Hallan muerto al portavoz del Monte Paschi en plena investigación del banco
La entidad ocultó pérdidas millonarias y su antigua cúpula afronta cargos por fraude
El Monte dei Paschi es el tercer banco de Italia y el más antiguo del mundo. Y Siena, su sede, su apellido, es una ciudad de apenas 54.000 habitantes en medio de la Toscana. Nunca fue fácil discernir si el banco pertenecía a la ciudad o la ciudad al banco. La entidad financiera era controlada por los políticos locales, que en la mayoría de los casos también eran empleados del banco. No es de extrañar que el estallido, a finales del pasado año, de un gran escándalo de corrupción y fraude en la cúpula del banco provocara una gran conmoción en la ciudad. El miércoles por la noche, sin embargo, el escándalo subió a la categoría de tragedia. David Rossi, el jefe de Comunicación del Monte dei Paschi, fue encontrado muerto bajo la ventana abierta de su despacho, situado en la tercera planta del palacio Salimbeni, la imponente sede histórica del banco. Sobre su escritorio, una nota dirigida a su esposa: “He hecho una locura”.
Rossi, de 51 años, no estaba imputado, pero el pasado 19 de febrero agentes de la Guardia de Finanzas habían registrado su despacho. Desde entonces, según refiere ahora la prensa italiana, el jefe de Comunicación del banco no ocultaba su preocupación. “No logro entender”, confiaba a sus amigos, “por qué me han hecho el registro, no logro entender qué está sucediendo”. David Rossi era amigo de Giuseppe Mussari, presidente del Monte dei Paschi hasta que se destapó el escándalo.
Los investigadores descubrieron que el banco había perdido al menos 730 millones de euros en operaciones con derivados realizadas entre 2006 y 2009 sin informar en su momento a las autoridades reguladoras. El Consejo de Administración detalló el origen de esas pérdidas: tres transacciones estructuradas denominadas Alexandria, Santorini y Nota Italia. Nota Italia contó con la intervención de JP Morgan y acumuló pérdidas de 151,7 millones; 273,5 millones son achacables a la operación Santorini, realizada con Deutsche Bank, y 305,2 a la operación Alexandria, en la que intervino Nomura.
El escándalo de esta entidad —como buena parte de los escándalos en Italia— estalló en un momento muy oportuno. Al principio de una campaña electoral de la que partía como claro favorito Pier Luigi Bersani, el candidato del centroizquierda. Sus adversarios políticos —con Silvio Berlusconi a la cabeza— aprovecharon la circunstancia de que el Monte dei Paschi depende de una fundación controlada a su vez por el Ayuntamiento de Siena, casi siempre en poder del centroizquierda. En un momento de crisis, vincular a la izquierda con una banca que, primero, había especulado en lo oscuro y, después, obtenido ayudas del Gobierno técnico de Mario Monti para tapar las pérdidas, supuso un duro golpe para la candidatura de Bersani. Pero, al fin y al cabo, era un escándalo político más en un país golpeado por una oleada de corrupción que recuerda la que hace dos décadas fue bautizada como Tangentopoli. Hasta el miércoles por la noche, que de escándalo subió a tragedia.
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