Recetas para crecer
Los ejecutivos de las grandes empresas españolas ven necesario desatascar el crédito, bajar impuestos y reactivar la demanda para apuntalar la recuperación
El fin de la recesión se acerca. El Gobierno, el Banco de España, la patronal y algunos estudios han indicado esta semana que la economía volverá a crecer en la segunda mitad del año, quizá incluso en el tercer trimestre. Los altos directivos de las empresas españolas ven algunos signos de reactivación, pero aún subsisten muchas dudas sobre si la recuperación tomará cuerpo. Por eso, las compañías reclaman políticas de crecimiento que la impulsen. La reapertura del grifo del crédito, bajadas de impuestos que animen el consumo y la actividad empresarial y reformas estructurales están entre las medidas que los ejecutivos reclaman para despegar.
Ese es el mensaje que domina la Encuesta de Alta Dirección en España, realizada por la multinacional auditora y consultora PwC, que se ha centrado en detectar propuestas para la reactivación.
Una de las grandes preocupaciones en los despachos de las grandes empresas es conseguir que se abra el grifo del crédito, y en el sector financiero son conscientes de ello. “La diferencia entre un empresario alemán y uno español en el precio de su financiación es espectacular”, destaca Jaime Guardiola, consejero delegado del Banco Sabadell, para quien la falta de liquidez debe ser el primer escollo a sortear.
Para conseguirlo, la idea más aplaudida por los empresarios es dedicar la parte del rescate bancario que España aún no ha utilizado —que cifran en unos 40.000 millones de euros— a ofrecer líneas de crédito a empresas. Eloi Planes, consejero delegado de Fluidra, critica que esa inyección de capital europeo no se haya traducido en préstamos a compañías o familias. Otras voces abogan por reactivar el ICO, mientras algunos, como Julio Rodríguez —vicepresidente ejecutivo de Schneider Electric—, esperan un “desapalancamiento progresivo” que permita financiar las nuevas iniciativas.
Los directivos piden dar créditos
Los 74 presidentes, vicepresidentes y consejeros delegados de las principales compañías españolas que han participado en la encuesta están convencidos de que un aumento del crédito disponible favorecería la necesaria reactivación de la demanda, tanto a nivel público como privado.
Algunas voces externas que no han participado en la consulta de PwC, como el economista José Carlos Díez, recalcan la importancia de que fluya el crédito. “Sin una base de crédito estable es imposible que las empresas acometan nuevos proyectos”, mantiene. Federico Steinberg, investigador principal de Economía del Instituto Elcano, también lo ve necesario, pero apunta que las medidas más efectivas en el corto plazo “no dependen de las políticas que se hacen en España”, sino del Banco Central Europeo y del Banco Europeo de Inversiones.
Los empresarios españoles anhelan un cierto viraje en la política económica. Un 43% de los altos directivos opinan que deben abandonarse las políticas masivas de recortes, emprendiendo reformas selectivas que reactiven el consumo, mientras que solo un 20% defiende continuar con las políticas de austeridad. Eso sí, siempre trabajando para que se reactive la demanda. Los directivos no creen que haya que gastar más, pero sí reclaman un enfoque distinto del gasto público, centrándose en las partidas que generen más actividad empresarial, una opinión que comparten casi dos tercios de los encuestados. Lo que ha ocurrido en España es que la mayor parte de la reducción del déficit se ha producido con recortes de la inversión y subidas de impuestos, y buena parte de los ejecutivos aprueba flexibilizar el ritmo de cumplimiento de los objetivos de equilibrio presupuestario para no ahogar la demanda interna. Ignacio Baeza, presidente de Mapfre para España y Portugal, lo tiene claro: “Ahora tiene que haber medidas proclives a fomentar el crecimiento y, por tanto, el empleo”.
Bajar los impuestos es la medida estrella cuando se pregunta a los ejecutivos específicamente sobre cómo recuperar el consumo privado. “La consecuencia de quitar el dinero del bolsillo a la gente es lastrar el crecimiento”, señala Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola Iberia. José Miarnau, consejero delegado de Comsa Emte, argumenta que los esfuerzos fiscales tienen que ser “muy acotados”, además de “temporales”.
Bajar los impuestos es la medida mejor vista para reactivar el consumo
Desde fuera, tanto Díez como Steinberg inciden en que, más que bajadas tributarias, lo que se necesita es una reforma fiscal completa. “Sería bueno establecer tipos de IRPF más bajos para atraer talento y, sobre todo, no cambiar los impuestos cada dos meses. Eso genera inseguridad”, explica Steinberg.
Los directivos comparten la idea de que la clave que subyace a la recuperación económica es la confianza. Creen que España debe ofrecer una imagen de país solvente y serio que reactive la confianza exterior y, a la vez, el consumo interior. Reforzar la credibilidad y crear una apariencia de dinamismo son los principales ingredientes de la receta de los altos directivos para romper el círculo vicioso en el que ven inmersa a la economía española. “No hay crecimiento porque no hay inversión, y no hay inversión porque no hay expectativas de crecimiento”, ilustra De Quinto. El presidente de la empresa de bebidas propone “hacer marketing de nuestra economía” para ayudar a crear esas expectativas. Y dentro de esa labor publicitaria, parece imprescindible acabar con noticias que empañan la reputación del país. “Hacemos muchas cosas para la desconfianza, como los temas de corrupción”, denuncia Guardiola, del Banco Sabadell.
Como parte del esfuerzo por lavar la imagen española para sentar las bases del futuro, todos los ejecutivos recalcan la necesidad de efectuar más reformas o profundizar en algunas de las ya emprendidas.
Rafael Villaseca, consejero delegado de Gas Natural Fenosa, alude al cambio más demandado por los encuestados: una amplia remodelación del sector público. “El ajuste en la Administración está siendo injusto y desmotivador”, mantiene el ejecutivo de la empresa energética. “Hay que ajustar el número de funcionarios, pero, a la vez, pagar mejor a los que trabajen bien”. José Miarnau también cree que el coste de las Administraciones es “muy elevado” y que debería establecerse un modelo más parecido al de la empresa privada. “Hay profesionales excelentes, pero debemos velar por su motivación”, sostiene. El economista Díez aspira a que, a la hora de revisar duplicidades, el único criterio para mantener entes y empleados sea el de quedarse con “los mejores”.
“Ahora tiene que haber medidas para fomentar el empleo y el crecimiento”, señala el presidente de Mapfre
El debate sobre la Administración pública entra de lleno en el ámbito político, cuestionando la organización territorial del actual estado de las autonomías. “La estructura del Estado en España requiere una reflexión con cierta urgencia”, advierte Villaseca, quien considera que existe un “solapamiento” entre distintos niveles que es “insostenible”. De hecho, hasta un 86% de los encuestados considera que debe estudiarse un cambio del modelo de Estado.
Ignacio Garralda, presidente de Mutua Madrileña, cree necesario diferenciar “las debilidades estructurales del modelo” de un “uso indebido del mismo”. El dirigente de la aseguradora cree que antes de plantearse cambios de modelo debe trabajarse en la “clarificación de competencias” entre Estado y autonomías.
En lo que todos están de acuerdo es en qué debe ofrecer la Administración: una ventanilla y una autorización únicas en todo el país y una legislación autonómica armonizada que evite problemas añadidos a las empresas. “El tema de la unicidad de mercado es de cajón, hay que simplificar las cosas”, resume De Quinto. El dirigente de Coca-Cola lanza una pulla a la clase política: “Lo difícil es decir: ‘Voy a funcionar de forma diferente, voy a ver cómo me modernizo y ofrezco servicios similares (o mejores) a menor coste…’, pero eso requiere trabajo y ganas de cambiar las cosas”.
Esa opinión reflejada en la encuesta es compartida también desde el ámbito académico. Santos Ruesga, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, está de acuerdo en que se deberían simplificar las cosas. “Hay un problema de burocracia, sobre todo en la gestión diaria, que debería resolverse”, señala. Para el catedrático, uno de los principales problemas es la “lentitud” de los procesos de autorización. “Entre que se solicita un permiso para iniciar una nueva línea de producto y se obtiene, la empresa puede perder la ventaja competitiva que tenía: hay que ser más ágiles”, reflexiona.
“Hay que trabajar más y mejor,
Además de remozar la Administración —un proceso que se pondrá en marcha en breve, según anunció el pasado miércoles Mariano Rajoy—, hay quienes miran a más largo plazo. “La reforma educativa es la más importante”, defiende Nin. “Se debe potenciar la calidad de la enseñanza pública y fomentar la meritocracia”, propone. Julio Rodríguez va en la misma línea: “Hay que estimular la creatividad y la formación de emprendedores”.
Con la recuperación de la demanda, el restablecimiento del flujo de crédito y las reformas, defienden los directivos, se podrán empezar a colocar los pilares del futuro de la economía española, que pasan por la innovación y la internacionalización.
Julio Rodríguez defiende que ante un mercado interior muy deprimido, “la exportación y la búsqueda de nuevos mercados son la mejor baza”, algo que Eloi Planes considera directamente “la única alternativa” para muchas empresas nacionales. Baeza coincide con ese diagnóstico y sostiene que el gran salto para las empresas españolas será conseguir un “cambio de mentalidad” para abrirse al exterior.
Pero hay casi tanto consenso sobre la necesidad de internacionalizar como sobre la dificultad de hacerlo. “No es fácil, lleva tiempo”, apunta Ricardo Currás, consejero delegado de la cadena de supermercados DIA, una de las empresas españolas que se ha internacionalizado con éxito. Currás argumenta que se deberían hacer esfuerzos para facilitar la exportación, como bajar las cotizaciones sociales para hacer las empresas más competitivas o fortalecer las relaciones comerciales con otros países.
“La estructura del Estado en España requiere una reflexión urgente”, explica el consejero delegado de Gas Natural
Y entre los principales obstáculos están la falta de tradición exportadora y el tamaño de las compañías españolas. “Las empresas exportadoras se concentran en un conjunto muy reducido”, diagnostica Garralda, de Mutua Madrileña. El profesor Ruesga coincide en que España compite en el exterior con “solo entre 1.000 y 1.500” empresas. Rafael Villaseca entiende que “el pequeño tamaño” de las firmas limita las políticas de I+D+i, que, según él, “tienen un grado de fracaso elevado”. Por eso, sostiene que “el mejor camino” es favorecer el crecimiento de ese tamaño medio a través de la legislación. “El mayor tamaño empuja al salto internacional”, sostiene.
Ruesga critica que “se haya subvencionado a las pymes por el mero hecho de serlo” e insiste en que el enfoque ha sido equivocado en las últimas décadas. “Se ha primado la cantidad de empresas sobre su tamaño, y es un gran error”. Steinberg, del Instituto Elcano, subraya esta carencia: “Una empresa pequeña no tiene músculo suficiente para salir”. Para aliviar estas deficiencias, Julio Rodríguez propone las “alianzas entre pymes” y plataformas para fomentar la exportación.
“Si a la gente se le quita el dinero
Ya en un tono más filosófico, Eloi Planes critica que exista una cultura de mirar solo hacia el interior, y propone mejorar la formación en idiomas y en iniciativa empresarial. Con todo, destaca que hay muchas empresas que se están volcando al exterior y que las nuevas generaciones de directivos se mueven mejor en el “terreno de juego global”.
Para Currás, un obstáculo para avanzar en innovación es la falta de perseverancia. “En España hay ideas, pero se abandonan con rapidez. En plena crisis, cuando la innovación es más importante, debemos ser más constantes, más nórdicos”. Garralda sigue la misma teoría: “Solo una apuesta por la innovación a medio plazo mejora la ventaja competitiva”.
Pero la mayoría de los directivos cree que, aunque deba hacerse pensando en el futuro, el esfuerzo por innovar y exportar lleva mucho retraso. “No vamos a salir de la crisis por la I+D+i; eso llega tarde”, mantiene Villaseca. “En el corto plazo saldremos por costes, nos guste o no nos guste. Cuando las empresas ajusten, empezarán a vender más”. El profesor Ruesga se muestra muy crítico con esta perspectiva y recuerda que las firmas que más exportan son las que juegan con el valor añadido. “Si optamos por esa vía nos quedaremos en la parte baja de Europa y depauperaremos a la población”.
Juan María Nin sentencia que el camino es trabajar “más y mejor que nunca”. El consejero delegado de Caixabank opina que hay que hacer las cosas “con más calidad y por menos precio. Se tiene que ser competitivo”. En su opinión, otros países lo hacen “y nos trasladan el problema”. Ruesga se muestra decepcionado con esta posición y deja caer que esperaba “más ambición” por parte de los empresarios. “Optar por este modelo sándwich en lugar de apostar decididamente por la integración es una mala estrategia empresarial para el futuro”, argumenta.
Pero los altos directivos están convencidos de que las empresas españolas no terminan de encontrar su sitio en el mercado global. Hay países que les ganan por goleada a la hora de ofrecer calidad y valor añadido, mientras otros ofertan precios tan bajos que hacen imposible competir con ellos sin acabar con el Estado de bienestar. Por eso, los encuestados creen que el itinerario a seguir en los próximos años debe guiarse por una combinación de ambos factores y vender calidad a bajo precio. Y mientras tanto, seguir trabajando para la recuperación económica.
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