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Draghi y China llaman a la calma

El BCE sale al paso de los avisos sobre el fin de los estímulos El organismo bancario asegura que su programa de bonos resulta “más relevante que nunca” Pekín promete liquidez

Mario Draghi, presdiente del Banco Central Europeo
Mario Draghi, presdiente del Banco Central EuropeoFABRIZIO BENSCH (REUTERS)

Europa y China lanzaron este martes un mensaje de sosiego a los mercados, que llevaban desde el miércoles hechos un manojo de nervios por el aviso de moderación de los estímulos monetarios por parte de la Reserva Federa (Fed) y por los problemas de crédito bancario en China, a lo que se añadió la alerta del Banco de Pagos Internacionales de que esta etapa de ayudas tenía que ir acabando. El Banco Central Europeo (BCE), el más pacato de los grandes, aseguró que mantendrá su política de dinero barato mientras dure la crisis en la eurozona y el chino (PBOC, siglas en inglés de Banco Popular de China) aseguró que inyectará liquidez en las instituciones que lo necesiten.

El presidente del BCE, Mario Draghi, sostuvo que su programa de compra de bonos, muy criticado desde Alemania, es ahora “más relevante” que nunca. El jefe del banco de bancos europeo auguró que la política acomodaticia del BCE solo terminará “en un futuro lejano, en vista de la inflación que se mantiene baja y de las altas tasas de desempleo”.

El asiático PBOC quiere restringir los fondos de la banca en la sombra

Durante su intervención en un congreso económico en Berlín, donde también participaba la plana mayor democristiana, Draghi recordó a los alemanes que su plan de comprar bonos de los países más golpeados por la crisis ha dado frutos antes incluso de ponerse en práctica. Mientras, el directivo del BCE Benoît Coeuré decía en Londres que “no debe haber ninguna duda de que nuestra salida [de las medidas extraordinarias para facilitar la liquidez] sigue quedando muy lejos”. Coeuré explicó que planean seguir luchando contra la recesión con políticas expansivas e intereses bajos. El presidente de la Fed, Ben Bernanke, en cambio, había emitido señales de que la Fed quiere subir el precio del dinero hacia final de 2013 e ir reduciendo la compra de deuda estadounidense hasta mediados del año que viene. Los mercados financieros, incluidos los de deuda, entraron en barrena al conocerse la fecha de caducidad de las actuales medidas de Washington. Ayer se calmaron.

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En Berlín y ante los dirigentes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) que preside Angela Merkel, Draghi trató de disipar los temores alemanes ante una hipotética inflación causada por sus políticas monetarias. Lo que hace el BCE, aseguró, está “en los límites de su mandato” para mantener la estabilidad europea. La cuestión de su legalidad ha generado considerable polémica en Alemania, donde un grupo de políticos y de ciudadanos de diversas tendencias presentaron una querella ante el Tribunal Constitucional para que detenga la participación alemana en los programas de compra de deuda. Tras la vista oral de hace dos semanas se espera que la sentencia llegue tras las elecciones generales alemanas del 22 de septiembre.

Las consecuencias que podría tener la cancelación de los planes de Draghi se han podido entrever esta semana, cuando el anuncio de Bernanke en Estados Unidos elevó los intereses que Italia y España pagan por endeudarse.

Draghi aseguró que “hay señales de mejora” en la eurozona. Sin embargo, también reconoció que “permanecen algunas incertidumbres” en el horizonte económico europeo que le obligan a mantener el rumbo. El banco emisor usa instrumentos diversos: “Algunos son convencionales, otros no lo son, pero todos ellos se ajustan a las reglas del BCE”, dijo. Los buenos resultados del programa de compra de deuda son, a su juicio, ostensibles, y benefician tanto a la periferia como al centro de la eurozona. Tras agasajar a los alemanes recordándoles que conforman “el núcleo” de Europa, Draghi describió las “estrictas y efectivas condiciones” que el programa de compra de bonos impondrá al periférico que se atreva a solicitarlo. Un nuevo Memorando de Entendimiento, con las reformas correspondientes. El mecanismo de estabilidad europeo MEDE, recordó, solo intervendrá en los mercados a cambio de más recortes y más control exterior.

Pero los riesgos no se ciñen solo a la zona euro. La posibilidad de una crisis crediticia en China llegó a desplomar el CSI300 (índice de 300 acciones de las Bolsas de Shanghái y Shenzhen) a su valor más bajo en cuatro años. Ayer el PBOC afirmó que ha suministrado fondos a algunas entidades que se enfrentan a una falta temporal y continuará haciéndolo si es necesario. “El banco central proporcionará apoyo de liquidez a las instituciones financieras que sufren una escasez temporal, pero que han estado prestando a ritmos y en cantidades prudentes, en línea con la política del Gobierno de apoyar a la economía real”, dijo. “El banco central también tomará las medidas necesarias para ayudar a aquellas instituciones que tienen problemas en la gestión de liquidez para mantener la estabilidad conjunta en el mercado monetario”, añadió.

El organismo quiere restringir los fondos que se han dirigido al inmenso mercado de créditos informales —la llamada banca en la sombra, a la cual recurren muchas compañías ávidas de financiación— y dirigir el dinero en su lugar hacia áreas más productivas de la economía para impulsar el crecimiento. Pero la dureza de su política, que ha provocado una subida de los tipos de interés a corto plazo a niveles muy altos en algunos casos, ha generado miedo a la posibilidad de una crisis crediticia duradera y ha agitado los mercados globales. Los problemas para sacar dinero en cajeros automáticos en China, según algunas informaciones, añadió preocupación.

Los inversores temen que muchas compañías se queden sin financiación si las condiciones crediticias permanecen duras, lo que podría ralentizar la actividad en la segunda economía del mundo más de lo previsto. Algunos economistas, sin embargo, creen que el riesgo tomado por las autoridades monetarias merece la pena para alejar la economía de la inversión en infraestructuras y el sector inmobiliario —con el consiguiente endeudamiento— y colocarla en una vía más sostenible. Las dudas de fondo persisten.

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