuela, y mi tutor es uno de ellos. Tienen otra forma de ver las cosas, que a mí me parece muy diferente e interesante”, afirma este alumno. Y se explica. “Yo trabajo en tectónica y las teorías rusas de la tectónica de placas están basadas en la escuela de Belousov, de la que renegaron después muchos científicos elaborando teorías alternativas. Y aquí se sigue trabajando según esas teorías originales. Estoy además en la universidad que tiene más prestigio en Rusia, tener un diploma de ella es como lo máximo”, dice con orgullo.
En España, aunque tengas buenas ideas para desarrollar, te ponen un montón de trabas, no dan créditos… Ser emprendedor allí es complicado", afirma León Salas, que ha montado el proyecto Salasenko, de cría de caballos
Luis dice que se quiere quedar a trabajar en Rusia. De hecho, ya lo ha estado haciendo para una petrolera con una beca de colaboración. “Trabajaba desde el propio laboratorio de la universidad. En España esto es impensable. Solo trabajas en minas si eres de una familia relacionada con el sector o si no tienes que trabajar, si puedes, como investigador y esperar a que haya alguna renovación de una plaza en tu universidad para ver si tienes un hueco o intentarlo en algún organismo de investigación. “Aquí puedo trabajar en lo mío, en lo que me gusta, además en la petrolera van a poner en marcha un proyecto en Panamá y ya me ha dicho el jefe de la empresa que tengo oportunidad de trabajar allí. Si no hay trabajo en zonas de Siberia que aún no han sido exploradas. Aquí se está haciendo geología de la clásica y se necesita gente para el trabajo de campo”. Las petroleras pagan bien, según afirma Juan Gual, “no así en la universidad, donde muchos profesores que llevan décadas dando clase y ganan entre 700 y 1.000 euros”.
Además, Juan se ha casado con una rusa, Polina, que conoció en Moscú. “Estábamos en la misma residencia universitaria y queríamos vivir juntos, pero aquí no se puede dentro de la residencia a no ser que te cases. Así que nos casamos, bueno, y porque me enamoré, claro”. Juan dice que en unos años le ha cambiado la vida “brutalmente”. “El primer año no me relacioné con españoles y luego fui abriéndome. Algunos vienen a estudiar a esta universidad porque tiene acuerdos con otras de Madrid y de Barcelona, pero, por lo general, llegan sin saber ruso, y las clases son en ruso. Juan dice que en Rusia hay trabajo en ciencia y tecnología para técnicos superiores que tengan un buen inglés y para ingenieros y geólogos. La otra alternativa es dar clases de español. “He conocido a mucha gente que vive de las clases de español, una chica de Huesca que es maestra de infantil titulada y da clase de español en un colegio privado o filólogos que viven de dar clases. Pero no es fácil sobrevivir aquí laboralmente sin una cualificación superior”, concluye.
León Salas conoció a una chica rusa, Anna, hace años haciendo de guía en el Himalaya y, tras probar suerte en España, donde se marchó con ella, decidieron que el primero que encontrara trabajo en un destino marcaría el del otro. Así fue como acabó en Rusia. “¿Que si me fui de España por la crisis? Llevo en crisis desde siempre, desde que dejé de estudiar. En España, aunque tengas buenas ideas para desarrollar, te ponen un montón de trabas, no dan créditos, hay un montón de papeleo… Y todo te cuesta dinero. Ser emprendedor allí es complicado”. Total, que a su mujer le ofrecieron un trabajo en un rancho de caballos salvajes cerca de San Petersburgo. Es economista pero tiene mucho contacto con biólogos, veterinarios, científicos, relata León. “Así que me fui con ella al rancho a hacer de chico para todo. Allí se nos ocurrió recuperar a los potros de entre dos días de vida a un mes que se quedaban huérfanos, que eran muchos entre los 1.500 caballos que había, y peleamos por sacarlos adelante. Al cabo del tiempo colocamos a cinco con una veterinaria, dos en una reserva para caballos salvajes y nos quedamos con tres. Así empezó nuestro proyecto, que se llama Salasenko.
Rusia en corto
Población: 142.958.164
Tasa de paro: 5,5% (FMI, proyección 2013)
Tasa de desempleo juvenil: 16%
Crecimiento del PIB (2013) 3,3%
PIB per cápita en euros: 13.434
Número de españoles: 1.550 (censo, julio 2013)
Entre 2008 y 2013, ha habido un incremento del 29,92% en el número de españoles censados.
Para que una compañía rusa pueda contratar a un trabajador extranjero tiene que estar acreditada por el Servicio Federal de Migración Ruso (SMFR). El proceso de acreditación dura unos 80 días y le cuesta a la compañía solicitante unos 1.000 euros.
Hay tres tipos de visados que permiten trabajar en Rusia. El visado simple, que tiene una validez de 90 días y es expedido por el Consulado Ruso a partir de una invitación de una compañía rusa. Para que ésta pueda realizarla, el solicitante debe contar ya con un permiso de trabajo que se solicita rellenando un formulario que se remite al Servicio Federal de Migración Ruso (SFMR). El visado de múltiple entrada es válido, en cambio, por el periodo que abarque el permiso de trabajo y el tercer visado, para especialistas altamente cualificados, es el más ventajoso. Está vigente desde julio de 2010 y es válido por tres años. Para obtener este tipo de visado el especialista debe tener un salario anual superior a los dos millones de rublos (45.500 euros).
Este emprendedor, que ya ha cumplido los 40, recuerda que hace dos años, justo después de vivir la experiencia del rancho, se fueron a España en invierno. “Fue como un entierro. Llegas de un país superoptimista, que está recibiendo gente, de trabajar en el campo en Rusia, que es duro, y te encuentras un ambiente en España totalmente negativo. Y los trabajos que nos ofrecían eran de estar mil horas con un mal sueldo haciendo un trabajo rutinario. Sacamos lo justo para volver aquí y quedarnos. Ahora tenemos dos personas trabajando para nosotros en el proyecto de los caballos y estamos dispuestos a recibirá a más gente con ganas de trabajar, de ganarse el sueldo”.
León dice que es verdad que para marcharse a Rusia a trabajar hay que tener claro adónde vas. “Es un ambiente duro, la gente es dura, es para gente que tenga claro a qué viene, venir por venir no tiene sentido porque se van a volver. Y conviene saber un poco de ruso además y tener contactos aquí. Aparte de trabajar en su proyecto, León da clase de español, prepara unidades didácticas, organiza currículos para colegios… Es un todo terreno. “Pero mi prioridad son mis caballos”, enfatiza al terminar la conversación.
“A Rusia hay que querer ir. No es un país sencillo, por el idioma, los trámites para trabajar aquí. Es un sitio caro, una habitación en Moscú puede costar 1.400 euros, y se trabaja mucho. No es fácil ganarte la confianza de la gente. Ahora bien, cuando lo consigues son muy agradecidos. Y una vez que te haces con la infraestructura, los papeles, la casa, el entorno… es un buen sitio en el que estar. Pero hay que tenerlo claro al elegir este destino”. Lo cuenta Ricardo Marquina. Es periodista y lleva más de 10 años en Rusia. “Me fui porque quise, porque me gusta estar fuera de España, obviamente, no por la crisis”. Ricardo tiene 34 años y se fue de España con 22. “Cuando llegué sabía un poco de ruso y trabajé para agencias extranjeras. Y me pienso quedar. Aquí hay miles de historias para contar. Es un país muy interesante”.
En cuanto al trabajo, Ricardo dice que sobre todo hay para ingenieros y técnicos superiores, sobre todo para los que llegan ya con un contrato desde fuera y con un buen inglés o con ruso y también resalta que hay mucha gente que trabaja enseñando español. “Grandes empresas españolas y europeas ofrecen trabajo por un tiempo sobre todo a ingenieros altamente cualificados o, por ejemplo, para soldadores de tuberías de gas y petróleo, que vienen con un contrato desde fuera y tengan un buen inglés o dominen el ruso. Pero encontrar algo desde aquí no es fácil, he conocido unas cuantas personas que han durado tres semanas buscando trabajo y se han vuelto a España. Además, conseguir un visado en un proceso largo, te puede llevar medio año, por eso muchas empresas españolas que están aquí prefieren contratar a rusos o ucranianos”.
Este periodista también menciona los trabajos para dar clase de español. “Hay trabajo para pedagogos o en escuelas de español, pero también es verdad que la gente que viene de algunos países de Latinoamérica lo tiene mejor, como de Chile, porque no necesitan visado. Llega bastante gente con la idea de trabajar dando clase. Suelen entrar con un visado de turista de tres meses, que renuevan por otros tres. Y si luego les ha contratado alguna academia, se quedan. Pero aquí da clases mucha gente, yo mismo, con o sin experiencia, porque lo que se valora es que seas nativo. Por eso, el mercado de las clases de español de Moscú y San Petersburgo está ya bastante saturado, es mejor probar en otras ciudades medianas, como Samara o Perm”.
Ricardo también explica que se puede conseguir un contrato en algunas escuelas especializadas en dar clases de español (aparte del Instituto Cervantes, hay centros como Adelante, en San Petersburgo, entre otros), pero solo admiten a profesores con la titulación específica. “Hay gente que lleva aquí más tiempo y ya ha superado el proceso del visado que vive de dar clases particulares de español. Pero obtener el permiso de residencia sigue siendo complicado. Otra realidad es que muchos de los españoles que vienen se casan con rusos, es muy habitual, hay centenares de parejas”. Para concluir, Marquina recomienda a todo el que se plantea ir a Rusia a trabajar que primero se informe bien y se tomen en serio que son ciudades duras para vivir. “Además, se trabaja mucho, yo no recuerdo haber tenido un fin de semana libre entero en los dos últimos años. Las tiendas abren 24 horas y eso marca la dinámica del país. Todo el mundo trabaja todo el tiempo”.
Otro español que conoce bien las oportunidades laborales que ofrece Rusia es Juanma Herrero. Este granadino de 29 años se marchó hace tres, tras haber trabajado en el sector del turismo. Buscaba nuevas oportunidades laborales, para lo que se decidió a aprender ruso un par de años antes de marcharse. “Empecé de guía turístico para españoles y franceses en el Museo de la Guerra Fría. Luego estuve trabajando un tiempo en el consulado española y después empecé a representar a empresas españolas de turismo. De ahí surgió la idea de crear Españoles en Moscú. Es una plataforma para montar eventos y promocionar España aquí”. A través de este proyecto ha conocido a muchísimo españoles que residen en la capital rusa o que pasan por allí un tiempo. “Los españoles de perfil profesional alto por lo general no tienen ningún problema. Vienen contratados desde España y tienen unos ingresos altos. Los que vienen con un perfil más bajo, que son la mayoría de los que llegan, suelen saber algo de ruso o conocer a gente aquí. Y muchísimos de los que vienen tienen una novia rusa. La gente aquí es muy amable con los españoles, jamás he tenido ningún roce por ser español”.
Respecto a los trabajos, Juanma cuenta una situación similar a la que relatan sus otros compatriotas que se marcharon a Rusia. “Hay dos vías, dar clases de español, aunque hay mucho profesor en academias o como profesor particular que no sabe dar clase. Pero los rusos son muy partidarios de las clases particulares y de aprender sobre todo hablando, de forma práctica, no les importa tanto saberse la toda la gramática”. Y también resalta las grandes trabas que tienen los españoles:” la dificultad de obtener visado, el alto precio de la vivienda y de la bolsa de la compra…”. Juanma menciona otras dos opciones laborales. Dice que ha conocido también a españoles que se dedican a vender productos de España en Rusia y también al sector inmobiliario, “a vender casas españolas o incluso complejos turísticos en España a rusos, sobre todo en Cataluña, Marbella y ya se está empezando a vender también en Alicante”.
Hay españoles que se dedican al comercio de productos de España y también al sector inmobiliario, a vender casas españolas o incluso complejos turísticos en España, a rusos", cuenta Juanma Herrero
Este español está muy contento de su experiencia. Le va bien. “He crecido muchísimo personalmente”, afirma con orgullo. “Pero volveré a España”, aclara. “Moscú es una ciudad dura para vivir, las distancias son largas, hay poco luz, hace mucho frío, los precios son altos, la gente es muy distinta, muy difícil al principio, aunque cuando te conocen son muy leales. Pero es todo muy complicado laboralmente. Y, a pesar de todo lo bueno que tengan estas experiencias, España es el mejor país para vivir”, concluye.
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