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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Se puede evitar

Mientras la atención se centra en una parte de las personas desempleadas, la realidad de empleo y desempleo evoluciona

La publicación de los datos de la encuesta de población activa no debería ser utilizada únicamente para justificar políticas económicas o laborales llevadas a cabo y, mucho menos, para presentar nuevas medidas. Al hacerlo, el foco de atención suele centrarse en estas en lugar de acompañar un necesario debate de fondo que refleje la globalidad y la complejidad del desempleo. Un claro ejemplo de esta cacofonía de cifras, políticas y realidades son las medidas contra el desempleo de las personas jóvenes. Ciertamente, la tasa de paro de este colectivo es preocupante, pero aún lo es más asimilar y confundir el problema del paro en España con sus tasas de desempleo juvenil. En la EPA del segundo trimestre de 2013, del total de las personas desempleadas, un 15,6% son menores de 25 años. En el mismo trimestre de 2007, antes de la llegada de la crisis, era el 25,2%. ¿Cómo puede justificarse que el grueso de las medidas (y de los recursos) se centre en el desempleo juvenil?

Mientras la atención se centra en una parte de las personas desempleadas, la realidad de empleo y desempleo evoluciona. La dimensión cuantitativa del desempleo (hay más gente que quiere trabajar que puestos de trabajo) afecta a su dimensión cualitativa, es decir, las condiciones específicas, como por ejemplo tiempo de trabajo, horarios y, especialmente, salarios.

Mientras el foco de atención se desvía al desempleo juvenil se da por hecho que el ajuste necesario del mercado de trabajo para la supuesta salida de la crisis es asumir su cuota de recortes en pro de la inevitable devaluación interna. Dicho de otro modo, para ser más competitivos en los mercados exteriores debemos abaratar los costes de producción, incluidos los laborales. Prestigiosos economistas como Olivier Blanchard en sus intervenciones en las Jornadas del Círculo de Economía, antes de ser nombrado economista jefe del Fondo Monetario Internacional, cuando la crisis aún se encontraba en sus primeras fases, no veía otra salida para España que la devaluación interna y el necesario, aunque traumático, ajuste del mercado de trabajo.

Nos hemos aprendido de memoria el guion y como John Malkovich repetía una y otra vez a Michelle Pfeiffer en Las amistades peligrosas, el principal argumento de los ajustes es: “No puedo evitarlo”. Pero una cosa es no poder evitarlo, no tener alternativa, y otra muy distinta es que sea una solución y no parte del problema.

Si observamos la evolución del debate de las políticas de gasto público podemos apreciar el paso del no-debate o pensamiento-único que daba por hecho el ajuste fiscal como único mecanismo para la salida de la crisis, hacia un debate abierto en el que algunos (incluido el mismo Fondo Monetario Internacional) cuestionan la eficacia de las políticas de austeridad.

Por el contrario, en el caso de los ajustes del mercado de trabajo permanecemos instalados en el no-debate, en el pensamiento-único, en la no-alternativa, en el “no-puedo-evitarlo”. Del mismo modo que en el caso de las políticas de austeridad, deberíamos preguntarnos el porqué y por las consecuencias de la “inevitable devaluación interna basada en los costes laborales” ya que la base de nuestra economía, nos guste o no, no está en los mercados exteriores sino en la demanda interna.

Quizás una buena forma de empezar el debate sobre el mercado de trabajo serían las palabras del Nobel de Economía Paul Samuelson: “No des al mercado lo que no es del mercado”.

Maria Àngels Valls es investigadora del IEL (Instituto de Estudios Laborales) de ESADE y colaboradora del Departamento de Dirección de Personas y Organización de ESADE.

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