Teruel, a la conquista del espacio
La plataforma industrial aeronaútica PLATA es única en Europa
Teruel tiene, desde enero de este año, puerto hacia el cielo. En medio de una extensa llanura dorada por los cultivos y punteada por pequeños municipios se levanta, discreto, el aeropuerto PLATA. La ciudad que no hace mucho reivindicaba su existencia alberga ahora una plataforma industrial aeronáutica única en Europa que forma parte de un reducido y exclusivo grupo de lugares en el mundo capaces de reciclar aviones, mantenerlos y estacionarlos a largo plazo.
Se erige, además, como competencia directa de Estados Unidos. Hasta ahora, cualquier avión europeo tenía que cruzar los más de 4.000 kilómetros de océano atlántico hasta los desiertos norteamericanos, donde se asientan las empresas que pueden ofrecer los mismos servicios. Las dimensiones del proyecto han hecho que tenga las características necesarias para que, desde su pista de 2.825 metros, puedan despegar vuelos suborbitales, a más de 90 kilómetros de altura desde la Tierra. El director del aeropuerto, Alejandro Ibrahim, confiesa que han mantenido conversaciones con Virgin Galactic. “Ya tienen una sede en Nuevo México y su idea es montar otra en Europa. Nosotros queremos ser el sitio”.
La idea original surgió de la mente de un empresario aragonés hace más de diez años, López Soriano, que trasladó su iniciativa al Gobierno de Aragón. Su intención era construir una instalación de reciclado en Zaragoza. Los años y las circunstancias fueron mudando la piel de la iniciativa y el empresario quedó fuera del proyecto. En marzo de 2009, cuando comenzaron las obras, nació PLATA: instalaciones del aeropuerto, pista de vuelo, zona para estacionar 250 aviones, plataforma de mantenimiento y área industrial.
El total es un tercio del espacio que ocupa el aeropuerto de Madrid-Barajas, 340 hectáreas convertidas en una sobria infraestructura con un edificio de dos plantas donde nunca existirán arcos de seguridad, azafatas o locales comerciales donde sentarse hasta el embarque. Eso lo salvó del desastre nacional de aeropuertos y lo aleja de ser un fantasma como Ciudad Real o Castellón. Y también de su presupuesto. “Ha sobrepasado ligeramente los 40 millones de euros de inversión pública de manos del consorcio entre el Ayuntamiento de Teruel (40%) y el Gobierno de Aragón (60%)”, explica Rafael Fernández de Alarcón, consejero de Obras Públicas. La inversión ha permitido que esta semana aterrizaran dos Boeing 747 en la meseta turolense.
El pasado jueves, vecinos de Teruel y de los municipios de alrededor llegaban a los alrededores del aeropuerto. Escudriñaban el cielo con los ojos guiñados por el viento del norte que soplaba intenso y constante. Esperaban la aeronave para cerciorarse de que, por fin, algo había empezado a funcionar. “Nos hemos llevado muchos palos con proyectos que luego no han salido. Esperamos que esto de trabajo en la zona como prometieron. Antes había desconfianza, ahora hay esperanza”, comenta una vecina de Cella, a pocos kilómetros de Teruel. A las 12.25 una diminuta mancha blanca apareció entre las nubes. Era el segundo Jumbo que iba a tomar tierra en PLATA. Menos ruidoso que una moto, pero con casi doscientas toneladas de peso, se deslizó hasta el hangar, cedido hasta 2038 a la única empresa que se presentó a la licitación mediante concurso público en abril de 2011, Tarmac Aerosave, participada por Airbus. La empresa francesa pagará un canon anual durante 25 años de 1,25 millones con un 3% de interés que la convierte en concesionaria del hangar y del 70% de la campa, que ha empezado a pavimentarse por petición de Tarmac y cuyos gastos, 4,2 millones, pagará en diez años también al 3% de interés.
José Moliner, su director comercial, cuenta que se creó una filial (Tarmac Aragón) para instalarse en España una vez que el presidente de la compañía, Philippe Fournadet, consideró las posibilidades que se le presentaban. “Cuando el jefe vio esto por primera vez no se lo podía creer. Dudaba que, a cinco horas en coche de Tarbes, en Francia, que es donde está nuestra matriz, fuera posible la existencia de un lugar tan idóneo. Preguntaba: ‘¿esto es real?'”.
Fue real poco después. “La despoblación, el clima seco para que los aviones no se corroan, el poco tráfico aéreo, y los miles de metros disponibles han sido las claves para que Tarmac se instalara aquí”, explica el director de la filial aragonesa, Claude Zambano. Las desventajas turolenses se han convertido en ventajas para un proyecto que planea dar 100 trabajos en seis años, además de los indirectos que pueden crearse y que, con el canon, cubrirá los gastos de mantenimiento anual del aeropuerto, 600.000 euros. Aunque Tarmac no es la única fuente de ingresos: tasas por aterrizaje (más de 90 operaciones aéreas desde enero), convenios con el servicio forestal y el helicóptero medicalizado y el alquiler de espacios para proyectos publicitarios y cinematográficos.
Simón Casas, director general de transportes de Aragón cuando comenzó todo, recuerda cuando la gente creía que se habían vuelto locos: “Decían que Teruel no existía... No solo existe, sino que ya está construyendo un laboratorio astrofísico para ver si hay algo más”.
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