Prudencia en Fráncfort
El Consejo del BCE sabe que tras los comicios alemanes hay que acometer el problema griego
Tras casi dos años en recesión, la economía europea comienza a levantar cabeza. Las exportaciones fuera de la eurozona, especialmente a Reino Unido, han crecido con fuerza. Sin librarse de la maldición europea de llegar siempre tarde y sin la suficiente contundencia, suavizar las sendas de ajuste fiscal ha permitido un estímulo fiscal la pasada primavera. El aumento del gasto público ha explicado un tercio del crecimiento de la eurozona el pasado trimestre y el sector exterior otro tercio. El resto lo explica el impacto sobre la inversión y el consumo privado de ambas perturbaciones positivas.
El BCE lleva dos años anticipando esta recuperación en sus comunicados y equivocándose sistemáticamente. Podría haber reaccionado con euforia intentando influir en el ciclo de expectativas para reactivar el consumo y la demanda interna europea. Pero, con buen criterio, ha mantenido invariado su discurso y ha resaltado que los riesgos sobre el crecimiento europeo siguen ponderando a la baja, a pesar de haber revisado al alza sus previsiones de PIB para 2013 y 2014.
Los miembros del Consejo del BCE saben que tras las elecciones alemanas hay que acometer el problema de Grecia. Además de más préstamos, será necesaria otra quita y ahora tendrá que ser pública, principalmente a sus socios y seguramente al BCE. Los contribuyentes españoles pagaremos el 10% de las pérdidas y la ausencia de debate público es una señal preocupante del desconcierto generalizado en el que nos encontramos.
Conviene recordar que en el verano de 2011 fue la quita de Grecia lo que abrió la caja de Pandora de la inestabilidad financiera y activó la mecánica recesiva europea y española. También habrá que acometer el problema portugués y la duda es si será solo con otros préstamos o también con quita. De Chipre mejor ni hablar.
En 2014 el BCE empieza sus labores de supervisor bancario y no querrá encontrarse cadáveres en los armarios. Por esta razón, es muy probable que el nuevo estrés test sea muy exigente, especialmente en la valoración de los activos problemáticos. Muchas entidades europeas tendrán que reforzar su capital y muchas no podrán conseguir inversores privados y necesitarán ayudas públicas. Los casos más complicados siguen siendo la banca irlandesa y luego la banca española. En ambos casos se ha saneado mucho, pero el deterioro de la economía y de la capacidad de pago de familias y empresas se ha deteriorado significativamente tras esta dura recaída en la recesión.
Con este escenario incierto por delante, la prudencia es una virtud. Contrasta con la euforia desatada en España desde el Gobierno y con muchos altavoces. Hemos sido el sexto país con peor dato de PIB de la UE27. Según el INE, se han destruido 90.000 empleos el pasado trimestre. Y tras el austericidio de 2012, que profundizó la recesión, el pasado trimestre nuestro gasto público aumentó el doble que el de nuestros socios. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero hay que evitar enamorarse de ella.
José Carlos Díez es profesor de economía de Icade Business School.
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