La caída del empleo se modera
La estacionalidad pesó negativamente en el primer trimestre y positivamente en el segundo
Tras el mal trago que nos hicieron pasar los datos de la EPA del primer trimestre del año, los del paro registrado y afiliados a la Seguridad Social de abril, publicados esta semana, han venido a ser como la campana que suena en un combate de boxeo y salva de ser noqueado a uno de los contrincantes. No es que hayan cambiado mucho las cosas entre unos datos y otros. Simplemente ha cambiado la estacionalidad, que ha pasado de ser negativa en el primer trimestre a positiva en el segundo y es la causa de que la elevada destrucción de empleo y aumento del paro que se produjo en los primeros meses del año se hayan convertido a partir de marzo, como por arte de magia, en lo contrario. En abril la media diaria de afiliados superó en 51.000 a la media del mes anterior y los parados registrados en el último día del mes se redujeron en 46.000 respecto a los de finales de marzo. Estas cifras mejorarán en mayo, ya que podemos prever un alza de unos 100.000 afiliados y un descenso de unos 85.000 parados.
Pero no nos confundamos. Si corregimos el factor estacional, los afiliados (el empleo) siguen descendiendo y el paro, aumentando. En abril, según las estimaciones de Funcas, los afiliados disminuyeron en unos 30.000 y los parados aumentaron en unos 2.000. Estas cifras hay que valorarlas dentro de un margen de error más o menos amplio y suelen ser revisadas cuando se dispone de más datos hacia adelante, pero son suficientemente ilustrativas para indicarnos las tendencias, que es lo que importa. De estas cifras podemos extraer algunas conclusiones. La primera es que el ritmo de aumento tendencial del paro se está frenando fuertemente, como confirmó la EPA de los dos últimos trimestres. La causa fundamental es que se está reduciendo la oferta de trabajo (población activa) por razones demográficas y al efecto desánimo. Por eso es probable que, en términos desestacionalizados, la tasa de paro esté próxima a tocar techo en una cifra algo inferior al 27% de la población activa (en el primer trimestre se situó en el 26,4%).
Si no hay imprevistos, la caída del PIB podría detenerse en la segunda mitad del año
La segunda conclusión, que no es inconsistente con la anterior, es que el descenso del empleo sigue siendo elevado. Como se ve en el gráfico superior izquierdo, el ritmo de caída de los afiliados en los tres últimos meses respecto a los tres precedentes aún supera el 3% en tasa anualizada. Esta tasa es suficientemente elevada para deducir que el PIB sigue retrocediendo al inicio del segundo trimestre. Pero también observamos que desde el comienzo del año hasta abril esta tasa se ha reducido (es menos negativa) en un punto porcentual, lo que apoya las previsiones de que poco a poco se vaya frenando el retroceso de la economía. Si estas tendencias continuaran y no surgiera algún imprevisto de los que ya estamos acostumbrados a padecer en esta interminable crisis, la caída del PIB podría detenerse en la segunda mitad del año. La del empleo aún tardaría dos o tres trimestres más, dado el carácter retrasado de esta variable respecto al PIB.
Este escenario, en el que coinciden la mayoría de analistas, ha sido asumido por nuestro Gobierno en el recientemente aprobado Programa de Estabilidad 2013-2016, en el que se han revisado a la baja las previsiones del PIB y del empleo para este año, previéndose ahora caídas medias anuales del 1,3% y 3,4%, respectivamente. Asimismo, aunque para 2014 prevé una modesta recuperación del PIB del 0,5%, el empleo disminuirá un 0,4%. De momento, los factores responsables de la recesión parece que aflojan su presión: las condiciones financieras tienden a mejorar, como indican la notable bajada de la prima de riesgo y las declaraciones de intenciones de las autoridades de tomar medidas para que aumente el flujo de financiación a las empresas; por otro lado, se han revisado al alza los objetivos de déficit público, con lo que se minoran los efectos contractivos a corto plazo del ajuste fiscal. La dureza y prolongación de la crisis, así como sus constantes imprevistos, nos obligan a ser cautos, pero todo apunta a que este año tocaremos fondo. Otra cosa bien distinta es la naturaleza e intensidad de la recuperación que se inicie tras tocar fondo. El propio Gobierno no es muy optimista, aunque debería serlo en mayor medida si es que está dispuesto a llevar a cabo las reformas anunciadas y cree en los efectos de las mismas sobre el potencial de crecimiento. J
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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